La cancha de fútbol más torcida del mundo
La federación argentina manda a corregir el campo del Club Liniers, más un trapecio que un rectángulo
Existen muchos empleos difíciles de hacer en el mundo pero hay uno que pocos conocen y que sin lugar a dudas merece un lugar de privilegio en esa nómina. Todos aquellos que hayan jugado por los laterales de la cancha del Club Social y Deportivo Liniers pueden dar cuenta de ello. El campo de juego del estadio Juan Antonio Arias está torcido hace 30 años y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que recién se da por enterada, ha ordenado una refacción integral. El club, al cual llaman La Topadora, asumió las obras con la mayor premura posible a pesar de los escasos recursos con los que cuenta una institución que milita en la última categoría del ascenso argentino, la Primera D.
“Hay un problema de encuadre”, ha reconocido el presidente de la institución ubicada en la localidad de La Matanza, a 40 minutos de Buenos Aires. Marcelo Gómez explicó a la prensa que todos los aficionados y los jugadores que pasaron por ahí ya conocían la irregularidad del terreno construido en Bermejo 5050, en el barrio de San Justo. “Cuando en los comienzos de la década del 80 Julio Grondona advirtió a los clubes que no tenían estadio propio que se venía la desafiliación, uno de los pocos en tomar seriamente el mensaje fue Liniers, que inmediatamente y con gran esfuerzo logró adquirirle al Estado Nacional las 7 hectáreas y media que ostenta en Villegas”, contó el club en un comunicado. “La estructura original del campo de juego se mantuvo por los años, y hasta fue motivo de alguna risueña conjetura: ‘La cancha parece un trapecio’”, dice el escrito en el que también hablan de hostigamiento de la AFA contra la modesta institución.
El estado de los estadios en Argentina es, en líneas generales, calamitoso. En los últimos años, incluso, la Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide) ordenó a muchos clubes eliminar o acolchonar los paredones perimetrales que divide a las gradas del terreno de juego. El punto de inflexión fue el fallecimiento del jugador de San Martín de Burzaco, Emanuel Ortega, quien en 2015 impactó su cabeza contra el muro de la cancha de su club en un partido contra Juventud Unida por la Primera C. Liniers fue uno de los equipos que cumplió con mayor rapidez las obras para mitigar esos riesgos. Incluso, las obras no impedirán que siga usando el estadio. Según fuentes allegadas al club, esperan reanudar el torneo en febrero con el campo corregido.
Pero ahora tienen otro problema. El campo de juego del estadio inaugurado en 1987 presenta una imagen surrealista si se le mira a vuelo de pájaro, aunque la distorsión no afecta demasiado a los jugadores. Una de las áreas mide 37 metros de ancho, mientras que la otra tiene 2 metros más. Lo mismo ocurre si se divide al terreno por la mitad. De un arco a la línea central se miden 48 metros, aunque del otro lado se cuentan casi 54 metros. La irregularidad queda demostrada si se traza una recta desde uno de los postes: no terminará en el otro poste sino en la mitad del arco. Si un arquero saca un remate perfectamente recto desde el centro de su arco, la pelota se perderá por la línea de fondo del arco de enfrente.
“Muchos centros sencillos se metían en el arco porque los arqueros perdían la referencia, y de hecho hubo un jugador nuestro que es recordado porque hizo goles olímpicos como loco. Se trata de Silvio Fuentes, un zurdo que en un mismo campeonato llegó a marcar 5 de esa manera”, recordó Gómez al diario La Nación. Sobre las versiones de tamaño error, el presidente de la institución que marcha en la segunda posición del torneo dijo que existen dos versiones: “Una indica que fue para aprovechar las partes más parejas del terreno, ya que se trataba de siete hectáreas hechas con relleno. La otra sugiere que está cruzada para que la salida y puesta del sol no encandilen a ninguno de los arqueros”. De una forma u otra, Liniers deberá invertir el doble de su presupuesto anual para que la noche no se le venga encima.
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