Osasuna, la creación de Jagoba Arrasate
El técnico ha montado un equipo intenso y enchufado, que pone las cosas muy difíciles en El Sadar
LKN es un artista misterioso que está inundando Pamplona con imágenes de los jugadores osasunistas y su entrenador, convertidos en santos y en héroes, un Bansky navarro. Chimy Ávila es un boxeador, Rubén García el Joker. Herrera, que le paró tres penalties al Cádiz, es un santo milagrero. Aridane es La Cosa de los Cuatro Magníficos. Unai García un impactante Capitán América, Roberto Torres un santo, y Jagoba Arrasate es Dios. Como tal aparece en la última y monumental obra de Ele Kaene, colocada a 500 metros de El Sadar esta misma semana, sobre un gran panel publicitario, y que evoca “la Creación de Adán”, el fresco de la Capilla Sixtina pintado por Miguel Ángel. La obra del misterioso artista, seguidor de Osasuna, es “la creación de Jagoba”.
La visión de los creadores de arte suele ser sutil, y por eso ha captado LKN que el Osasuna actual es un equipo de autor, a imagen y semejanza de Jagoba Arrasate, como asegura la Biblia que hizo Dios a Adán, representado por Chimy Ávila. Después de dos años en el banquillo rojillo, el técnico de Berriatua (Bizkaia), ha montado un equipo que habla mucho de su forma de ver el fútbol, pero que además, conecta con la grada de El Sadar a la perfección.
Arrasate es un vocacional de los banquillos con escaso bagaje como futbolista. Con 29 años ya era entrenador, dirigía al Berriatuko, el equipo de su pueblo, en el límite entre Bizkaia y Gipuzkoa, una zona que, como el Athletic, también peina la Real.
En Tercera, con el Elgoibar, metió al equipo dos veces en la fase de ascenso. Observaron los ojeadores de Zubieta las maneras de Jagoba como técnico y le incorporaron a la nómina txuriurdin. Regresaba a su antigua casa, ya que jugó en el juvenil, aunque no tuvo opciones de jugar en el Sanse. Tampoco lo entrenó. Dirigía a los juveniles, antes de ascender de golpe al primer equipo, cuando se marchó Montanier y Tata Martino desechó la oferta donostiarra. Había sido tercer entrenador con el francés, que decidió aceptar la oferta del Stade Rennais. En su primer envite serio eliminó al Olympique de Lyon en la fase previa de la Champions. Acabó séptimo en LaLiga y llegó a semifinales de Copa, algo que la Real no conseguía desde 26 años antes. Pero la temporada siguiente, el Krasnodar le puso el freno en la fase previa de la Europa League. Empezó a ser un elemento sospechoso desde entonces hasta noviembre, cuando fue destituido.
No se desanimó, como no se viene arriba por las lisonjas: “Quiero relativizar porque si acostumbras... El halago debilita y que ya llegarán las críticas, sé que llegarán. Y le digo a mi mujer que conoceremos de verdad a la gente”.
En 2015, Arrasate siguió su camino lejos de la Real. Fichó por el Numancia. Dirigió tres temporadas al equipo soriano; en la última jugó la fase de ascenso a Primera, en la que fue eliminado por el Valladolid. Pensó que su ciclo había acabado y se planteó otro reto: Osasuna. Empezó mal, pero bajo sus órdenes, el equipo se agarró a una racha irresistible. Convirtió El Sadar en un fortín y ascendió como campeón de Segunda División. “Me siento muy identificado con los valores de Osasuna y con lo que se vive en El Sadar”.
Por eso sabe que el partido de Osasuna ante el Madrid de este domingo es especial: “Son tres puntos, más la dificultad del rival y el significado diferente que tiene. Es el partido del año aquí en El Sadar”, asegura. “Necesitamos eficacia, ser solidarios y no cometer errores, como se dice ahora, no forzados. Estoy convencido de que necesitamos esa atmósfera de El Sadar para que nos ayude en los momentos de dificultad. Te das cuenta enseguida de lo que significa el partido ante el Madrid para los rojillos. Es complicado, pero se puede”. Intentará presionar como siempre, en todo el campo, utilizar las bandas con ese dinamismo tan del gusto de su afición osasunista, que ha conectado al técnico con la grada. Falta Chimy Ávila, sí, pero la creación de Jagoba ahí está.
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