La vuelta olímpica de México en un aeropuerto
Las selecciones masculina y femenina regresan a casa tras coronarse en la Homeless World Cup
María Guillermina no soltaba un cartel verde chillante. En él traía escrito “Bienvenida Jessica. México campeón”. Veía con insistencia a la puerta de cristal y a las pantallas con el parte del vuelo. Hace más de 48 horas, su hija se convirtió en campeona de la Homeless World Cup. No quiso esperar para recibir a su primogénita en Colima y tomó un vuelo directo a la Ciudad de México. La señora María se unía a los cánticos de las otras familias de los seleccionados mexicanos. El aeropuerto de la capital mexicana se volvió un estadio más.
“Estoy aquí por la tenacidad de mi hija. Le encanta el fútbol, pero su motivo para seguir es el deporte. Hace unos años me casé por segunda vez y me mudé a Tijuana, Jessica prefirió quedarse en Colima porque no quería abandonar a su equipo de fútbol”, dice mientras mueve los ojos de lado a lado para evitar que le salga una lágrima. María Guillermina está peleada con la tecnología, pero eso no impidió que sus sobrinos le comunicaran de los resultados de los partidos, incluso cuando fue la primera comunión de otro de sus hijos.
A las puertas de cristal de las llegadas internacionales del aeropuerto de la capital mexicana se atrincheraron algunas de las familias con carteles, globos, pasteles y fotografías. Aguardaban de pie a sus héroes del fútbol callejero. El himno de aliento fue el Cielito Lindo. Los campeones salieron al mismo tiempo con los trofeos de campeones y una bandera. Posaron a la derecha, luego a la izquierda. Se abalanzaron por un abrazo con los suyos.
“Me gustaría que les dieran seguimiento a estos chicos. Si traen talento, pueden seguir. A veces no lo aprovechan”, pide Gladis Gómez, madre de Rubí Carrera. Ella ya traía en su ADN el instinto por jugar a la pelota, sus padres lo jugaban de jóvenes. “Ya viene de familia, pero ella salió mejor”, sentencia. Rubí y su mamá son comerciantes en los parques en donde la ahora campeona mundial se lucía como mediocampista. En casa la esperan con una fiesta.
Daniel Copto, presidente de Street Soccer, luce somnoliento. Levanta la mano para saludar a sus compañeros y deja que los campeones festejen con los suyos. “El talento de estos chicos pasa, la mayoría de las veces, inadvertido. Aprovecharon al máximo esta única oportunidad”, enfatiza y continúa “les estamos ayudando a conformar un plan. Casi todos los seleccionados tienen planeado regresar a la escuela, algunos pueden ser contratados como promotores del programa en los institutos del deporte en su entidad”.
Luis Amezola nunca había estado rodeado de cámaras y de reporteros que le preguntaran sobre su experiencia. Él sólo se reúne con sus colegas y se ríe. Sabe que es su momento. Luce en su cuello la medalla. Luis dejó huella en Glasgow, Escocia tras marcar uno de los mejores goles del torneo, una chilena en medio campo que se escabulló en la portería de India. “Solo lo pensé y me salió”, finaliza y encoje los hombros.
“La pasamos un poco mal en la semifinal contra Rusia. En cuatro minutos le dimos la vuelta, pero antes de eso ya me sentía fuera del torneo”, comenta el capitán y guardameta Daniel De la Vega. Fue uno de los primeros que salió para lucir el trofeo de campeones mundiales. Antes de partir con su madre y hermana finaliza “ya estaba harto de la comida de Europa, tengo ganas de unos pambazos (un bollo con papas y chorizo)”.
Hace un año Marco Bernal llegaba de un vuelo de Ámsterdam tras ser campeón de la Homeless World Cup. Su esposa, Karla Palma, lo esperaba junto con su hijo Alexis Giovani. Esta vez los roles cambiaron, pero no el éxito. Ambos portaron el número cuatro en la espalda y fueron capitanes de sus equipos. Esta vez, la tenacidad de Karla le hizo honor con el premio a la mejor jugadora del certamen. Marco le dio otro más, una rosa. Ellos regresarán a casa en el Estado de México. Algunos más tendrán que esperar más horas para reencontrarse con los suyos.
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