Película del suceso taurino del año: Morante y Manzanares, toreros a la fuga en el aniversario de Manolete
Los dos diestros abandonaron la plaza de Linares horas antes del festejo por discrepancias con el reconocimiento de los toros y se negaron a volver a pesar de que se aceptaron sus exigencias
El pasado 28 de agosto, que se conmemoraba el 77 aniversario de la muerte de Manolete en Linares, no se pudo celebrar en esta plaza el cartel anunciado —Morante de la Puebla, Curro Díaz y Manzanares, con toros de Álvaro Núñez— ante la negativa del primero y el último a actuar por discrepancias con el equipo presidencial en el reconocimiento de las reses a lidiar. Ante esta insólita situación, Díaz, el torero de la tierra, aceptó actuar en solitario y salió a hombros tras cortar cinco orejas a un blando encierro.
Morante y Manzanares abandonaron la localidad jienense al mediodía y se negaron a volver a pesar de que el presidente aceptó sus exigencias. Posteriormente, a las diez de la noche, la autoridad recibió sendos partes médicos de los toreros, el primero por disnea y el segundo por gastroenteritis. Ante la espantada de los toreros, la Junta de Andalucía ha abierto un procedimiento ordinario que será valorado por la Consejería de Interior en los próximos días tras recabar toda la información disponible de las distintas partes implicadas.
Esta extraña circunstancia, nada habitual en la historia de la tauromaquia, comenzó el día 27 con el primer reconocimiento de las reses. El presidente, de acuerdo con los veterinarios decidió rechazar cuatro de los nueve toros presentados por el ganadero: el número 4 por falta de peso, el 7 y el 9 por falta de trapío, y el número 10 por claudicación de la mano derecha.
En la mañana del día de la corrida, los representantes de los toreros —apoderados y cuadrillas— se encuentran con el siguiente panorama: solo quedan cinco del hierro titular y habían sido aprobados 3 toros de Román Sorando, uno de los cuales completaría la corrida y los otros dos quedarían como sobreros.
La Junta de Andalucía ha iniciado un procedimiento ordinario y recaba información de todas las partes implicadas antes de hacer una valoración en los próximos días
Ahí comienzan los problemas: los equipos de Morante y Manzanares anuncian su decisión de no torear si no se lidia la corrida completa de Álvaro Núñez, y ante la persistencia del presidente en mantener la decisión, deciden marcharse de las instalaciones de la plaza. Finalmente, minutos después de las dos de la tarde, el usía decide rescatar uno de los toros rechazados, pero los toreros huidos ya no están en Linares, de modo que ni siquiera pudieron firmar su negativa. A esa hora, Curro Díaz ya había dado su conformidad para torear en solitario la corrida completa.
Todas estas vicisitudes figuran en el acta del reconocimiento de los toros firmado por el presidente. Pero existe otro documento redactado por el delegado gubernativo en el que señala que tuvo conocimiento de los partes médicos citados a las 22 horas, que fueron expedidos a las 13.20 del día 28 —rotas ya las negociaciones entre los toreros y autoridad— en dos hospitales distintos de Sevilla, y el funcionario manifiesta su sorpresa porque a lo largo de toda la jornada los representantes de los toreros no expusieran que estos pudieran encontrarse indispuestos, y que la razón que adujeron en todo momento para abandonar la plaza fue que “ante las reses aprobadas tenían orden directa de no lidiar la corrida”.
No obstante, este periódico ha pretendido conocer las posturas de los distintos protagonistas del suceso, lo que no ha sido posible en todos los casos.
El apoderado de José María Manzanares, Jorge Matilla, ha indicado vía whatsApp: “prefiero dejarlo estar y abstenerme; no me gusta entrar en polémicas”. Por su parte, el equipo de Morante ha optado por no contestar a los distintos requerimientos de este periódico para que ofreciera su opinión; y tampoco ha sido posible hablar con uno de los empresarios de la plaza, Juan Reverte (el otro es la Casa Matilla).
Juan Pradas, presidente del festejo, se remite al contenido del acta y adelanta que no se va “a salir del guion”, aunque califica la huida de los toreros como “una sorpresa inexplicable”. Comenta que es un presidente experimentado, que tanto él como el equipo veterinario velan por mantener “la contrastada fama de nuestra plaza”, y que procura ser tan exigente como generoso en la concesión de trofeos que le pide un público torerista como el de Linares. “Llevamos cuatro años coincidiendo en la feria con estas dos figuras”, afirma —Morante y Manzanares son fijos en los carteles de esta feria desde 2021—, “y ya sabemos lo que es bajarnos los pantalones”. Cuando se da cuenta del alcance de sus palabras, rectifica y aclara que no se refiere a ellos, sino “a problemas con el sistema”. “Aquí transigimos mucho”, añade, “y prueba de ello es que se rescató el toro número 9, rechazado por su escasa presencia, pero ya los toreros se habían marchado”.
Juan Carlos Muñoz Altozano, miembro del equipo veterinario, confirma el contenido del acta y señala, en primer lugar, que los 9 toros presentados por Álvaro Núñez “estaban bastante flojos de presentación para una plaza de segunda como es la de Linares”. Y añade que “cada año va a menos el trapío de los toros en esta ciudad, pero no sé si la responsabilidad es de la empresa, del público torerista o de los toreros”.
