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Oleada de cólera ultra en Francia

Los graves incidentes en Lille del pasado sábado son el cuarto episodio violento desde las gradas francesas en menos de un año

Hinchas del Lille amenazan a los jugadores.
Hinchas del Lille amenazan a los jugadores.FRANÇOIS LO PRESTI (AFP)

Si la selección francesa, finalista de la pasada Eurocopa con el rojiblanco Antoine Griezmann a su cabeza, está pasando por su mejor momento deportivo en la última década, sucede todo lo contrario en las gradas del fútbol vecino. Aumentan de una manera preocupante el odio y la cólera entre los aficionados galos, conocidos por ser unos de los menos violentos de Europa. Los graves disturbios que enfrentaron a un centenar de hinchas radicales del Lille y a sus propios jugadores el pasado sábado, tras concluir un partido anónimo de liga, ya son el cuarto episodio de protesta en menos de un año. Lo nunca visto en la última década.

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En Lille, allí donde ejercen de presidente el multimillonario hispano-luxemburgués Gérard López y de director gerente el catalán Marc Ingla, el ex vicepresidente del Barça, ocurrió una escena absolutamente surrealista y en todo caso condenable. Cuando el árbitro Sebastian Moreira pitó el final del partido liguero entre el club local y el Montpellier, un anónimo encuentro entre dos equipos modestos del campeonato hexagonal, decenas de hinchas radicales decidieron de inmediato saltar por encima de las vallas y lograron invadir el campo del estadio Pierre-Mauroy. Una acción preparada, alimentada por los malos resultados deportivos del club, que desembocó en graves enfrentamientos entre ultras enfurecidos y algunos de sus propios jugadores. Tres de ellos fueron zarandeados con violencia, según las observaciones in situ de varios medios franceses. Solo el brasileño Thiago Mendes, una de las futuras promesas del fútbol carioca, reconoció en el canal GloboEsporte haber recibido una patada en medio del terreno de juego por parte de una mujer. Su compatriota Thiago Maia y el marfileño Nicolas Pépé desmintieron haber sido víctimas de la furia de una parte de su propia hinchada. La riña multitudinaria duró diez interminables minutos antes de disiparse. Solo la labor de los agentes de seguridad permitió que se les impidiera el acceso a los vestuarios, donde los malhechores buscaban perseguir a los futbolistas para castigarles, pasamontañas en la cabeza y puños en alto.

El club francés denunció este lunes a los agresores ante un tribunal penal por “graves actos de violencia, daños en bienes y amenazas de muerte”, según una fuente judicial citada por la agencia France Presse. “Si bajan a Segunda, les matamos”, llegaron a gritar algunos de ellos durante la protesta. “Encontraremos a cada uno de los responsables. No podemos aceptar la violencia en un estadio de fútbol”, aseguró Ingla en una entrevista al diario L’Équipe. La liga francesa podría castigar con dureza al exequipo de Marcelo Bielsa, hasta imponer su descenso de manera administrativa. La comisión disciplinaria del organismo que rige el fútbol francés se reunirá este jueves con los emisarios del histórico club francés, campeón en 2011 con magníficos futbolistas como el extremo belga Edén Hazard, tras la cual anunciará un castigo provisional.

El estallido de violencia en el norte de Francia el pasado fin de semana es el último episodio de una lamentable serie de protestas que sacuden al fútbol francés en menos de un año. El 16 de abril del año pasado, decenas de hinchas radicales del Bastia lograron invadir en dos ocasiones su propio campo para liarse a golpes con futbolistas rivales del Lyon durante el calentamiento del partido y en el descanso. Semanas después, un tribunal correccional condenó a 16 agresores con cuatro meses de cárcel irrevocables. El Bastia, que también sufría graves problemas económicos, se hundió y desapareció del panorama profesional. El 5 de noviembre del mismo año, la celebración a lo Messi en el Bernabéu del futbolista Nabil Fékir, quitándose su camiseta tras anotar un gol y enseñándola a la grada rival del Saint-Etienne, provocó otros graves disturbios en el estadio Geoffroy-Guichard con una multitudinaria invasión de campo. Dos semanas más tarde, el 19 de noviembre, decenas de hinchas radicales del Marsella buscaron liarse a golpe con rivales del Burdeos dentro del estadio de los Girondins después de un partido. No lograron pelearse gracias a la intervención de las fuerzas de seguridad.

Aunque cada una de las situaciones mencionadas anteriormente tuvieron un denominador diferente, entre los malos resultados deportivos del Lille, la polémica celebración de un futbolista del Lyon tras un gol, el hereditario antagonismo entre bandas rivales de ultras y la reacción epidérmica de parte de una hinchada del Bastia, crece la tensión en los estadios franceses. Una de las explicaciones a este estado de malestar se debe, según las asociaciones de hinchas franceses, a una persecución policial “injusta” e “inapropiada” de la cual serían las víctimas recurrentes desde la celebración de la Eurocopa en 2016. El torneo continental se disputó en condiciones de máxima alerta debido a la amenaza yihadista que obligó al gobierno francés a desplegar al ejército en las calles del país y también en las inmediaciones de los estadios de fútbol, blancos fáciles para una matanza. Desde entonces, lamentan, el dispositivo policial no sufrió grandes cambios ante la amenaza de nuevos atentados, como el que ocurrió en el recinto de Saint Denis en noviembre de 2015. En la mayoría de los casos, la policía prohíbe a los grupos de ultras que se desplacen en el estadio del equipo rival a golpes de decretos préfectorales, alegando la falta de fuerzas de seguridad disponibles para asegurar una buena protección, algo que desconcierta a Pierre Barthélemy, el abogado de la Asociación Nacional de los Hinchas franceses. “El gobierno se equivoca en su decisión de optar por la represión la más extrema y arbitraria”, dice el letrado en una conversación telefónica con este diario.

Quizás el mayor ejemplo de este profundo desacuerdo toma cuerpo con la situación de los ultras del Paris Saint Germain. Contra el Madrid el pasado martes, un centenar de hinchas encendieron bengalas en el estadio del Parque de los Principes en repetidas ocasiones durante el encuentro de Champions, supuestamente para animar a sus jugadores, algo completamente prohibido por las instancias europeas y que podría valer al PSG el estadio parcial o total de su estadio por ser reincidente tras otros incidentes similares contra el Bayern en septiembre pasado. Sin embargo, la prefectura de policía de París fue la primera en reaccionar. Pedirá explicaciones al club presidido por el jeque catarí Nasser Al Khelaïfi este jueves, una semana antes de la audiencia prevista ante la comisión disciplinaria de la UEFA. En Francia, el clima de tensión entre ultras y autoridades locales está lejos de apagarse. Los ultras del Lille aseguraron este lunes tras conocerse la denuncia del club de López que repetirán la misma demostración de fuerza en el futuro.

 

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