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Roger Federer, el ‘Hércules’ sin músculos

Camino de los 37 años y con un físico menos poderoso que el de otras figuras, el suizo elude las lesiones y emerge en Melbourne como el principal candidato al título: "Con mi edad no debería ser aquí el favorito"

Alejandro Ciriza
Federer sirve durante un entrenamiento en Australia.
Federer sirve durante un entrenamiento en Australia.Clive Brunskill (Getty)

Melbourne tampoco es una excepción. Ocurre aquí, allí y más allá. En Australia, París, Londres o Nueva York. En todo el mundo. Y la dinámica es siempre la misma: llega él, le abren paso a duras penas y se escucha el griterío, la histeria, la devoción; se forman los remolinos, los achuchones por hallar el mejor hueco. Este lunes, cómo no, también ocurrió cuando Roger Federer enfiló la pista 17 del complejo australiano para pelotear durante una hora con un sparring al que le costará varias vidas olvidar ese rato compartiendo bolas con la leyenda, que este martes (9.00, Eurosport) entrará en escena frente al esloveno Aljaž Bedene y a estas alturas, a sus 36 años y con una obra más que hecha (que no acabada), aún no se perdona ni una.

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Noooooo!”, prolongó después de estrellar un revés en la red, durante el ensayo. Otro, tal vez, se lo hubiera perdonado, pero él no. Detrás de ese chasis y ese discurso pulcro, Federer emerge como un demonio competitivo, el más feroz de toda la historia del tenis. Y en esa imagen, en ese reproche aparentemente liviano, queda marcada la gran diferencia: mientras él todavía se fustiga por una nimiedad, el joven Bernard Tomic (proyecto de estrella, se decía) perdía hace tres días en la ronda previa y hablaba a las claras de su verdadera motivación. “Me voy a contar mis millones. Todo lo que hago es contar mi dinero. Ciao, ciao”, les dedicó de forma burlesca el australiano a los periodistas que aludían a su línea de descendente.

A Federer, hoy día, le mueven muchas otras cosas aparte del dinero. Juega por la coronación de una trayectoria única e inigualable, que hasta hace poco más de un año parecía cerrada y que de repente, precisamente en Melbourne, recobró un impulso salvaje. “El quinto set que le gané aquí a Rafa, el año pasado, es el mejor que he jugado nunca”, contaba recientemente. Desde entonces, desde que regresó a la competición tras un parón de siete meses y alzó el major australiano, el 18º de un listado con 19, el de Basilea ha trazado un camino prácticamente impecable. Le resistió Rafael Nadal, con dos grandes, pero no las otras figuras ni las nuevas generaciones.

Federer es único, de modo que solo puede prolongar su sello desde la excepcionalidad. Es el mayor y probablemente el que menos condiciones atléticas reúne, pero continúa en la cúspide y en Melbourne es el más vigilado. “Las expectativas del año pasado no eran las mismas que las de este, es evidente”, comentaba en la previa al torneo. “En 2017 simplemente me conformaba con estar en Australia; solo el hecho de llegar a tiempo para competir aquí ya me hacía feliz. Antes de jugar dije que cualquier resultado sería bueno siempre y cuando no me lesionara y pudiera irme sin estar de nuevo con molestias y dolores. Y este año, obviamente, las circunstancias han cambiado”, recordó el suizo.

El menisco (2016) forzó el único gran parón

Federer, durante una conferencia de prensa en Australia.
Federer, durante una conferencia de prensa en Australia.Dita Alangkara (AP)

A contracorriente, Federer no es un portento físico, uno de esos Hércules prototípico que actualmente predominan en el ciruito. Tiene un tren inferior muy trabajado, unos gemelos como dos pedruscos, pero no posee la musculatura de Nadal, ni la elasticidad de Novak Djokovic ni la carrocería de Andy Murray. Sin embargo, todos ellos han ido sufriendo problemas reseñables durante el último ejercicio, mientras que el defensor del cetro en Melbourne compite a partir de una salud que esconde varias claves. Una de ellas es el descanso selectivo y otra, capital, el papel de su preparador físico, Pierre Paganini, con el que trabaja desde hace 17 años y al que conoce desde 1994.

El suizo destruye en mil pedazos la teoría de que para ser el mejor hay que ser el más fuerte

Entre sus manos, Federer apenas ha sufrido contratiempos de gravedad. Solo en 2016, cuando se rompió el menisco y no se recuperó del todo bien de una intervención, la única de su carrera, tuvo un parón prolongado: casi siete meses. El resto, prácticamente como una máquina, a excepción de unos problemas de espalda que le mermaron en 2013 y que, también en 2016, interrumpieron una secuencia de 65 presencias consecutivas en los Grand Slams. Consciente de ello, supervisa escrupulosamente su reverso para que no se reproduzcan.

“Con el paso del tiempo soy menos favorito, porque alguien de 36 años no debería serlo”, esgrime el protagonista. “Sé que para mucha gente soy el favorito y es normal que se generen expectativas sobre mí, pero también podrían serlo Rafa, después lo que hizo el año pasado, o Djokovic, por el hecho de haber ganado seis veces aquí. Hablar de favoritos antes de empezar es hablar por hablar”, atenúa Federer, el hombre que destruye en mil pedazos la teoría de que para ser el mejor hay que ser el más fuerte. Él lo es, o así lo dice el historial, pero no necesita exhibir músculos.

RESULTADOS DEL LUNES 15

Cuadro masculino: Rafael Nadal, triple 6-1 a Víctor Estrella Burgos; Pablo Carreño, 7-5, 4-6, 7-5 y 6-1; Andrey Rublev, 7-5, 6-7, 6-2, 6-7 y 6-2; Grigor Dimitrov, 6-3, 6-2 y 6-1 a Dennis Novak; Nick Kyrgios, 6-1, 6-2 y 6-4 a Rogerio Dutra; Yuichi Sugita, 6-1, 7-6, 5-7 y 6-3 a Jack Sock; Matthew Ebden, 6-4, 3-6, 6-3 y 6-3 a John Isner.

Cuadro femenino: Carla Suárez, 7-5 y 6-3 a Magdalena Frech; Belinda Bencic, 6-3 y 7-5 a Venus Williams; Jelena Ostapenko, 6-1 y 6-4 a Francesca Schiavone; Kaia Kanepi, doble 6-2 a Dominika Cibulkova; Shuai Zhang, 2-6, 7-6 y 6-2 a Sloane Stephens.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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