La obra distópica sobre Gaza de un artista israelí parece cada vez más real
Tamir Zadok creó en 2010 el falso documental ‘El canal de Gaza’ para burlarse de las soluciones mágicas al conflicto de Oriente Próximo. El nuevo plan de Trump lo ha resucitado, con muchos pensando que narra un proyecto real o deseable
![El artista Tamir Zadok, en su estudio de Tel Aviv, el 11 de febrero.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/65V2MRUC5NBFZCQ6FXCC6F5HAY.jpg?auth=06dd185d185eee780e1338040a6cfa2c9869293fa611df84bf37b0a9a7ca41c3&width=414)
![Antonio Pita](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fef4d66e1-be68-42cb-9ef6-55e110262c20.jpg?auth=5eae0b3a6341c218493edb2d9fbccc6ac48a37b7b2c0de0c338af82150c3fae1&width=100&height=100&smart=true)
Cuando creó un 2010 su obra satírica de videoarte El canal de Gaza, el creador israelí Tamir Zadok era una persona optimista que creía en la capacidad del arte para moldear la realidad, que el conflicto palestino-israelí estaba destinado a resolverse y que el giro a la derecha que experimentaba el mundo iría seguido de otro pendular hacia la izquierda. Estos días, en cambio, recibe multitud de mensajes de quienes ven cómo aquella obra que concibió entonces como una distopía y una burla a las falsas soluciones mágicas al conflicto de Oriente Próximo (separar Gaza de Israel y Egipto para convertir el canal en atracción turística) ha acabado superada por la realidad, con Donald Trump promoviendo “vaciar” para siempre la Franja de sus 2,3 millones de habitantes y convertirla en la “Riviera de Oriente Próximo”.
“No pensaba que [la obra] envejeciese así”, lamenta en su estudio del gentrificado barrio de Florentín en Tel Aviv, en el que antiguos edificios abandonados han acabado reconvertidos en centros de creación. “No es que el arte se haya convertido en realista, es que la realidad se ha convertido en grotesca. Esa obra de arte era grotesca y la realidad, ahora también”.
El canal de Gaza es un falso documental (mockumentary, en la jerga) de nueve minutos recientemente expuesto en el Museum on the Seam de Jerusalén tras pasar por destacados centros artísticos de Israel y de ciudades como Berlín, París y Seúl. También está accesible en Internet.
El vídeo presenta —como si fuese un caso de éxito que millones de personas acuden a visitar— la historia del canal. La obra mezcla el típico tono entusiasta y música edulcorada de las proyecciones de los centros de visitantes de las atracciones turísticas con los recursos estéticos de un informativo o un documental. De hecho, la voz en off es de un famoso locutor, Ehud Graf, para aportar familiaridad. “La idea era llevar las soluciones mágicas demasiado lejos, para generar en el espectador la convicción de que de verdad sucedió o puede suceder. Mi esperanza es que al final entienda que no se ha hecho las preguntas morales que uno debe hacerse a lo largo del camino: ¿qué pasó con los palestinos allí? ¿Qué ha requerido el plan?”, explica.
![Momentos de la obra de vídeo arte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BI4UDQY5ZNF3LPQRMKLUXRDMXY.jpg?auth=6431d7fb9b929cd49d45fbd554129d7f23494460ff9d85978e6518fcc3b89c14&width=414)
![Momentos de la obra de vídeo arte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MCM2ZCGYCBE6TFL6NGWAN7GUJI.jpg?auth=320919e14e930d9e684f7dc9498fdc9b4007d39b8f95d115e8ff4397f219749b&width=414)
![Gaza Canal](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QNOTM6Q2PNEE3DU7JPYI3ZTYRA.jpg?auth=eda450962ade7ee950d64d2a64d1a899ecaec561b896f1db9c1c2cf59069860f&width=414)
![Momentos de la obra de vídeo arte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EUZFAM2E25G6TOZPBE2EL2HZFE.jpg?auth=f610c4d5709625070eed785b58d9045aea849301cd1c44097d61e4fe8d3fc13e&width=414)
![Momentos de la obra de vídeo arte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OSIZXQWU7VEFVO5OKDFUUXIIPE.jpg?auth=6a33633891aa2e468d4fdc7f6abd53a4570355ba5d034d53c8abb37730547ecf&width=414)
![Momentos de la obra de vídeo arte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MO6Q3XXE4ZEIHEEYUXXTGAHTZA.jpg?auth=3161eb7b40bfbf0568b52a60ee9941735c3c6a36351d3dfc5f6708a3f7c99c6e&width=414)
Aun siendo planes distintos (el de Zadok, como arte paródico; el de Trump, como escalofriante realidad aplaudida con entusiasmo por la gran mayoría de los líderes y la población israelí), conectan a muchos niveles. Por ejemplo, en ambos, la iniciativa parte de Estados Unidos. En el falso documental, el narrador presenta Gaza como una zona “conocida hasta finales del siglo XX como golpeada y maltrecha” hasta que el canal la convirtió en “símbolo del progreso” y de “turismo, progreso, industria y comercio”. No tan distinto de las palabras de Trump la pasada semana, en su rueda de prensa con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu: “Gaza ha sido un símbolo de muerte y destrucción durante tantas décadas. Francamente, han tenido muy mala suerte […] La Riviera de Oriente Próximo podría ser algo magnífico. Esa gente ahora podrá vivir en paz. Nos aseguraremos de que se haga de categoría mundial”.
