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EL CHARCO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un domingo cualquiera

Tigre, que nunca ganó un título, puede proclamarse hoy campeón y, al mismo tiempo, está comprometido seriamente con el descenso

Mariano Echeverria y Matías Escobar celebran un gol de Tigre a Boca.
Mariano Echeverria y Matías Escobar celebran un gol de Tigre a Boca.REUTERS

En Argentina nos desayunamos lo extraordinario con dos cucharaditas de azúcar. Eventos que en otras latitudes serían considerados rarezas se suceden con fluidez interminable. Aquí, las noticias extravagantes de la mañana son tapadas por otras antes del almuerzo y lo mismo nos da que pase el cometa Halley 30 años antes de lo previsto o que un vicepresidente con 49 causas en la justicia federal nos aleccione desde un púlpito sobre la moral de los pueblos en el Día de la Bandera. No es noticia. O sí, lo es, pero solo hasta que cinco minutos después sucede la siguiente excepcionalidad.

No hablo de rarezas como haber visto todo el año a River Plate (ascendido) y Rosario Central en la Segunda División y a Huracán a punto de bajar otra categoría, ni de observar cómo otro club grande como San Lorenzo se tambalea al borde del abismo del descenso. Tampoco me refiero a las campañas de Arsenal y Tigre, dos equipos humildes que nunca ganaron un título y que son los que más posibilidades tienen de alzarlo hoy, antes de comenzar la última fecha. Después de todo, los argentinos ya vimos coronarse a 16 clubes diferentes a lo largo de la historia.

Me refiero a situaciones que hacen al realismo mágico de nuestra cotidianeidad, como que, hasta hace solo tres días, Tigre podía ser campeón y no ser campeón al mismo tiempo. Me explico: Tigre, tras una gran campaña, tiene las mismas posibilidades que Arsenal de consagrarse hoy. Ambos equipos están dos puntos por encima de Boca, pero Tigre se encuentra también seriamente comprometido en el promedio del descenso. Por eso Tigre puede coronarse y, a la vez, descender; y ninguna parte del reglamento especifica qué sucede en estos casos.

De acuerdo a los resultados de hoy, puede suceder que Tigre deba jugar un desempate por el título contra Arsenal y también un desempate por el descenso

Consultados por la situación, tanto Meiszner (exsecretario de la AFA) como Steimber (encargado de prensa de la AFA) como Bialo (vocero de la AFA) opinaron desde una lógica de la que el propio sistema carece: dijeron que un equipo que pierde la categoría (o sea, que ya esta en la B) no podría ganar el título y, dado el caso, debería ser campeón el segundo en la tabla. Por supuesto que, coherente en su inconsistencia, la decisión final del comité fue la contraria a la de su vocero (al menos, hasta ahora mismo). Pero, claro, no todo es tan sencillo. De acuerdo a los resultados de hoy, puede suceder que Tigre deba jugar un desempate por el título contra Arsenal (o incluso un triple desempate si ambos empatan y Boca gana) y también un desempate por el descenso (si Rafaela y San Martín de San Juan ganan sus respectivos partidos). La AFA decidió finalmente que, en este caso, Tigre juegue primero el desempate por el título y luego el del descenso, salvo que a la definición ingrese también Boca, que debe disputar la final de la Copa Libertadores. En ese caso, Tigre jugaría primero el desempate por la promoción y luego el desempate por el campeonato. O sea, podría estar en la B antes de ser campeón de la A. Por si esto fuera poco, puede darse aún otro caso: que Tigre deba jugar un desempate con Unión (si estos pierden con Estudiantes) para dilucidar quién juega la promoción del descenso. Algo así como un desempate para poder acceder a otro desempate para no descender mientras espera o antes de (lo siento, aquí ya me perdí) disputar un desempate para ser campeón.

No se preocupe si no lo entiende. Nosotros, tampoco. No pasa nada. Ya veremos después. Lo arreglamos sobre la marcha. Eso de las reglas claras nos resulta un concepto sospechoso, unas cadenas que estrangulan nuestra maravillosa creatividad. Patrocinamos la improvisación, total luego el estupor sobre sus consecuencias nos dura dos suspiros. Es así. No tenemos remedio. Nos hemos adaptado con naturalidad a lo inaudito y vivimos asilvestrados en la arbitrariedad.

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