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España sucumbe ante la magia eslovena

La selección española, desfigurada y sobrepasada por juego, rapidez y puntería, se desploma con estrépito ante el recital de Doncic, Dragic y compañía, y tendrá que luchar por la medalla de bronce

El equipo celebra el triunfo ante Pau Gasol. Juan Carlos Hidalgo EFEFoto: atlas | Vídeo: ATLAS
Robert Álvarez
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Doncic, un jugador de dibujos animados

Eslovenia, un equipo tan maravilloso y desacomplejado como su líder Dragic y como su joya de 18 años, Doncic, fulminó a España, la escuadra que ha mandado en Europa con mano de hierro durante los últimos tiempos. El equipo del serbio Igor Kokoskov, un entrenador forjado en Estados Unidos, en la órbita de la NBA, venció con todas las de la ley, con un recital de juego armónico y letal, bien concebido y mejor ejecutado, y con una tromba de triples, 10 al descanso, 14 al final.

La imponencia de los hermanos Gasol quedó difuminada en un partido para olvidar por parte de todo el equipo español. Necesitaba de la mejor versión más feroz de sus torres. Se quedaron a medias; Navarro, fuera de foco; Sergio Rodríguez, sin el reprís que le caracteriza; San Emeterio, Sastre, Juancho... todos acabaron hechos trizas por el vapuleo esloveno.

ESPAÑA, 72; ESLOVENIA, 92

España: Ricky (13), Navarro (0), San Emeterio (6), Marc Gasol (12), Pau Gasol (16) –equipo inicial-; Sergio Rodríguez (9), Willy Henangómez (6), Sastre (3), Oriola (2) y Juancho Hernangómez (5).

Eslovenia: Dragic (15), Blazic (7), Doncic (11), Randolph (15), Vidmar (12) –equipo inicial-; Rebec (0), Nikolic (7), Prepelic (13), Zagorac (5), Dimec (7) y Cancar (0).

Parciales: 19-25, 26-24, 12-24 y 15-19.

Árbitros: Maranho (Brasil), Sahin (Italia) y Rosso (Francia).

Sinan Erden de Estambul. 3.571 espectadores. Semifinal del Eurobasket.

La caída fue durísima para el equipo de Scariolo, tan poco habituado a ser objeto de semejantes vapuleos, ganador de tres de los últimos cuatro Europeos, el último en Francia con una demostración de poderío abrumador. España no había deslumbrado a lo largo del presente campeonato, pero había resuelto con solvencia todos sus encuentros. También Eslovenia. Pero se albergaban muchas más dudas sobre un equipo que, pese a su buen hacer y a su recital en los cuartos de final ante Letonia, no está curtido en situaciones tan cercanas a la cumbre.

Nada le arredró, al contrario. Dragic meció el juego y Doncic impuso su talento en todos los rincones de la cancha, con una estadística cercana al triple doble: 11 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias. Una confirmación de su fuste de estrella. La victoria fue todo lo coral que merecía la solidaria y bravísima concepción del juego de los verdes, con Muric, Prepelic, Vidmar y por supuesto Randolph, todos con números destacados. Eslovenia, un país que había producido generaciones de muy buenos jugadores, no había ganado nunca una medalla. Ahora, tal vez cuando menos se esperaba, ya la tiene. Ya está en la final, y con la pinta de los equipos grandes de verdad, y admirable como pocos.

España despegó con tibieza y se fue deslizando hacia el abismo en uno de los peores días que se le recuerdan. En muy contadas ocasiones había sucumbido de tal manera. Le faltaron piernas y colmillo para frenar el aluvión de triples. Cinco jugadores eslovenos se repartieron los seis que clavaron en el primer cuarto, Prepelic se añadió al festival nada más empezar el segundo y Doncic poco después. Eslovenia jugaba con desparpajo, movía el balón con rapidez, encontraba jugadores en posiciones abiertas, relativamente liberados. Y la defensa española no se podía centrar en uno en concreto. Eran muchos, hasta siete, los que demostraban una puntería fenomenal.

La ventaja eslovena se abrió hasta los ocho puntos (19-27), justamente en el momento en el que Sergio Rodríguez anotó el primer triple para España. Acabó con una terrible sequía que amenazaba con desfigurar el ataque español, por más flema que le echaran cuantos acumularon hasta siete fallos iniciales seguidos desde la máxima distancia.

España no se encontraba a gusto. Solo Ricky Rubio movió con alguna agilidad el marcador en los primeros compases. Se trataba de castigar la defensa de Dragic, y lo hizo. Pero le costaba afinar la mirilla al ataque español o encontrar alternativas. Con Sergio y Ricky en la cancha, con Juancho emparejado con Doncic, y sobre todo con una mejora sustancial en el rebote, España despabiló. Limó parte de la ventaja eslovena (35-37). Pero la defensa del equipo de Scariolo seguía concediendo demasiados tiros abiertos y los eslovenos no paraban de bombear su marcador a base de triples (38-47).

El juego se convirtió por momentos en un toma y daca en el que cada pérdida de balón suponía automáticamente una canasta del rival, y cada pequeña ayuda de más en defensa la aprovechaban los bases, Dragic y Ricky, para regalar canastas a los hombres altos, Pau Gasol y Vidmar. Eslovenia mandaba al descanso (45-49), con 10 de 15 en triples frente a la pobre estadística española con 2 de 12. España compensó una parte de ese desequilibrio con los tiros libres que forzó sobre la defensa eslovena.

Pero lo peor para el equipo español estaba por llegar. Su inicio en el tercer cuarto fue fatídico. Falló sus cinco primeros tiros y perdió un balón, concedió canastas al contrataque y el resultado fue que el equipo esloveno se adueñó por completo de la escena. Abrió una brecha enorme (55-73) y empezó a acariciar la idea de dejar el asunto medio zanjado, cada vez más difuminada la posibilidad de un vuelco. Así sucedió. Eslovenia llegó a dominar por 21 puntos (67-88) y solo le falto dar la vuelta al ruedo para redondear una actuación excepcional. El equipo español, roto, hundido, entregó la cuchara.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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