San Valentín
El Real Madrid se enfrentará el 14 de febrero a un PSG muy distinto al que le eliminó en los noventa
Con el objetivo de rebajar la euforia que me tiene consumido de cara al Madrid-PSG (un día habría que hablar del optimismo suicida del madridismo: tras caer ante el Leganés daban ganas de buscar hotel en Kiev), dediqué el domingo a ver aquellos duelos noventeros que nos echaron de Europa dos años consecutivos. Era el Madrid de Floro que terminó Del Bosque; la obra de Floro incluye otro entrenador para cuando lo echen: no se deja nada a la improvisación.
En París mandaba Artur Jorge (Rei Artur), que tenía bigote de comisario de Brigada Central. Era también poeta, pero no poeta porque hablase bien, que es algo que se usa mucho en el fútbol de forma despectiva; Artur Jorge era poeta porque escribía poesía. En el campo tenía un tridente destructivo: Ginola, Valdo, Weah. Destrozaron al Madrid en París en una de esas caídas europeas tan locas que ya Alex Martínez Roig avisaba en la primera línea en EL PAÍS del descalabro: "Cuando el Real Madrid cae en Europa lo hace de forma estrepitosa".
En el Bernabéu el Madrid había ganado 3-1 con un jugadón de Butragueño y un gol de Míchel tras fallar un penalti y tirarse a por el balón de cualquier forma, como si saltase de una casa en llamas. Fue probablemente el gol más feo del mundo, y eso dio alas al Madrid para la vuelta: 4-1. El año siguiente fue menos heroico, más aburrido: el París desactivó al Bernabéu con una maravilla de Ginola que terminó Weah solo en el área.
Hay deudas pendientes que no se pierden con las décadas, que es algo que siempre gusta en Champions. Pero sobre todo se ha generado algo muy propio e importante, la expectación. El Madrid se ha convertido en los últimos años en un experto en la gestión de vísperas, hay creo que hasta un departamento. Pero hace tiempo que no se veía en éstas, tan cerca de un abismo reconocible por la propia naturaleza del club, que alterna años estupendos con años en los que se estudia la liquidación y cierre.
Esta expectación nueva ya venía de serie por el duelo del bicampeón contra el aspirante de la plantilla de oro ridiculizado el año pasado por el Barça, pero la temporada del Madrid lo ha convertido en decisivo: dejar el año en febrero paseando a sus leyendas para poder quedar tercero o cuarto en Liga o tener por varias semanas más la esperanza en algo más concreto. La temporada se ha despeñado de tal forma que se lleva hablando del partido del miércoles como en un martes perpetuo. Es como si se hubiese jugado ya, y de hecho se jugó y hace 25 años, con Nando de lateral derecho. Ahora la poesía está de nuestra parte.
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