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El Manchester United despide a Mourinho

El entrenador portugués sale de Old Trafford enfrentado a jugadores y al entorno y con un equipo histórico realizando un juego vulgar

José Mourinho, en el partido entre el Manchester United y el Liverpol este domingo en Anfield. En vídeo, Pochettino lamenta el despido de su "amigo" Mourinho.Foto: atlas | Vídeo: PETER POWELL (efe) | atlas

José Mourinho ha sido destituido este martes como entrenador del Manchester United tras una pésima racha de resultados y la última derrota ante el Liverpool (3-1). Pero la sideral distancia que separa hoy al United de la parte alta de la tabla en la liga inglesa no sólo se mide en puntos. El juego del Liverpool provoca que todo Anfield vea los partidos de pie con la afición contagiada del desenfreno ofensivo y la pasión que transmiten los de Klopp. En el Manchester City Guardiola ingenia matices para dotar a su equipo de nuevas herramientas que fomenten la ya excepcional propuesta creativa del campeón. El Tottenham de Pochettino, que el pasado verano no realizó ni un solo fichaje, compite con ferocidad bajo el prisma de la osadía. En el Chelsea Maurizio Sarri ha instaurado el buen gusto a puro toque con la portería rival entre las cejas. Y el Arsenal de Unai Emery juega y suma con elegancia imponiendo su protagonismo. Equipos que asumen riesgos desde una propuesta audaz y que fomentan la aventura desde fórmulas distintas. Nada de eso se ha visto en el Manchester United, instalado en la precaución permanente, entregado al enorme potencial físico de muchos de sus jugadores y con algunos de sus mejores futbolistas encorsetados en la pizarra o purgados en el banquillo.

En el último partido que dirigió Mourinho, el United perdió 3-1 frente al Liverpool. Su equipo tiró seis veces a portería. Los de Klopp abrasaron la meta de De Gea con 36 descargas. Hasta el Fulham, colista de la Premier, ha disparado más veces a puerta que el United. Las estadísticas dicen que Mourinho deja el equipo en la sexta plaza, a once puntos de la cuarta y a 19 del liderato. Tan sólo ha sumado 26 puntos de 51 posibles. La solidez defensiva y el armamento táctico para neutralizar al rival eran señas de identidad de antiguos equipos del técnico luso, pero el United ha encajado ya 29 goles en 17 partidos de liga, uno más de los que recibió en todo el curso pasado. En su primera temporada, considerada como un año de transición, el equipo de Old Trafford terminó sexto a siete puntos de la cuarta plaza. Ganó la Community Shield y la Copa de la Liga. También una UEFA Europa League que con el cambio del reglamento posibilitó que el United volviera a la Champions, la máxima competición continental que Mourinho había ganado con el Oporto y el Inter.

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En la pasada temporada el United caería en octavos ante el Sevilla. Acabó segundo en la Premier, pero a 19 puntos de un Manchester City que exhibió el fútbol más atractivo y sofisticado que se ha visto nunca en Inglaterra. Mourinho acaparó poderes casi plenipotenciarios en materia de fichajes tras recoger el testigo de Van Gaal en el verano de 2016. Desde entonces la inversión del Manchester United en refuerzos se ha disparado hasta los 466 millones de euros. El primer golpe de mercado lo dio contratando a Pogba, de la Juventus, por 100 millones. Después llegarían Lukaku, Mkhytarian, Matic, Alexis, Lindelof , Delot y Fred. El declive colectivo del juego del United también se explica desde una errática composición de una plantilla que ha involucionado hasta los límites de la vulgaridad. Han sido muchos los partidos en los que los saques largos de David De Gea, un guardameta capaz de hacer milagros bajo los palos, que vive atornillado en la línea de gol y cuyo juego con los pies es muy cuestionado en la Premier, se transformaban en el principal recurso para acercar la pelota al campo rival. Ahí se ganaba el sueldo en el fragor de la batalla gente como el combativo Fellaini, para prolongar balones al poco sutil Lukaku o a Martial, los goleadores del equipo. Mientras, futbolistas creativos como Mata o atrevidos como Rashford eran relegados a un costado o al banquillo. Una ubicación que conocen bien dos de los fichajes estelares del ciclo de Mourinho, como Fred, al que el luso señala por supuestas carencias defensivas, o Pogba, un campeón del mundo con extraordinario potencial con el que el técnico ha mantenido una relación absolutamente tóxica.

Pogba repudiaba las tácticas ultradefensivas de Mourinho y este le acusaba de falta de compromiso con la causa. Todo ello con luz y taquígrafos. Los tabloides británicos habían recuperado un filón en las ruedas de prensa del portugués, que ha tenido dardos para todos: desde sus propios jugadores y directivos, hasta los árbitros, los clubes rivales y los periodistas críticos. Llegó a convocar una rueda de prensa a las ocho de la mañana para despacharla con respuestas monosilábicas en tres minutos y medio. Tras cada derrota ha reivindicado su historial, incluso edulcorándolo a conveniencia ante las críticas. Mourinho ha llegado incluso a acusar veladamente a sus vecinos del City de incumplir el fair play financiero. Su vestuario, plagado de lesionados con problemas musculares, parece vivir en un estado continuo de estrés, desconcierto y recelos hacia un técnico que hace poco se quejaba literalmente de que no tenía futbolistas con carácter de perro rabioso. El entrenador que en agosto pedía más respeto recordando que ganó tres títulos de liga con el Chelsea, “más que los otros 19 entrenadores de la Premier juntos”, mantuvo su agresivo discurso hasta el final. Un club legendario como el Manchester United compró un supuesto modelo de pragmatismo, que en el marco del Teatro de los Sueños de Old Trafford ha acabado en pesadilla. Un estadio que parece haber asumido que el resultadismo sin resultados se parece demasiado a la nada.

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