Todos los ochomiles de un bocado
Nirmal Purja escala en solo tres meses 11 de las 14 grandes cimas y afrontará en otoño las tres que le restan
Carcajadas escépticas y abierto menosprecio para recibir el anuncio de unas intenciones que sonaron a provocación o, a broma, en el mejor de los casos: escalar las 14 montañas más elevadas del planeta en siete meses. El anuncio, lanzado por el nepalí Nirmal Purja, nacido en 1984 y conocido como Nims, un montañero sin pedigrí, parecía una nota de color en la pintoresca historia del himalayismo. En la cada vez más extensa lista de catorceochomilistas, el surcoreano Kim Chang Ho figura como el más rápido: invirtió 7 años, 10 meses y 6 días en pisar las preciadas cimas, gesta que culminó en 2013. Reinhold Messner, el primero en lograr la colección, invirtió 16 años (1970-1986), pero el segundo en la lista, Jerzy Kukuczka, acabó pisándole los talones (1979-1987). Nims, autor de la famosa foto de las colas en el Everest, busca un récord, sin más. No se conoce otra motivación más allá del deseo de atragantarse devorando cimas a la carrera para ver “hasta dónde llega la resistencia humana”.
Alpinismo nunca ha rimado con récord, es un asunto que no tiene nada que ver con el atletismo, por ejemplo. Pero ahora, el mundillo montañero mira con asombro y sin saber muy bien cómo juzgar la apuesta irreverente de este exsoldado gurka de las fuerzas especiales del Reino Unido. El caso es que Nims ha llegado ya mucho más lejos de lo que cabría haber imaginado y las cifras que exhibe son, sencillamente, impresionantes: su reto se llama Posible y ha logrado escalar 11 ochomiles en tres meses (aspira a los otros tres en otoño). El propio Messner, en una columna publicada recientemente en la Gazzetta dello Sport, reconocía su curiosidad al respecto, recordando que él nunca buscó un récord, sino la libertad para emprender otros retos (aunque siempre supo la fama que su éxito le concedería).
Nims diseñó un plan dividido en tres fases para aprovechar las mejores épocas de ascenso en las 14 montañas. En primavera, entre el 23 de abril y el 24 de mayo conquistó las cimas de Annapurna, Dhaulagiri, Kangchenjunga, Everest, Lhotse y Makalu. El mismo 22 de mayo se adjudicó el techo del planeta y el vecino Lhotse, y resulta significativo que escogiese como estreno el más mortífero de los 14: el Annapurna. Los 5 ochomiles localizados en Pakistán se escalan en verano, pero jamás al ritmo de Nirmal: entre el 3 y el 26 de julio tachó todos los objetivos (Nanga Parbat, Gasherbrum I y II, K 2 y Broad Peak, estos dos últimos en apenas dos días). Resulta asombrosa la capacidad logística demostrada, que incluye vuelos en helicóptero para unir los diferentes campos base de las montañas. Pero también resulta encomiable el trabajo de los sherpas que le acompañan. Por ejemplo, en el K2, las expediciones presentes esperaban regresar de vacío, pero a rueda de Nims y sus cuatro compañeros, que equiparon la parte superior de la ruta, se colaron en la cima una veintena más de alpinistas. De paso, su cabalgada empieza a dar la razón a los que claman desde hace tiempo que el ochomilismo por sus rutas normales es un asunto menor, muy descolgado ya de la vanguardia alpinística.
Los puristas también objetan que el exsoldado gurka escala empleando oxígeno artificial, un sacrilegio cuando se habla de himalayismo, pero esto no impide reconocer una determinación, fuerza y conocimiento del medio más que estimables. Con todo, lo más sorprendente es que el mal tiempo no haya saboteado sus planes: “Mi entrenamiento con las fuerzas especiales me ha dado la preparación adecuada para este reto, sobre todo desde el punto de vista mental, pero habrá elementos que escaparán a mi control, como el tiempo”, explicaba hace apenas tres meses. Su aclimatación perfecta, su determinación y el trabajo en equipo le han permitido realizar incursiones sumamente veloces en las montañas.
El recorrido de Nims como montañero es realmente atípico. Nacido en la aldea de Dana, a 2.000 metros sobre el nivel del mar, lindando con el área de los Annapurna, se crio lejos de las montañas, al suroeste de Nepal. Las caminatas diarias al colegio y las jornadas de marcha hasta la consulta de un médico le enseñaron las máximas de su entorno: aprender a sobrevivir cuidando al mismo tiempo de los suyos. Igual que sus dos hermanos, se unió a la brigada de la fuerza de élite de los gurkas. A principio del presente verano, la falta de patrocinio dejó en el aire su apuesta, aunque a última hora un patrocinador le ha brindado el apoyo necesario para escalar en otoño los últimos tres ochomiles de la lista: Manaslu, Cho Oyu y Shisha Pangma.
Si Messner se declara sorprendido por el rendimiento de Nims, no duda en evocar un futuro aún más admirable: que alguien logre escalar a la carrera los 14 sin emplear oxígeno artificial. En su web, Nirmal exhibe varios premios Guinness, reconocimiento sin valor alguno en el mundo del alpinismo. ¿Pueden compararse los 14 de Messner o Kukuczka con el reto presente? En términos estrictamente alpinísticos no: los dos primeros abrieron nuevas rutas, realizaron primeras invernales y fueron pioneros en aplicar el estilo alpino en las grandes cimas del planeta. Además, Messner desafió a la ciencia: el Everest podía ser escalado sin oxígeno embotellado. Pero la apuesta de Nims tiene el valor de los sueños más insensatos, una variante atípica que deja a un lado los valores estrictamente alpinísticos para abrazar un lenguaje comprensible para todos los públicos. De momento, acapara toda la atención.
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