David Ferrer, el pretoriano eterno

Ayer a mediodía, en la alborotada plaza del Ayuntamiento de Valencia, un puñado de personas fotografiaban a los jugadores del equipo español de la Copa Davis que saludaban desde el balcón consistorial. Allí, en lo alto, Rafael Nadal y David Ferrer bromeaban sin parar antes de que se oficiase el sorteo de la serie de cuartos que enfrentará desde hoy a España y Alemania, y en la que sorprendentemente figura en primera línea el nombre del segundo.

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Ni Pablo Carreño –lesionado de un dedo y reemplazado finalmente por Marc López–, ni Roberto Bautista –reservado por el capitán, Sergi Bruguera–, ni otros ilustres que han ido desapareciendo del radar del equipo –Fernando Verdasco, por ejemplo–; será el alicantino, 36 años y 20 eliminatorias ya a las espaldas, quien acompañe a Rafael Nadal en la defensa de los puntos individuales y el hombre sobre el que recaerá la responsabilidad de abrir y cerrar el cruce.

“Estoy contento de tener la oportunidad de jugar, porque en la Davis he vivido las mayores emociones de mi carrera, y encima lo voy a hacer casi en casa”, valoraba el de Xàbia, que el pasado lunes cumplió años y en las últimas fechas sonríe y sonríe porque está a punto de estrenar paternidad junto a su pareja Marta. Es, pues, un momento de bonanza personal y profesional para él, uno de los iconos de la vieja guardia de la generación más exitosa del tenis español.

Y eso que Ferrer, pretoriano eterno, enfila ya la recta final de su carrera y a lo largo de los dos últimos años ha sorteado no pocos baches. Antebrazo, sóleo, tendón de Aquiles, codo, isquiotibiales… Su coraza sufre el castigo de los años y progresivamente ha ido perdiendo protagonismo en el circuito. Llegó a ser el número tres y actualmente es el 33, habiendo caído hasta el 46 el curso pasado, pero Bruguera percibe en él una garantía y por eso actuará en Valencia por delante de Bautista, el 17º en el listado y que en el compromiso previo contra Gran Bretaña se diluyó por la tensión.

Un fijo en el equipo desde 2006

“David está muy ilusionado”, certifica a este periódico su entrenador, Paco Fogués; “en esta competición ha vivido grandes momentos y tal pueda ser una de las últimas eliminatorias que juegue, porque sabemos que ya no serán muchas. Creemos que merece estar en el equipo porque este año su nivel ha sido bastante alto y ha hecho grandes partidos contra Del Potro o el mismo Zverev hace solo unos días. Ha demostrado que puede ayudar al equipo y esta vez se han dado las circunstancias”.

Debutó en la Copa Davis en 2006 y desde entonces ha sido un fijo en las convocatorias. En total, 24 citaciones y 19 participaciones, a las que se suma esta última de Valencia. Ni siquiera Nadal ha sido tantas veces reclamado (18) y ahora supera ya a Verdasco (19), aunque en este apartado el jugador en activo que manda es Feliciano (25), porque rebobinando nadie se aproxima a Manolo Santana (46). Ahora bien, rara vez falla Ferrer, que en sus 31 apariciones individuales luce un registro de 27 triunfos y solo cuatro derrotas, con un balance demoledor sobre arena (16-0) y también cuando la disputa es al aire libre (13-0).

No ha sido fácil, pero ha sabido aceptar bien su situación. Se lo merece y creo que puede ayudar PACO FOGUÉS, TÉCNICO DE FERRER

“Los últimos meses no han sido fáciles. El año pasado se le hizo un poquito largo y en este faltan algunos resultados, pero las circunstancias son las que son”, señala Fogués. “Ya no va de cabeza de serie en los torneos y por eso tiene enfrentamientos muy duros rápido, pero lo ha aceptado muy bien y lo más importante es que está sano y que sigue manteniendo intactas las ganas de ser competitivo cada semana. Además, dentro de poco va a ser padre y seguramente su orden de prioridades cambiará”, prolonga el técnico.

Con 27 títulos en el expediente, Ferrer ha sido uno de los tenistas más regulares en los 15 últimos años. Asiduo del top-10, ganador de un Masters 1000 (Bercy, 2013) y finalista de Roland Garros (2012) y la Copa de Maestros (2007), tan solo se le ha resistido el bocado del Grand Slam. Colaboró decisivamente en tres de los cinco éxitos de España en la Davis (2008, 2009 y 2011) y siempre ha contado con la confianza del capitán, ya fuera Emilio Sánchez Vicario, Albert Costa, Àlex Corretja, Carlos Moyà, Conchita Martínez o ahora Bruguera. ¿Por qué? Sencillo: porque Ferrer es siempre un aval.