Sandrine Destombes, la autora que encuentra la felicidad en los ‘thrillers’ más retorcidos
La escritora francesa, invitada a BCNegra, desgrana su peculiar sistema de escritura y las razones últimas de su pasión por los sucesos
He aquí una autora que cuanto más feliz se encuentra más negras son sus historias. Por eso Sandrine Destombes espera a que lleguen las vacaciones de su trabajo habitual como organizadora de eventos para escribir sus thrillers y realizar una “catarsis con el mal a través del papel”, tal y como contaba a EL PAÍS este viernes en Barcelona, donde es una de las invitadas estelares del festival BCNegra.
En esa vida de hormiguita que recopila ideas, sensaciones, sucesos y localizaciones durante todo el año para luego escribir en su tiempo de descanso aconteció un pequeño terremoto en 2018 con la publicación de El doble secreto de la familia Lessage (Reservoir Books), que recibió varios premios y le abrió las puertas a las traducciones y a un público mucho más amplio en Francia. “Resultó extraño. No tenía la sensación de que hubiera cambiado, pero fue como si me hubiera ganado el derecho a decir que era una autora, y eso añadió un poco más de presión”, reflexiona con una sonrisa. Sus respuestas son rápidas y directas, solo alguna vez distrae su mirada hacia el panorama gris y lluvioso de la calle.
Destombes (París, 54 años) asegura que escribe para divertirse y eso condiciona su labor: “No tengo plan y no lo necesito. Busco algo que me atraiga y tiro”. En su nueva novela, Ritual (Reservoir Books), redobla el envite desde las primeras páginas. El planteamiento es macabro, arriesgado en lo narrativo e inquietante: siete pies cortados y atados entre sí aparecen flotando en el río Sena. Los policías pronto tienen claro que hay un crimen terrible detrás, varios crímenes de hecho, e inician una carrera contrarreloj de consecuencias imprevisibles. Lo complicado en estos casos es que al final el resultado esté a la altura del planteamiento, pero Destombes acepta el reto encantada: “Tengo unos indicios y voy en busca de la solución. Cuando llego al final y miro para atrás veo que todo está ahí. No es que sea tan inteligente, qué va, es que la historia y los personajes me manipulan”.
Frustración del lector
El capitán Martin Vaas es un buen policía, solitario, irónico y entregado, un excelente jefe que trata de hacer lo mejor para los suyos y que lleva el amor a su trabajo hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, no sabemos mucho más de él ni del grupo que dirige porque el estilo de Destombes recorre otros caminos: “Las descripciones no me gustan como lectora, porque rompen la imaginación y me desestabilizan. Prefiero caracterizarlos por la forma de andar o por algún detalle que nos hable de su personalidad”, argumenta. Solo la fascinante mujer en el centro de la trama, una señora elegante y oscura de nombre Isolda Dupré, está descrita al detalle por razones que no conviene desvelar. La autora cultiva con esta estrategia una sensación de “frustración” en el lector que a ella le agrada. “No es muy amable por mi parte, pero es así y es una forma de que los lectores sigan adelante. No los quiero coger de la mano y llevarlos. En la vida también pasa: cuando conoces a alguien que te atrae no lo sabes todo desde el principio”, explica.
Parece complicado que en una novela de planteamiento tan macabro el amor sea un tema central, pero así ocurre en Ritual, donde las mujeres tienen un papel poderoso. “La aproximación de la mujer al amor es más compleja y más extrema”, resuelve con una frase que no admite réplica.
Los sucesos como inspiración
Lectora apasionada de las páginas de sucesos, de donde obtiene las ideas para sus historias, Destombes pertenece a una generación marcada por la muerte en 1984 del pequeño Grégory Villémin, el crimen sin resolver más famoso de la historia de Francia. “Lo seguimos durante años con verdadera pasión”, admite. Un caso de oscuras connotaciones que refleja como ningún otro el poder del odio intrafamiliar, uno de los grandes motivos en las obras de Destombes. “Me cuesta imaginar una familia en la que las cosas vayan de maravilla y de repente todo cambie. Es posible, pero si hay problemas al principio tiene más lógica que todo vaya mal después”. Y de ahí traza una línea que va del suceso a la novela, donde el lector encuentra refugio: “Muchas veces, los sucesos más sórdidos se dan por las razones más banales y eso, en tanto que sujetos morales, no resulta inaceptable. Necesitamos una justificación, una explicación que muchas veces no se encuentra en la realidad”.
Pero la historia de amor de esta autora con el mundo de la investigación policial no ha sido lineal. Cuando publicó Madame B (las peripecias de una mujer que limpia escenarios de crímenes y oculta cadáveres a sueldo del submundo criminal) se mostró cansada del “marco cerrado policía-justicia”, incluso de las “limitaciones de su lenguaje”, pero ahora ha vuelto a ese mundo. “Fue una pequeña infidelidad”, bromea con sus ojos bien abiertos, “me lo pasé bien y ya está. Me sirvió para recuperar la fuerza y volver a mis primeros amores”.
Autora de formación audiovisual, confiesa la gran influencia de Alfred Hitchcock y muestra siempre su preferencia hacia el suspense por delante de los aspectos más clásicos de la novela negra. Ese suspense puede estar condicionado por una tecnología que “ha roto un poco la magia” y que en la obra de Destombes, quizás precisamente por eso, no es un elemento predominante. Sí lo es el ambiente, la atmósfera de las localizaciones, ya sea en París o en pequeñas poblaciones de la Provenza, donde pasa las vacaciones en un ambiente distinto al de capital, lugares en los que todo el mundo se conoce y donde un crimen no tiene la misma repercusión. Ahí busca la felicidad de la que se alimentan sus novelas, llenas, paradójicamente, de muerte y oprobio.
Babelia
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