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CORREDISSES | OPINIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A Messi le gusta Valverde

La palabra del 10 resulta reveladora ante el debate futbolístico que siempre se genera alrededor del Barça y la libreta táctica de sus entrenadores

Ramon Besa
Ernesto Valverde, entrenador del Barcelona.
Ernesto Valverde, entrenador del Barcelona.Manu Fernandez (AP)

Messi salió muy contento y largamente aplaudido del Villamarín. La ovación recordó a la recibida por Ronaldinho en el Bernabéu. Seguramente no hay nada más emocionante para un futbolista que le feliciten en campo contrario después de una gran actuación como la que tuvo el 10 del Barça contra el Betis. La reacción espontánea de la afición debe de ser más reconfortante que algunos premios que parecen resueltos antes de ser anunciados y también que algunos más sorprendentes como el Balón de Oro. No conviene olvidar que Messi fue el quinto clasificado en la última edición, la del año pasado, ganada por el madridista Modric.

El 10 se mostró agradecido con la hinchada verdiblanca y también con su entrenador, Valverde. Afirmó que el técnico había leído muy bien el partido, que tácticamente habían hecho un encuentro perfecto y que lo habían controlado con y sin pelota ante un rival que juega muy bien como es el equipo de Setién. Acostumbrado a reinventarse desde que debutó en 2003, a Messi se le ve más maduro y responsabilizado como capitán del Barça. Ahora mismo parece tener buena sintonía con Valverde. Y el argentino no acostumbra a hablar bien ni mal de sus entrenadores, ni en el Barça ni en Argentina.

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Messi se siente a gusto con Valverde. El Txingurri no piensa en trascender, no tiene delirios de grandeza ni ataques de importancia, tampoco se le considera el guardián del estilo sino que hace todo lo posible por ganar, más pendiente de la plantilla que de otra cosa, dentro y fuera del Camp Nou. No es solo una persona honesta y decente sino que es respetuosa con el rival, y por descontado, con el club; además, prepara a fondo cada partido y actúa con naturalidad, consciente de que no depende de las relaciones públicas sino de los resultados.

La sencillez de Valverde ha seducido a Messi sin necesidad de llenarse la boca en cada rueda de prensa con el nombre del 10. La messidependencia se impone sin forzar, simplemente por sentido común, como corresponde después de la salida del equipo de futbolistas como Puyol, Valdés, Xavi o Iniesta. Ya no se habla de Messi como 7, o como falso 9, o como punta del tridente, sino como delantero absoluto y líder del equipo que se presenta ante la afición con un discurso tan sereno como ambicioso, que no es otro que el de jugar para intentar ganar la Champions.

Ha menguado el debate sobre el Dream Team, el Barça de Pep e incluso sobre el tridente para hablar del equipo de Messi, que lo absorbe todo con la complicidad de Valverde. El Txingurri no ha presumido nunca de nada, ni tan siquiera de saberse de memoria el libro futbolístico a pesar de haber jugado con Cruyff. A diferencia del propio Cruyff, de Guardiola, de Tito y hasta de Rijkaard, no ha sido un templario del juego del Barcelona ni ha tenido necesidad de hacer ver que se lo sabía todo, como ocurrió con Tata Martino. Tampoco tiene nada que ver con Luis Enrique.

Valverde tiene su propia personalidad, es un posibilista que no renuncia al ADN del Barcelona ni tampoco a jugar de manera convencional en el Villamarín. Tiene su libreta táctica, su manera de hacer, alejada de la grandilocuencia, muy a la medida de Messi. A diferencia de lo que pasó con Tata Martino contra el Rayo, nadie le criticará por el hecho de que su equipo perdiera la posesión de la pelota contra el Betis por primera vez esta temporada, si después Messi dice que el planteamiento de Valverde fue perfecto.

La opinión pública y publicada puede discutir y discute sobre Cruyff y sobre Guardiola, pero difícilmente cuestionará a Messi, protagonista de un partido extraordinario en el Villamarín, autor de tres goles extraordinarios, siempre respetuoso con el rival, con la afición contraria y con las reglas del juego, al final aplaudido por la gente del Betis. La actuación de Messi fue in crescendo hasta conseguir la plenitud con la jugada del 1-4, una parábola que se estudiará en tercero de Física y cuarto de Arquitectura, como escribió el admirado Jordi Puntí en El Periódico.

Messi quiso que se supiera que, pese a que la estrella era él, el entrenador lo había hecho muy bien; y puestos a buscar novedades en sus actuaciones, tan extraordinarias como cotidianas, esta es una noticia que no conviene disimular precisamente, sobre todo porque Valverde nunca ha presumido de nada en el Barça y Messi se las tuvo con Luis Enrique y también con Guardiola. A Messi le gustó Valverde, palabra del 10.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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