El olimpismo en el país de Luis Suárez

Antes de su partida a Río de Janeiro, Uruguay despidió la semana pasada en una solemne ceremonia a 17 héroes de verdad, atletas casi todos calificados en estos juegos por mérito y esfuerzo propio, algunos dejando sus trabajos, hipotecando su futuro (y hasta su casa) para entrenar, todos movidos por algo diferente a la sed de gloria, ya que siempre han sabido que sus posibilidades de éxito son escasas.

Con 10 medallas en sus 92 años de olimpismo, el país rioplatense obtuvo la mayoría de sus victorias a principios del siglo XX, incluyendo dos medallas de oro en fútbol (en 1924 y 1928) que hasta el día de hoy figuran como dos de las 4 estrellas de la camiseta del equipo nacional, La Celeste. Pasados los años del apogeo económico, sólo el fútbol se mantuvo a su máximo nivel: la última medalla cosechada por Uruguay fue en Sidney en 2000. Este año La Celeste no estará en Brasil.

La foto oficial de la delegación olímpica, homenajeada el pasado viernes en el Palacio Legislativo de Montevideo, muestra un conjunto de deportistas que competirán en atletismo (la mayor delegación), vela, natación, judo, equitación y tenis. Todos irán a Río de Janeiro por amor al deporte, sin importarles la desventaja que los separa de los deportistas de otros países.

Hay un campeón de judo que pudo clasificarse pero dejó atrás a su hermano, también judoca y compañero de entrenamientos. Unos mellizos correrán juntos en maratón y una pareja que ha tenido que superarse en el trabajo en equipo competirá en yachting.

Así, a pares, las historias son todas una odisea. El campeón de judo Pablo Aprahamián se calificó gracias a la cuota continental, pero su hermano Mikel, en otra categoría, se quedó sin ir a Rio. Pablo dejó este año su trabajo como contable de una multinacional para dedicarse a la competición, pagando de su bolsillo viajes y gastos, con el único objetivo de medirse con los otros atletas y mejorar. Número 81 en la clasificación mundial, el próximo 11 de agosto peleará con alguno de los mejores del mundo. La competición es por eliminación directa y si pierde el primer combate quedará afuera.

Los mellizos Nicolás y Martín Cuestas correrán la maratón el próximo 21 de agosto. Ambos se clasificaron para los Juegos en la maratón de Buenos Aires del 2015 y desde hace poco se dedican exclusivamente a prepararse para ir a Brasil. En estos años compaginaron los entrenamientos con todo tipo de trabajos: fueron jardineros y hasta policías. Saben que obtener una medalla en la disciplina es imposible, pero sueñan con mantenerse en la competición de alto nivel con una buena marca.

Mariana Foglia y Pablo Defazio se conocieron navegando en 1998, se casaron en el 2008 y tienen una hija. Competirán juntos en vela en la clase Nacra 17 después de sortear múltiples dificultades deportivas y extradeportivas, como conseguir miles de dólares para comprar su actual barco nacra.

“En el país de Luis Suárez y Edinson Cavani, el olimpismo es un antifútbol: ser profesional es asumir un riesgo del que seguramente no se obtendrá ningún rédito”, explica Martín Natalévich, uno de los autores de un documental que se estrena el próximo 2 de agosto en Montevideo. “Olímpicos” narra las historias de vida de los deportistas uruguayos, sin olvidar a aquellos que pasaron varios años de esfuerzo pero no lograron clasificarse para Rio.

Para estos juegos, los primeros celebrados en América Latina, Uruguay lleva a Brasil una de las mejores delegaciones de su historia. Si hay medalla, el olimpismo saldrá por un momento de la sombra del fútbol.