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Pingüinos en los Pirineos

Un esprínter, Ratto, gana en la gran montaña, donde se desfondan Purito y Valverde y se retira Basso

Ratto celebra su triunfo en La Gallina.
Ratto celebra su triunfo en La Gallina.JAIME REINA (AFP)

Si en el ciclismo puede pasar de todo, tenía que llover. Y llovió como se preveía, y más de lo que se preveía. E hizo más frío del que se esperaba (cinco grados en Envalira a 2.400m de altura) y los ciclistas se hicieron daño unos a otros y ellos solos en el primer asalto a los Pirineos, algo así como el ordeno y mando de la carrera. Que varios ciclistas tuvieran que abandonar por hipotermia en septiembre no deja de ser sorprendente. Pero que se lo pregunten a Ivan Basso o a Luis León Sánchez, que se fueron al coche del director ateridos de frío y después a casa, encogidos por el contraste del antiguo calor y el presente frío. Y en ese aire épico, de chubasquero, perneras, manguitos, la carrera puso a un esprínter por las nubes, el italiano Daniele Ratto, un velocista que estuvo en la fuga masiva desde el kilómetro tres y que poco a poco fue descosiendo al grupo hasta quedarse solo y soñar, primero, y creer después en la victoria que consiguió. Es el nuevo ciclismo: un esprínter ganando la primera gran etapa de montaña, porque en el ciclismo puede pasar de todo y por eso tenía que llover.

Pero bajo la lluvia y entre el frío, quien más ganó fue el líder Nibali, que amenaza con quedarse mano a mano con el americano Horner como espadachines de la carrera. Porque Basso se tuvo que marchar, porque Roche tuvo que ceder. Porque Purito Rodríguez tampoco pudo seguir el golpe de pedal de los dos mejores. Y porque Valverde se quedó bajando Ordino y luego tuvo que hacer una cronoescalada para reducir el tamaño del estropicio. Era un día de hielo, día de pingüinos para ciclistas, ya hueso y piel, que venían del sudor y del calor, de la playa y los vientos cálidos, y se toparon con el general invierno, con una sensación térmica insospechada que fue tumbando ciclistas como si les clavaran témpanos en el cuerpo.

Clasificaciones

Etapa

1. Daniele Ratto (Cannondale) 4h 24m 00s

2. Vincenzo Nibali (Astana) a 3m 53s

3. Christopher Horner (Radioshack) a 3m 55s

4. Joaquim Rodríguez (Katusha) a 4m 11s

General

1. Vincenzo Nibali (Astana) 53h 56m 49s

2. Christopher Horner (Radioshack) a 50s

3. Alejandro Valverde (Movistar) a 1m 42s

4. Joaquim Rodríguez (Katusha) a 2m 57s

El frío sustituyó a las caídas como pórtico de las desgracias. Unos cayeron en Envalira, como Basso; otros, como Valverde, en Ordino. Todos bajando. “Iba mareado y de pronto no podía dar pedales. Luego, ya subiendo, me di cuenta de que seguía teniendo frío y eso es un síntoma malísimo”, decía el murciano explicando su retraso frente al reducidísimo grupo de los mejores. El frío sustituyó a la táctica. Hasta el ascenso a Envalira había lógica deportiva, con el Katusha y el Euskaltel revolviendo la sopa en promesa de batalla. Luego imperó el espíritu de supervivencia.

Bajar era peor que subir. Muchos sudaban subiendo, todos se congelaban bajando. Más que puertos de montaña eran centros de salud, siempre con Ratto, implacable, gozoso con la lluvia, por delante. Resulta que el muchacho debía ayudar a Basso en el primer puerto, pero con Basso en el coche, la carretera le presentó el horizonte de la meta. No se trataba de alcanzar a Ratto, un lobo estepario por los Pirineos, sino de alejar a Valverde. Y poco a poco el grupo se fue haciendo pedazos como cuando se rompe un jarrón chino, que se convierte en una alfombra muy valiosa. Y lo pagó Roche, y Valverde, que tras la ayuda de Herrada fue devorando kilómetros, curvas, desniveles como un poseído que se recupera tras el mareo y se da cuenta de que sí siente las piernas y de que se llama Alejandro Valverde y es quien es.

Pero el mano a mano, el tango de los Pirineos, lo bailaban Horner y Nibali, aparentemente el duelo de la Vuelta por las flaquezas ajenas y la fortaleza propia. Ambos se quitaron de en medio algunos rivales o los echaron de su pequeño apartamento de montaña. Pero el frío no es gobernable y a partir de ahora puede atacar por cualquier costado promoviendo cualquier desenlace como poner a un esprínter por las nubes o congelar a los escaladores. Todo puede pasar. Por eso llovió. Y heló.

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