El ‘problema’ Djokovic
Vi a Novak por primera vez en el 2005, precisamente en Wimbledon. Le observé 15 minutos y cuando entré al vestuario le dije a Rafael que había visto un tenista muy bueno. Un jugador así avisa con tiempo
Vi a Novak Djokovic por primera vez en el año 2005, precisamente en Wimbledon. Mientras cruzaba el club londinense desde la zona de entrenamiento, el Aorangi Park, para reunirme con Rafael, que me esperaba en el vestuario, me detuve a mirar un rato el partido que estaba jugando Juan Mónaco en la pista número 18. Observé el encuentro durante 15 minutos y pregunté quién era el joven contrincante del argentino.
Cuando entré en el vestuario le dije a mi sobrino que teníamos un problema, que había visto un tenista muy bueno. Un jugador así, como los que marcan la historia de cualquier disciplina, avisan con tiempo porque tienen algo más, que el ojo acostumbrado ve enseguida.
Novak no tiene puntos débiles; es tan capaz de atacar como de defender. Tiene una gran anticipación, una excelente visión del juego y es el mejor restador del mundo. La sensación que da cuando lo ves jugar es la de que siempre le sobra el tiempo.
Las causas que han motivado su peor rendimiento en los últimos tiempos pueden ser varias y todas muy comprensibles, desde la presión y el estrés continuado hasta el hecho de que, como ha dicho él mismo, el tenis ya no fuera en un momento determinado la principal prioridad en su vida. Hubo un tiempo en que, de hecho, el semblante de Djokovic desdecía la imagen del gran competidor que había sido.
Tanto en mi trabajo con los chavales de la Academia de mi sobrino, como cuando alecciono a mis hijos, les hago ver la expresión de la cara y la intensidad de la mirada de Roger, de Rafael, de Thiem o de Del Potro cuando golpean la pelota. Eso lo dice todo. El foco, la agresividad y la concentración son máximos.
Yo siempre he tenido la convicción de que el serbio se recuperaría, que era cuestión de tiempo que volviera al nivel de un ganador de 12 Grand Slams y, por consiguiente, me han sorprendido las opiniones de quienes lo ponían en duda o infravaloraban su capacidad para conseguirlo.
Viendo la expresión de Novak en los últimos meses, su actitud y su tenis, que nos remonta a su mejor momento, entiendo que ha vuelto a encontrarle el gusto al sufrimiento de la competición y que está dispuesto de nuevo a compaginar el precio que esto conlleva con su felicidad personal.
Por el bien de este deporte y para sufrimiento de sus contrincantes, el regreso es un hecho. Hace apenas dos semanas disputó la final de Queen's contra Marin Cilic y solo una bola lo separó de levantar el trofeo. La semifinal de hoy sólo confirma mi advertencia del año 2005. Yo confío, como lo he hecho siempre, en la capacidad de mi sobrino para imponerse. Pero el reto es enorme y la rivalidad sobradamente conocida.
Hay que tener muy poca memoria para no acordarse.
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