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Defensora del lector
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El uso de la inteligencia artificial en EL PAÍS

El ‘Libro de Estilo’ recoge ya un protocolo de uso para esta tecnología con el objetivo de evitar la manipulación informativa

defensora
Fernando Hernández Puente
Soledad Alcaide

La llamada telefónica pilla a Fernando Vicente de pie ante el caballete. Este pintor, reconocido ilustrador de libros, discos y prensa, colabora desde hace más de dos décadas con EL PAÍS. Sus dibujos acompañan las tribunas de Irene Vallejo, como antes las de Mario Vargas Llosa. Tiene además más de 80 portadas de Babelia. En su último trabajo para la sección de Opinión, publicado el pasado domingo, retrató a Charles Darwin con un cazamariposas. Esta ilustración ha motivado la queja de un lector, David García. “Está generada por IA [inteligencia artificial]”, asegura en un correo, en el que también pregunta “si EL PAÍS lo sabía y, en el caso de que fuera así, por qué no se incluye una atribución compartida de responsabilidad”.

Al otro lado del móvil, Fernando Vicente lo niega con rotundidad y cierta frustración porque se ponga en duda su trabajo. “Soy un clásico y ni sé utilizarla”, afirma. Además, recuerda que la ilustración no requiere de la máxima precisión, por lo que admite que a veces le salen garabatos. “Estará mal dibujado”, dice sobre el retrato de Darwin.

El pintor e ilustrador Fernando Vicente, en su estudio, en Madrid, en marzo de 2023.
El pintor e ilustrador Fernando Vicente, en su estudio, en Madrid, en marzo de 2023.Samuel Sánchez

De haber utilizado IA, tampoco habría sido un problema. El Libro de Estilo recoge ya un protocolo de uso de esta tecnología, con el objetivo de evitar la manipulación informativa. Se basa en dos principios: que el contenido generado con IA siempre debe ser supervisado por un redactor, que se hará responsable de él, y que el periódico será transparente en comunicar el uso de IA.

Además, en coherencia con la prohibición de toda manipulación de la fotografía por su valor notarial, el manual agrega: “No se usarán imágenes, audios o cualquier otro contenido sintético generado por inteligencia artificial que puedan confundirse con la realidad, que puedan inducir a error, desinformar o violar la privacidad y el derecho a la propia imagen”. Esto excluye las ilustraciones, que no se consideran información, sino piezas artísticas de opinión que responden al criterio de sus autores.

“Los ilustradores que colaboran con el diario pueden usar la IA como herramienta, sin problema, siempre que avisen de ello”, confirma Diego Areso, director de Arte del periódico. “Si lo hacen, los elementos creados por inteligencia artificial deben ser un ingrediente secundario, sometido al concepto general de la ilustración y que no disminuya la calidad del material publicado. Es decir, no podemos publicar manos con seis dedos”.

Lo que no se hace, como criterio general, agrega, es publicar ilustraciones creadas completamente por IA generativa, salvo que acompañen artículos sobre ella. Es una medida de prudencia, porque todavía hay mucha incertidumbre sobre algunos aspectos de esta tecnología. “No está claro con qué imágenes se han entrenado esos motores de generación”, explica el director de Arte. “Y, desde luego, me preocupa el efecto que puede tener el uso de la IA en el ya de por sí económicamente precario mundo de la ilustración editorial”.

Fernando Vicente también está inquieto por esta última cuestión, porque ha podido ver cómo con la inteligencia artificial se hacen ya “cosas alucinantes”. “Todos los ilustradores estamos temblando ante lo que viene”, afirma, aunque es consciente de que afecta más a los jóvenes creadores, porque él ya tiene una carrera consolidada. El sector está cambiando tanto, agrega, que en dos de los tres contratos para ilustrar libros que le han ofrecido en enero ya incluyen especificaciones de no usar IA.

Aclarada la duda, quiero subrayar que la inquietud del lector resulta muy pertinente. Los lectores han conocido por el periódico que su empresa editora, PRISA Media, ha llegado a dos acuerdos con compañías de IA, OpenAI (dueña de ChatGPT) y Perplexity, y es natural que, sin más explicaciones, esto suscite dudas sobre cómo se aplica en EL PAÍS.

En realidad, estos acuerdos van a permitir a ambas empresas entrenar sus motores de búsqueda conversacional en el uso del español con los textos de las publicaciones de PRISA. Con la primera de ellas también se ha desarrollado un asistente piloto de consulta, que genera con modelos de lenguaje de IA generativo contenidos basados en la hemeroteca. En las pruebas, que duran hasta final de mes, participan 5.000 suscriptores.

Toda la plantilla tiene además el deber de informar a la empresa editora de las herramientas de IA que use en su puesto, con el fin de proteger la seguridad de la infraestructura digital.

Pero falta informar a los lectores de que existe un protocolo de uso de la IA, de obligado cumplimiento para la Redacción al estar ya agregado como anexo en el Libro de Estilo. El manual supone un compromiso ético con los lectores y lo más transparente es comunicarles cualquier cambio, algo que hasta ahora no se ha hecho.

La normativa interna sobre IA es clara y se basa en este principio, que debería despejar cualquier duda sobre quién elabora las noticias: “La inteligencia artificial estará al servicio de los profesionales para mejorar la calidad del trabajo periodístico y no para reemplazarlo”.

Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 
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