Roberto Carcelén: “Por mi historia ahora tengo un compromiso”
El esquiador peruano que compitió lesionado en Sochi cree que debe compartir su mensaje para que otros logren sus objetivos y se eleven de la desigualdad y la pobreza.
Roberto Carcelén pensaba retirarse después de competir en la prueba de esquí a campo traviesa en las Olimpiadas de Invierno de Sochi. Quería convertirse en promotor del deporte en Perú, país del que migró con 31 años. Se lesionó días antes de la carrera, de 15 kilómetros, pero decidió seguir adelante y competir, pese a tener dos costillas rotas y un desgarramiento de muslo, para "ser inspiración y para que las personas, en Perú y en otros países sepan que pueden cumplir sus objetivos". Finalmente, concluyó la prueba, 28 minutos después del primero, entre los aplausos del público y del vencedor. "Esto me cambió la vida", comenta en una entrevista a EL PAÍS.
Tras participar en la clausura de los Juegos como abanderado de la pequeñísima delegación peruana, el esquiador de 43 años llegó la mañana del pasado martes a Lima a compartir el logro con sus seguidores. “Antes de la competición, cuando ya se sabía de la lesión, recibía unos 100 mensajes diarios de ánimo y felicitación por haber decidido ir hasta el final. Me llené de mucho positivismo y energía. Pero después de llegar a la meta, esto ha cobrado una dimensión inesperada, recibo unos 1.000 mensajes a diario, algunos agradecen porque dicen que les he cambiado la vida, que ahora tienen una meta que cumplir”.
¿Cómo está el cuerpo?: “Mejor, pero ayer intenté hacer abdominales y volvió el dolor”, responde el deportista, después de participar como invitado de honor a la clausura del programa para niños Unas vacaciones útiles en el Estadio Nacional, acompañando a Francisco Boza, exmedallista olímpico y actual jefe del Instituto Peruano del Deporte. El martes por la noche asistió a la premiación de un campeonato nacional de squash en un club privado, y su agenda hasta el 15 de marzo está casi llena de compromisos similares, en Lima y fuera de la capital.
Carcelén aprendió a esquiar en 2006 gracias a su esposa estadounidense, con quien vive en Seattle, y fue el primer peruano en clasificarse para unos Juegos Olímpicos de Invierno, en Vancouver 2010. Cuando vivía en Perú no fue un deportista a tiempo completo, pues debía trabajar para mantenerse, pero era corredor de tabla (surf) y de maratones. Desde entonces es socio de una empresa que organiza circuitos para correr en Cusco, en los Andes del sur.
Cuando contó en su página web su decisión de no retirarse de las Olimpiadas, como recomendaron los médicos en Austria -donde entrenaba-, colocó fotos suyas, vestido con ropa deportiva, acompañado de niños de comunidades de las alturas de Cusco y sus padres. ¿Por eso quiere que su ejemplo sirva a chicos como ellos?
“Sí, aunque no se necesita ir a las comunidades para darse cuenta que en Perú hay mucha desigualdad y pobreza. Pero mi historia también es un mensaje contra el racismo y la discriminación, para llevarlo a donde se necesite. Tener un objetivo puede hacer que estas personas se eleven de la pobreza, y puedan, como se dice salir de su cuadrado, y mirar las cosas de otra forma”.
“Esta es una historia de optimismo, de lucha contra la adversidad que puede llegar a más personas en un contexto de contradicción social, económica, política y racial”, añade.
Carcelén tomó esas fotos hace un par de años. “Corrí con estos chicos, vi su potencial, analicé mucho su capacidad física, que es espectacular, y también les tuve que contar qué eran las Olimpiadas y el esquí”.
El peruano trabaja en una consultora de comercio electrónico, un trabajo que puede hacer desde cualquier lugar. “Siempre he tenido claro que debía tener un trabajo para mantener a mi familia, pero he conversado con mi esposa y quizá en medio año nos mudemos a Perú para el trabajo que quiero hacer”, señala.
En una conferencia de prensa el pasado día 25, el esquiador explicó que la puerta que se ha abierto en los Juegos de Invierno para los peruanos no se debe cerrar, por ello formará deportistas en este campo. Como en Perú no es posible esquiar dada su geografía irregular y la disminución de nieve a causa del cambio climático, traerá unos patines con deslizadores para ese entrenamiento. Y con esos simuladores podrían practicar incluso en arena.
Cuando en 2009 The New York Times se hizo eco de su clasificación para Vancouver, el diario destacó que como parte de su preparación, Carcelén leía mucha información sobre esquí, impresa o en internet.
“Principalmente era vídeo. Veía a los deportistas que me parecía tenían una técnica perfecta y me visualizaba días y semanas haciendo las cosas como ellos. Y por supuesto, entrenar, hasta que sale naturalmente”, explica a EL PAÍS.
Cuando avanzaba los 15 kilómetros de la competencia en Sochi, el mayor obstáculo fue el dolor. “En mi mente tenía el cruzar la meta y que millones de personas se iban a inspirar por una historia que los iba a impactar. Esto me cambió la vida porque ya tengo un compromiso, una responsabilidad”, agrega.
Carcelén es muy activo en las redes sociales y en su página web, y explica por qué. “Me sigue mucha gente y, como otros atletas, quiero transmitir un buen mensaje. El medio social en internet es espectacular para unir o para destruir”.
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