La arquitectura minimalista de un nuevo gran centro jainista en la India
Sus seguidores no admiten lujos, pero tampoco desperfectos. El estudio Serie Architects ha sabido transmitirlo con el Centro Shrimad Rajchandra de Dharampur


En Dharampur, una población de poco más de 22.000 habitantes al sureste de India, la sobriedad de un nuevo auditorio libre de columnas predispone a 5.000 personas a escuchar. Otro espacio, de 16.000 metros cuadrados en el corazón del mismo edificio, invita a meditar.
El lugar honra la vida de Shrimad Rajchandra, un santo jainista muy venerado. Con sendas instalaciones, un jardín, una biblioteca con sus textos y un museo que explican su doctrina no violenta.
El exterior del templo-museo está cubierto por 800.000 pequeñas placas de mármol talladas manualmente en Makrana (Rajastán). Sólo tres factores: esa dedicación artesana, el manejo de la luz y la escala del edificio, con techos de 40 metros de altura, convierten el proyecto en monumental.
Capitaneados por Kapi Gupta y Christopher Lee, los arquitectos de Bombai del estudio Serie hablan de la inspiración del proyecto en las plataformas ascendentes del templo mítico de Samavasaran donde los humanos, los semidioses y los animales convivían. Las plataformas de ese edificio representan la suma que supone cualquier conocimiento hasta alcanzar el cielo.
En este nuevo centro, son 13 las estancias apiladas y rotadas 45 grados, construidas con una estructura de hormigón y perforadas con círculos para permitir el paso de la luz natural.

La organización del edificio es un ejercicio matemático por fuera con arcos de intersección que definen un sendero de la palabra al silencio, del habla a la escucha. A la vez, el auditorio tiene una luz de 54 metros. Libre de columnas, el interior difunde la luz gracias al tono crema del hormigón. Techos de madera velan por la acústica.
Sobre el auditorio, un salón de meditación para 300 personas se eleva 20 metros y corona el inmueble con una linterna. Esa luz se suma a más de 1.000 puntos de luz visibles solo al anochecer desde Dharampur.
En el exterior, el hormigón construye un ancho muro cubierto por las piezas de mármol, ladrillos procedentes de fracturas y descartes de grandes superficies. Es necesario que el acabado de ese alicatado sea pequeño para que se acomode fácilmente a las curvas. Pero la idea del reciclaje y la austeridad forman parte tanto de la ideología jainista como del proceder del estudio Serie, que busca reducir costes de construcción y, para ello, costes materiales. Eso sí, la mano de obra no está pagada en la India con sueldos que repercutan su coste en el del inmueble: las 36 fachadas de este edificio están cubiertas por 800.000 piezas de mármol cortadas a mano para facilitar su mantenimiento. Es difícil imaginar el coste de ese trabajo calculando el precio de una mano de obra justamente pagada. Con todo, el resultado es monumental por su tamaño, por su escala y, sobre todo, por su sobriedad. La sobriedad es la identidad.

De apariencia monolítica, consigue un aura cristalina gracias a los juegos de luz. Los arquitectos Kapil Gupta y Christopher Lee ensayaron varias formas cercanas a las tipologías de los lugares sagrados. “Buscábamos encontrar una arquitectura memorable, tan contemporánea como fuera del tiempo y capaz de acomodar la búsqueda del conocimiento y la experiencia espiritual”.
Junto al pedestal sobre el que se posa el edificio, un equipo local de paisajistas, Ficus Design, ideó jardines con 108 especies sagradas de árboles que forman una cascada en la colina donde se ubica el inmueble. ¿El objetivo? Construir senderos sombreados para que los visitantes puedan transitar de sus casas al centro y a las plazas que rodean el edificio. ¿El resultado? Casi un oxímoron: una monumentalidad austera.
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