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Así creó Tony Iommi el heavy metal con Black Sabbath: “Esa es la pregunta de los 10 millones de dólares”

El guitarrista, el único que ha estado en el grupo desde 1968, rescata los discos de la etapa más desconocida de los inventores del rock duro y habla para EL PAÍS sobre una infancia tóxica, el accidente que lo cambió todo y hasta Taylor Swift

Tony Iommi, invitado sorpresa en la parte final de 'Black Sabbath. The Ballet', un espectáculo de danza sobre la música del legendario grupo inglés. En Londres, en octubre de 2023.
Tony Iommi, invitado sorpresa en la parte final de 'Black Sabbath. The Ballet', un espectáculo de danza sobre la música del legendario grupo inglés. En Londres, en octubre de 2023.Dave Benett (Alan Chapman/Dave Benett/Getty I)
Carlos Marcos

A Tony Iommi nunca le quiso su padre. Fue hijo único y se crio en una casa donde sus progenitores se peleaban con frecuencia. Modeló una personalidad asustadiza: se alteraba por cualquier cosa, se metía debajo de la manta y encendía una lucecita. Para sentirse aislado y seguro. También dormía con la lámpara siempre alumbrando su pequeño cuarto de un barrio popular de Birmingham. Un psicólogo tendría algo que decir sobre cómo un niño miedoso armó años más tarde el sonido más oscuro y tenebroso jamás escuchado en ese momento en el rock. “Me afectó mucho ese ambiente de mi infancia. Fue difícil de gestionar. Cuando ves que tu familia se pelea y suceden otras cosas… Fue muy difícil, sí”, cuenta por teléfono Iommi a este periódico.

Existe un amplio consenso sobre la trascendencia musical de Iommi (Birmingham, Inglaterra, 76 años): él fue el creador con su guitarra del sonido del heavy metal cuando ni siquiera existía ese término. Fundó a finales de los sesenta Black Sabbath junto a Ozzy Osbourne (voz), Bill Ward (batería) y Geezer Butler (bajo). Los cuatro primeros discos del cuarteto (Black Sabbath y Paranoid, ambos en 1970; Master of Reality, 1971, y Vol. 4, 1972) conforman la base de un sonido oscuro y denso que decenas de bandas han reconocido como influencia canónica. Por citar unos pocos: Queen, Judas Priest, Elton John, Pearl Jam, Guns N’Roses, Iron Maiden, Metallica… Hasta un tipo tan poco metalero como Justin Bieber se ha reconocido seguidor de Black Sabbath.

Black Sabbath posando en Londres en 1970: de izquierda a derecha, Bill Ward (batería), Geezer Butler (bajo), Ozzy Osbourne (sentado, voz) y Tony Iommi (guitarra).
Black Sabbath posando en Londres en 1970: de izquierda a derecha, Bill Ward (batería), Geezer Butler (bajo), Ozzy Osbourne (sentado, voz) y Tony Iommi (guitarra). Chris Walter (WireImage)

El contexto y las casualidades ayudaron a Iommi a llegar a este entramado sónico tan turbio. Primero fue una infancia tóxica con una familia obrera en un oscuro Birmingham post Segunda Guerra Mundial. El batería de Black Sabbath, Bill Ward, definió así Aston, la zona de Birmingham donde nació la banda: “Si crecías allí tenías tres opciones: trabajar en una fábrica, montar una banda de rock o ir a la cárcel”. Iommi trabajaba desde los 15 años, cuando dejó el colegio. Fontanero, limpiador de almacenes, reponedor de tuercas… Mientras, tocaba en bandas locales. Con 17 años, ocurrió: cumpliendo su jornada laboral en una fábrica de chapas metálicas, puso la mano entre en una pieza y la máquina de soldar y le rebanó la punta de los dedos centrales de su mano derecha. Mucha sangre y los huesos sobresaliendo. Su carrera como guitarrista apenas había arrancado y ya la podía dar por finalizada. Durante la convalecencia y bajo una nube de depresión, su capataz en la fábrica le regaló con toda la intención un disco de Django Reinhardt, un virtuoso guitarrista de jazz que no dejó de tocar a pesar de tener dos dedos incapacitados. Ese fue el principal incentivo para Iommi.

La mano dañada era la derecha, cuyos dedos tenía que desplazar por el mástil, ya que Iommi es zurdo. Debió colocarse en los dedos heridos unas prótesis fundiendo una botella de plástico y luego añadiendo una protección de cuero. Y aprender de nuevo a tocar. Eligió unas cuerdas más ligeras, de banjo, que combinó con las de guitarra. Con esa nueva dinámica de manipular la guitarra, junto a la combinación del grosor de las cuerdas, consiguió esa sonoridad grave y expansiva que luego se llamó heavy metal.

