Muere Fausto, el cantautor portugués que usó la música para cambiar el mundo
El autor de ‘Rosalinda’, que falleció en Lisboa a los 75 años, deja una docena de álbumes comprometidos que transformaron las melodías tradicionales
Hay vidas que arrancan en lo extraordinario y nunca lo abandonan. La de Fausto Bordalo Dias, el cantautor portugués fallecido en Lisboa en la madrugada del lunes a los 75 años, es una de ellas. Se podría comenzar por su nacimiento, ocurrido en 1948 a bordo del barco Pátria, y seguir con su aventura musical, iniciada en Angola cuando todavía era un territorio dominado por Portugal. Que su primer grupo africano se llamase Os Rebeldes ya anticipaba de qué lado estaría el músico en aquellos años en los que la metrópoli guerreaba contra los movimientos de independencia de sus colonias. Algunas de sus canciones, como A guerra é a guerra, germinaron en su oposición a un conflicto, que le costó la vida a cerca de 45.000 personas de ambos bandos. Ya en democracia siguió usando la música para combatir aquello que le disgustaba. La canción Rosalinda, una de sus composiciones más populares, es “el mejor himno contra las nucleares que conozco”, afirma Uxía, la cantante gallega que compartió escenarios y grabaciones con él. “Sin leer Os Lusíadas puedes entender perfectamente la historia de Portugal escuchando los discos de Fausto”, añade.
Después de su primer álbum, de nombre homónimo, Fausto, que recibió el Premio Revelación en 1969, se convirtió en una de las voces más activas contra la dictadura que para entonces ya estaba en manos de Marcelo Caetano. Junto a José Afonso o Adriano Correia de Oliveira, Fausto sería uno de los representantes de la corriente llamada “canción de intervención”, que se distinguía por usar su creatividad musical para denunciar la represión política y la falta de libertades que sufrieron los portugueses durante cerca de medio siglo. Poco después de la Revolución de los Claveles, se integró en el grupo de acción cultural Vozes na Luta, fundado por otros cantores de intervençao como José Mario Branco. Y en A Ópera Mágica do Cantor Maldito, un álbum publicado en 2003, repasa la historia portuguesa tras el 25 de abril de 1974.
La obra que le consolidaría como un creador referencial de la música tradicional fue Por este Rio Acima (1982), donde se incluye un tema que se popularizaría, O Barco Vai da Saída. El disco fue el primero de la trilogía Descubertas, a la que también pertenecen Crónicas da Terra Ardente (1994) y Em Busca das Montanhas Azuis, publicado en 2011 y que se convertiría en su último trabajo. “Dejó una marca muy fuerte en la música portuguesa e inventó una estética propia. La gente puede identificar una canción de Fausto porque él tenía un sello”, aseguró Sérgio Godinho, otro de los míticos integrantes de la música de intervención, al diario Público. Pero el reconocimiento hacia su labor también llegó de artistas jóvenes, que están revolucionando la música tradicional como Ana Lua Caiano, que destacó su talento para “transformar melodías difíciles en canciones superintuitivas”.
El pesar por el fallecimiento del músico sacudió a todas las instituciones y organizaciones de Portugal y lo hizo de forma transversal. Desde el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, al primer ministro Luís Montenegro o el Partido Comunista Portugués, fueron múltiples las voces que lamentaron su muerte y elogiaron sus aportaciones a la música tradicional.
En España trabó lazos con artistas como Luis Pastor o Suso Iglesias. Uxía recordó el viaje de Fausto a Galicia para cantar Rosalinda, tras la catástrofe ecológica causada en la costa por el vertido del Prestige. Uxía, que fue invitada a participar en el disco de homenaje al músico, Fausto food, realizado por Couple Coffee en 2017, recurrió a los versos del músico para mostrar su pena: “Lo que siento ahora ‘son saudades que tengo, memoria leve de lo que fui, que ya no soy, pero si te has llevado todo, lleva también este dolor que quedó”.
Babelia
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