Todo es falso, pero parece real. El canal cuenta con un logo y merchandising y está señalizado en un cartel de carreteras como los de Israel. El centro de visitantes es, en realidad, el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, cerca de Río de Janeiro, del arquitecto Oscar Niemeyer. El padre del artista personificó a un ministro de Infraestructuras Nacionales sin carisma, pero con voluntad para impulsar el proyecto frente a las críticas y complacer al aliado estadounidense. El profesor universitario lo es, pero de Matemáticas, no de Geología, y simplemente está actuando. Los voluntarios eran alumnos de Zadok y los palestinos, una imagen de archivo de la retirada israelí de colonos y soldados de Gaza en 2005, doblada por gazatíes que el artista conocía de proyectos de diálogo y coexistencia.
El canal de Gaza "vuelve a popularizarse” cada vez que una noticia real lo trae a la memoria, explica Zadok, de 46 años. Por ejemplo, en enero de 2024, cuando Israel Katz (entonces ministro de Exteriores, hoy de Defensa) se presentó en Bruselas ante sus homólogos de la UE y el entonces jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, y en vez de hablar de la invasión de Gaza o de la solución de dos Estados, les sorprendió con un vídeo sobre un plan para crear una isla artificial en la costa de Gaza. O ahora, con la iniciativa de Trump. “Lo que era una sátira sobre convertir Gaza en una isla próspera como Dubai se ha convertido de repente en una conversación sobre si puede ser una solución”, lamenta.
La experiencia del espectador
Lo interesante no es solo cómo resucita la obra, sino que lo hace de un modo que entronca con el debate sobre la particularidad de la experiencia de cada espectador. Zadok cuenta, por ejemplo, cómo organizaciones de derechos humanos o de protesta contra Netanyahu (lleva desde 2010 casi ininterrumpidamente en el poder) “entienden el punto satírico” y comparten la obra como denuncia, mientras que “organizaciones e individuos de derechas la presentan como ‘la solución perfecta’ y responden a ella como si fuese un plan operativo posible”. “Con el paso del tiempo”, añade, “he entendido que mucha gente en la realidad israelí dice tras verlo: ‘¡Ojalá hubiese pasado, ojalá convirtiésemos Gaza en una isla! ¡Qué gran idea, mándasela a [Barack] Obama o a [Donald] Trump”.
![Detalle del estudio del artista, el 11 de febrero en Tel Aviv.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TGXJDKISJREYHLLEXOF5C4LQGA.jpg?auth=d5bf27ec902f241f8c80a7888c00526b82351ab650215d6a5b31d8293f74ef7e&width=414)
Más aún desde que Zadok decidió sacarla de la cámara de eco de las exposiciones de arte contemporáneo y la colgó en Internet. En otra vuelta de tuerca a la confusión entre arte y realidad, se encontró con que una agencia de noticia vinculada a Hamás, Al Shehab, remitía a su vídeo -como si fuese auténtico- para sustentar una teoría de la conspiración sobre las excavaciones en el desierto del Sinaí, junto a la frontera con Gaza, ordenadas por el líder egipcio, Abdelfatá Al Sisi. “Cogieron un trabajo que reflexiona sobre la propaganda justamente para hacer propaganda”, rememora.
Zadok explora precisamente desde hace tiempo -a través de fotografías, vídeos o collages- la “construcción de la memoria” en su país y la “brecha entre ética y estética”. Es decir, “la capacidad de crear un espectáculo estético dentro del cual apenas se hace uno preguntas éticas”. Es de lo que trata, al fin y al cabo, El canal de Gaza. El proceso de investigación le llevó a El Cairo (con su sobrino Yuval Abraham, codirector del documental nominado al Óscar No other land), a museos históricos en Israel y al canal de Panamá, donde sintió cómo el despliegue visual del centro de visitantes lo “rodeaba” antes de cuestionarse como ciudadano: “Espera... ¿Qué ha pasado aquí? ¿Está bien esto que he visto?”.
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