Meneo histórico de Nadal
En una reaparición tan amable por el rival, Estrella Burgos, como contundente por el resultado, triple 6-1 (en 1h 34m), el número uno iguala su mejor arranque en un grande y se topará con el argentino Mayer
Victoria: 6-1, 6-1 y 6-1, en 1h 34m. Hasta aquí, así de breve, brevísima, la lectura fría y numérica en el regreso de Rafael Nadal a las pistas, sobre el tapete del Open de Australia. Una severa tunda a Víctor Estrella Burgos que iguala las otras dos más contundentes del español en un arranque de Grand Slam: fueron ante Robby Ginepri, en Roland Garros 2015, y Sam Groth, en RG 2016. Y luego viene la lectura extra, la interpretación de lo sucedido, del proceso en sí, y en este sentido, calor y frío; eso sí, ni mucho ni poco de los dos. Calor por el triunfo y el progreso, pero frío por la escasa sustancia de la tarde. Ahora bien, el lema no es otro que ganar, ganar y ganar; avanzar sin sobresaltos, un tesoro.
En realidad, cualquier análisis de mayor profundidad contendría un mensaje engañoso, puesto que el pulso de la reaparición de Nadal no ayudó a disipar demasiadas incógnitas. Tan poquito ofreció Estrella Burgos –todo bondad, eso sí; ni uno solo mal gesto ni una mueca fea–, tan escaso fue su argumentario (revés cortado tras revés cortado) y tan débil fue su resistencia que al número uno le bastó con el juego de base y buen hacer para rubricar una victoria muy lustrosa e inscribirla entre las fechas doradas de su expediente en los grandes.
"Ha sido el primer partido del año y la verdad es que siempre hay más de nervios después de tanto tiempo sin competir...", reconoció en una pequeña sala ante los enviados especiales de los medios españoles; "en general, creo que ha sido un muy buen comienzo, o así lo dice el resultado... Las sensaciones no han sido malas y se ha hecho lo que se tenía que hacer: pasar y, aparte, con buenas sensaciones, más o menos".
Su técnico, Carlos Moyà, accedió a la central de Melbourne con seis botellines de agua entre los brazos, como si la tarde fuera a dar más de sí. Sin embargo, duró poco más que un suspiro. El exfutbolista Iván Campo (Mallorca, Real Madrid…), en el box de los Nadal, se quedó con ganas de más, al igual que todos los presentes. A nada que hubo algún chispazo, rara vez, dos derechas cruzadas del balear y un par de puntos de mérito del dominicano, el público australiano estuvo muy desprendido para jalear.
VICTORIAS MÁS CONTUNDENTES EN UN DEBUT
1.- 2014, Roland Garros: 6-0, 6-3 y 6-0 a Robby Ginepri.
2.- 2016, Roland Garros: 6-1, 6-1 y 6-1 a Sam Groth.
3.- 2018, Australia: 6-1, 6-1 y 6-1 a Víctor Estrella Burgos.
4.- 2009, Australia: 6-0, 6-2 y 6-2 a Christophe Rochus.
Desproporción entre lo acontecido y los aplausos, y una diferencia sideral entre uno y otro. No se esperaban grandes alardes por parte de Estrella Burgos, pero este (37 años, 78 del mundo) se diluyó él solito, por más que persiguiera cada pelota como si le fuera la vida en ello. Es lo que ocurre cuando un tenista carece un poco de todo, cuando ni siquiera tiene una herramienta que le sirva para amortiguar la caída. En este caso no había ni derecha, ni servicio, ni revés, de modo que Nadal divisó una rampa perfecta para el lanzamiento.
Estancia en pista y recuperar los automatismos
"Es verdad que su estilo de juego no me va mal; me va bien cuando me cortan, porque me gusta pegar el drive contra ese revés cortado, bajo, y ahí tengo la opción", manifestó Nadal, que desde un punto de vista físico tuvo un regreso óptimo: "Al final, para mí lo importante es ir pasando. Lo lógico es que si voy pasando vaya a mejor. La base es buena y esta última semana y media me he entrenado a un ritmo alto. Lo que necesito ahora mismo son partidos de competición, así que cada partido que avance significa tiempo, confianza y recuperar los automatismos".
Para mí lo importante es ir pasando. Lo lógico es que si voy pasando rondas vaya a mejor
Fue arañando los juegos y enlazando los tres sets como quien deshoja una margarita contrarreloj, y aun así le sobra tiempo. Se desempeñó con un ritmo relativamente bajo, sin forzar, porque la escena no demandaba otra cosa; se movió en apenas seis baldosas porque el adversario no le requirió de grandes esfuerzos ni de trucos; cada punto, principio y final, nació y murió en la raqueta de Nadal, quien por primera vez en muchos años lució una indumentaria sin mangas, como en aquellos tiempos de sus heroicidades adolescentes.
Después de dos meses sin competir oficialmente, existía curiosidad por cómo le respondería el cuerpo, la rodilla derecha, el drive, las piernas, el servicio… Pero no se pudo extraer una conclusión clara en ninguna de las variables. En todo caso, que en su retorno (plácido, muy plácido) venció y, además, se encontró con una victoria de peso histórico (en lo numérico), lo que no es poco para abrir boca. Ahora, por delante, el horizonte ofrece más campo abierto (el argentino Leonardo Mayer, 52 del mundo) para seguir avanzando en Australia. Y, no hay duda, transita por la buena senda. Que Nadal se topase con más Estrellas supondría estar mucho más cerca del éxito.
RESULTADOS DEL LUNES 15
Cuadro masculino: Rafael Nadal, triple 6-1 a Víctor Estrella Burgos; Pablo Carreño, 7-5, 4-6, 7-5 y 6-1; Andrey Rublev, 7-5, 6-7, 6-2, 6-7 y 6-2; Grigor Dimitrov, 6-3, 6-2 y 6-1 a Dennis Novak; Nick Kyrgios, 6-1, 6-2 y 6-4 a Rogerio Dutra; Yuichi Sugita, 6-1, 7-6, 5-7 y 6-3 a Jack Sock; Matthew Ebden, 6-4, 3-6, 6-3 y 6-3 a John Isner.
Cuadro femenino: Carla Suárez, 7-5 y 6-3 a Magdalena Frech; Belinda Bencic, 6-3 y 7-5 a Venus Williams; Jelena Ostapenko, 6-1 y 6-4 a Francesca Schiavone; Kaia Kanepi, doble 6-2 a Dominika Cibulkova; Shuai Zhang, 2-6, 7-6 y 6-2 a Sloane Stephens.
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