Muñoz precisa que cuando el empresario decide traer tres toros de Román Sorando, “se supone que lo hace con el beneplácito de los toreros, como es normal, y así nos lo hizo saber”.
Pero a las doce de la mañana del día de la corrida, 28 de agosto, llegan las cuadrillas para el segundo reconocimiento y el sorteo. “Y entonces comienzan las presiones para recuperar alguno de los toros rechazados”, recuerda Muñoz.
La autoridad recibió a las diez de la noche sendos partes médicos: de Morante, por disnea, y de Manzanares, por gastroenteritis, expedidos a las 13.20 en dos hospitales de Sevilla
“La coacción fue tremenda; estaba el equipo veterinario encerrado en un despacho y entraba uno y salía otro a coaccionarnos para que cambiáramos nuestro criterio”, afirma. “No sé si la palabra es chantaje, pero venían a decirnos que si no se aprobaba un toro más de Álvaro Núñez, se marchaban; nosotros mantuvimos nuestro criterio porque no podíamos aceptar el pulso y el capricho de las figuras”.
Juan Carlos Muñoz insiste en que los veterinarios hicieron su trabajo —había ocho toros aprobados, cinco de Álvaro Núñez y tres de Sorando—, y rechaza que hubiera falta de respeto a los toreros.
“Creo que la falta de respeto fue de ellos hacia la afición, en primer lugar, que no merecía este desplante”, insiste, “y hacia nosotros, los veterinarios, que cumplíamos con nuestro deber”.
Y sobre los partes médicos presentados, su opinión es concluyente: “No entiendo esta incoherencia; ¿se van de la plaza por desavenencias con el equipo presidencial o porque están enfermos? Más bien parece un ardid para evitar una sanción administrativa”.
“La presión de las cuadrillas fue tremenda; no sé si la palabra es chantaje”. Juan Carlos Muñoz, veterinario
Otro de los protagonistas es el ganadero, Álvaro Núñez, quien no duda en afirmar que “la corrida fue un despropósito, la verdad”. Se extiende en consideraciones sobre si el toro número 10 cojeaba o no, y destaca la sensatez del empresario, Juan Reverte, “quien, a riesgo de perder dinero, pidió que se aceptara esa res y que se devolviera a los corrales si cojeaba en el ruedo”.
Núñez aporta un dato importante: cree que la reticencias de las cuadrillas viene de lejos, concretamente de la feria de 2018, cuando se aprobó en esta plaza un sobrero de El Cotillo, de pésimo juego, y que se lo hizo pasar muy mal a Roca Rey. “Ese toro salió varias veces en las negociaciones, y los toreros parecían dispuestos a no soportar una situación similar”, añade. “Pero esto es lo que está aprobado, esto es lo que hay”, repetían, según declara, el presidente y los veterinarios.
“Los toreros se enfrascaron en su negativa”, prosigue Álvaro Núñez, “de modo que yo creí que la razón era que habría muchas entradas en la taquilla, pero no era eso, porque estaban vendidos dos tercios de los tendidos”.
Eso hace pensar al ganadero que la discrepancia venía de lejos, lo que no le impide calificar de “anómala” la situación. “Creo que fue una reacción incomprensible”, prosigue. “¿Cómo te puedes quitar de un cartel porque te rechacen un toro? No tiene sentido”, apostilla. “Insisto en que el tema venía caliente de tiempo atrás, y los toreros no estaban dispuestos a que le hicieran otra jugada como la del toro de El Cotillo”.
Tercero en discordia
Y el tercero en discordia fue Curro Díaz, quien esperaba en el hotel para lidiar dos toros, y hacia las dos de la tarde, primero su padre y después su apoderado, lo ponen al corriente de lo sucedido.
“Lo tuve claro desde el primer momento”, comenta el torero. “Adelante con los seis toros, sin pensarlo más”, añade. “Por cierto, pregunté, de quién son los toros, porque no lo tenía nada claro después de tanto jaleo en el sorteo”.
“Fue una decisión acertada”, añade, “porque tenía una responsabilidad como linarense, por el aniversario del Manolete, y una obligación moral conmigo mismo”.
Es Curro Díaz el que prefiere que sea su apoderado; Jorge Buendía, quien cuente los pormenores que vivió en los corrales de la plaza.
“¡Qué triste, de verdad, qué pena! Nunca había vivido una situación así”, dice Buendía, y apostilla que fue testigo de que no hubo ninguna falta de respeto ni por parte de las cuadrillas ni de los veterinarios”.
Cuenta que pidió al presidente que escuchara a las partes para “evitar un esperpento a nivel nacional”, y que cuando el usía decidió aceptar uno de los toros rechazados ya se habían marchado los representantes de Morante y Manzanares.
“Serían las dos de la tarde cuando llamé a mi torero y le dije: ‘Curro, no tomes el postre que te esperan seis toros’. Yo lo había dicho: mientras esté aquí Curro Díaz, Linares no se quedará sin toros, y así fue. Ningún problema, fue su respuesta”.
Jorge Buendía quiere destacar, finalmente, “la encomiable actitud” de su torero, quien no dudó en aceptar el reto y lidiar los toros aprobados el día del 77 aniversario de la muerte de Manolete. “Linares lo merecía”, concluye.
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