Rodrigo, el resucitado de Marcelino
Después de una larga época de sequía y críticas en Mestalla, el hispano-brasileño marcó con la selección contra Albania y enlaza cinco partidos seguidos marcando
En el primer partido de Liga en Mestalla, Rodrigo (26 años, Río de Janeiro, nacionalidad española) salió del campo sustituido por Santi Mina, y la grada arremetió contra él: muchos pitos. Llegó a la banda y antes de sentarse en el banquillo le dio un puntapié a un botellín de agua. Siete días antes, frente al Atalanta en el Trofeo Naranja, también le había llovido la bronca de la hinchada tras fallar un mano a mano con el meta italiano. Estaba frustrado. Su trabajo no encontraba recompensa.
Menos de dos meses después, el domingo pasado, casi dos meses después, Mestalla, estadio fiel pero exigente, se levantó para premiarlo con una ovación. Este viernes el Rico Pérez, donde jugó con España, también lo aplaudió. Con el de la selección, Rodrigo enlazaba cinco partidos seguidos marcando: cuatro en Liga y el de Albania. Asoma la cabeza aquel jugador que empezó a golear de pequeño en el Colegio Anglo Americano de Barra da Tijuca en Río de Janeiro y que hasta noviembre de 2016, cuando Deulofeu le arrebató la marca, era el máximo goleador histórico de la Sub 21.
Hasta su reciente explosión, analizarlo resultaba contradictorio. Rodrigo ha sido en el Valencia un punta con poco gol y uno de los jugadores más indigestos para la grada, que se había cansado de esperarlo. El hispano-brasileño, cuarto capitán de la plantilla, es en cambio uno de los más profesionales del día a día en Paterna. Sus movimientos son inteligentes, sus caídas a banda siempre tienen sentido y sus desmarques de ruptura son académicos. “En las pruebas de resistencia y velocidad es de los primeros”, comenta un empleado. Por eso, desde que llegó al club hace cuatro temporadas, ha sido indiscutible para todos los entrenadores. Su carencia, en cambio, era el gol. Hasta llegar a él todo lo hacía bien. En cambio, cuando tenía que ser letal, solía fallar. Todo es diferente desde hace dos meses. Rodrigo ha renacido desde la llegada de Marcelino. Es otro jugador, el delantero completo que trabaja y golea. Su reto es no bajarse de esa ola.
Detrás de cada factor positivo en el actual Valencia está escondido Marcelino, el gran demiurgo del nuevo equipo. “Marcelino le ha hecho mucho bien a Rodrigo. Hay una faceta del técnico que se os escapa. Es la de la psicología. La maneja muy bien, aunque Rodrigo mentalmente es fuerte y nunca se queja”, añade otro empleado.
Las palabras del cambio
El 17 de septiembre, en la previa del partido con el Málaga, Marcelino le sacó brillo a la figura de Rodrigo: “Desde que Rodrigo está con nosotros es el delantero que más corre, el que más participa, el que más metros recorre a alta intensidad, el que más ayuda en el trabajo colectivo. Me tengo que ceñir a eso. Es un delantero que va a mejorar seguro en su rendimiento; que puede que esté ansioso, que puede, no lo sé, que tenga una influencia negativa sobre él su trayectoria anterior en el Valencia pero yo veo a un delantero con muy buenas condiciones y con una actitud encomiable. Y si tiene condiciones y tiene actitud, me extrañaría que en el recorrido de esta temporada no nos ofreciera un gran rendimiento”.
Dicho y hecho. Rodrigo subió de revoluciones, en aquel partido marcó, y rompió a hacer goles. Antes de las palabras de su entrenador llevaba un gol, después de aquel chute de autoestima ha hecho tres tantos más (cuatro con el de la selección). Con esa racha acaba de igualar a legendarios del club como Mundo, Waldo, Kempes y Villa, que también golearon en cuatro partidos seguidos con el Valencia.
Adalberto Machado, padre de Rodrigo, lateral izquierdo del Flamengo en los años 80 y campeón Sub 20 con Brasil en México en 1983, achaca el pobre rendimiento de su primogénito al baile de posiciones al que ha sido sometido desde que llegó al Valencia. Objetivamente no le falta parte de razón. Hasta la llegada de Marcelino apenas ha jugado dos ratos como delantero centro. “Si llevas 15 años entrenando las finalizaciones, cuesta mucho pasar a entrenar los centros laterales y alejarte del área. Se te olvidan los automatismos y pierdes tu identidad”, explica. “Antes jugaba en banda y bajaba mucho para ayudar en defensa. Eso le penalizaba aunque jamás ha protestado. Las dos lesiones que ha superado en las dos últimas temporadas tampoco le han ayudado. Ahora entrena y juega de delantero centro, su verdadera posición”, agrega.
Cuando Gonzalo Naya, jefe de prensa del equipo, le comunicó su convocatoria con la selección para los partidos contra Albania e Israel, Rodrigo se marchaba de Paterna tras el entrenamiento. Se lo tomó a guasa. Gonzalo le enseñó el móvil y Rodrigo sonrió. Había perdido el gol pero nunca perdió la sonrisa. El viernes goleó en Alicante, cerquita de su segunda residencia, la localidad de Aspe, donde vive la familia de su pareja y pasa buena parte del verano. Rodrigo ha vuelto a la Roja, ha recuperado gol y sigue en racha. Israel está en su punto de mira.
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