Un club brasileño ficha a un portero condenado por un asesinato
Bruno Fernandes está acusado de ordenar matar a una modelo, pero sale de prisión por el retraso de la justicia con su caso
El portero Bruno Fernandes de Souza salió de la cárcel a finales febrero, tras cumplir casi siete años de prisión. Condenado a 22 años y 3 meses por haber ordenado el asesinato de la modelo Eliza Samudio, el deportista ha cerrado ahora contrato con un nuevo club, el Boa Esporte, de Minas Gerais (Brasil). El caso ha indignado a grupos feministas del país, que consideran que se banaliza la violencia machista contra la mujer y, además, deja al descubierto la fragilidad del sistema penal del país, donde estar en prisión sin condena firme por la lentitud judicial es lo normal.
Bruno fue condenado en primera instancia el 8 de marzo de 2013, Día Internacional de la Mujer. El futbolista recurrió inmediatamente su ingreso en prisión. Ahora, cuatro años después, debido al retraso en resolver del Tribunal de Justicia de Minas Gerais, el Supremo Tribunal Federal (STF) decretó la libertad del futbolista. El escándalo ha llevado al propio tribunal de Minas Gerais a emitir una nota para culpar del largo retraso en resolver a la enorme cantidad de recursos presentados por este reo y otros cuatro.
La lentitud de la Justicia no es exclusiva del caso Bruno, pero sus consecuencias se han hecho más visibles porque se trata de un crimen que tuvo gran repercusión. “Es un absurdo que Brasil aún no haya establecido un plazo máximo para la duración de la prisión preventiva. Eso abre espacio para la violación del derecho a ser juzgado en un periodo razonable. Los procesos se prolongan así seis, siete años y mientras la gente está en prisión preventiva", asegura el profesor de derecho procesal penal de la PUC-RS, Aury Lopes Júnior,
Aunque nunca haya admitido haber sido la persona que ordenó el asesinato de Eliza Samudio, Bruno sí ha reconocido que intervino para resolver la pelea que había entre Eliza y su amigo Macarrão, condenado por la ejecución del crimen, que sigue preso. Poco después de la condena, en 2014, el portero intentó volver a los campos. Aquel año cerró un contrato con el equipo Montes Claros Fútbol Club, pero el tribunal de Minas no autorizó su salida de la prisión para que se entrenase o jugase con el equipo, alegando que el privilegio del trabajo externo no estaba previsto legalmente para condenados en régimen cerrado.
Ahora, en libertad provisional, Bruno prepara el retorno al fútbol, aunque sus problemas con la justicia continúan. Incluso con contrato firmado hasta 2019 con el Montes Claros, con el que tiene una cláusula de rescisión, Bruno acaba de firmar un compromiso con otro club de Minas Gerais,el Boa Esporte. El problema es que puede volver a prisión incluso antes de volver a jugar. El abogado Lúcio Adolfo, responsable de la defensa de Bruno, dijo a EL PAÍS que no cree en esa hipótesis. “Con Bruno preso tardaron cuatro años para juzgar el recurso. No es posible que ahora que él está en libertad vayan a querer acelerar el asunto, ¿no?”.
Un informe del Departamento Penitenciario Nacional apunta que el 45% de la población reclusa está formada por presos provisionales, lo que supone a casi 300.000 personas. El déficit de defensores públicos — menos del 30% de las comarcas de Brasil son atendidas por la Defensoria Pública, según la Asociación Nacional de los Defensores Públicos — agrava la condición de los presos que no tienen recursos para contratar abogados. En el comunicado sobre el caso Bruno, el tribunal de Minas argumentó que es como otros "miles en el Brasil”. “Nuestro modelo de ejecución penal es arcaico, ineficiente y conservador”, dice Maya.
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