Contada la historia, la pregunta es procedente: ¿cree que si no hubiese tenido el accidente en su mano no hubiera conseguido nunca esa oscuridad procedente de la guitarra? “Esa es la pregunta de los 10 millones de dólares”, se carcajea Iommi, que habla desde su residencia, situada en la costa inglesa. “Nunca se sabe. Lo que está claro es que el accidente me hizo trabajar más duro, luchar por algo en lo que creía y superar desafíos. Ahora todo ha avanzado técnicamente, pero entonces tocar la guitarra sin las yemas de dos dedos era complicado. No podía hacer lo que los otros guitarristas, así que inventé mi estilo y salió ese sonido tan grande”. Hubo otra inspiración, esta vez cinematográfica. “Me encantaban las películas de terror. Y a Geezer también. Había un cine frente a nuestro local de ensayo y ponían cintas de Boris Karloff. Me gustaba la música de las escenas intensas y quería crear ese sonido amenazante dentro de mi guitarra”. La voz angustiada de Ozzy Osbourne completó la obra.

El Black Sabbath Bridge, en Birmingham (Inglaterra), donde nació el grupo en 1968.
El Black Sabbath Bridge, en Birmingham (Inglaterra), donde nació el grupo en 1968. Mike Kemp (In Pictures via Getty Images)

Se habló mucho en su tiempo de la influencia de las drogas y de cierta tendencia al ocultismo de la banda. Iommi, que sigue tocando con un enorme crucifijo colgando de su cuello, reconoció en sus memorias, Iron Man: My Journet Through Heaven and Hell with Black Sabbath (2012, solo en inglés), su interés en la nigromancia y que tuvo una época en la que devoró los libros de Lobsang Rampa, un monje tibetano especialista en ocultismo y fenómenos paranormales. En su autobiografía, el guitarrista relata algún episodio: “Salí de mi cuerpo. Fue extraño. Flotaba por la habitación y me miraba desde el techo. Y podía salir de la habitación, atravesar paredes e ir al tejado. Parece una locura, pero una vez incluso fui por la playa”. Asegura que hace muchos años que no lo practica, al igual que el consumo de drogas. “Oh, dios, hace décadas. Ya ni me acuerdo cuándo lo dejé. Nosotros nunca habíamos tomado cocaína y otras drogas, hasta que llegamos a Estados Unidos [para la grabación de Vol. 4, 1972], donde otras bandas de allí nos ofrecieron. Al principio influyó en nuestra música porque nos abrió un poco la mente. Pero a medida que pasa el tiempo y sigues consumiendo se convierte en un problema: ya no te abre la mente y te atrapa”. También dejó de fumar. Pero sigue bebiendo. “Eso siempre, nunca lo dejé: vino, champán... Lo que sea”.

Iommi figura como el único miembro de Black Sabbath que ha estado durante los 55 años de vida del grupo, desde 1968. El guitarrista ha vivido épocas de gloria y actuaciones para unos pocos, cuando el rock duro se encontraba de capa caída. Quizá lo más llamativo haya sido el carnaval de cantantes: además de los dos más apreciados, Ozzy Osbourne y Ronnie James Dio (con el que grabó el soberbio Heaven and Hell, 1980), también han puesto voz a sus composiciones Ian Gillan, Rob Halford, Glenn Hughes o Tony Martin. A la etapa de este último está dedicado el nuevo lanzamiento de Iommi, Anno Domini 1989-1995 (disponible desde el 31 de mayo), que incluye cuatro discos que grabó durante la etapa en la que Tony Martin fue la voz de Black Sabbath: Headless Cross (1989), Tyr (1990), Cross Purposes (1994) y Forbidden (1995). “Son discos que era difícil encontrar, incluso no estaban en plataformas digitales, así que ahora los recuperamos. Fue complicado para Tony Martin. Antes de él habían estado Ozzy, Dio y Gillan, los tres cantantes con gran reputación. A Tony le fiché porque me gustaba mucho su voz, pero era un desconocido para el gran público. Fue un gran desafío para él y tuvo que aprender sobre la marcha, pero lo logró. Ahí están los discos para demostrarlo”.

Iommi en un concierto de Black Sabbath en 1973.
Iommi en un concierto de Black Sabbath en 1973. David Warner Ellis (Redferns)

La charla continúa con una reflexión sobre todo lo que ha cambiado la industria de la música desde que él comenzó, donde el disco de vinilo era el único formato y las canciones se construían como una aventura de siete, ocho o nueve minutos: totalmente diferente a la actualidad. Iommi no se apunta al discurso derrotista y nostálgico: “La música está en continuo cambio, ya desde la época del jazz. Yo estoy atrapado en una época y me cuesta salir de ahí, pero entiendo que la gente joven escuche otra música. Tiene que haber nuevas ideas que aporte la juventud. Me parece bien”. ¿Qué opina, por ejemplo, de Taylor Swift? Se carcajea antes de responder: “Bueno, parece que todo es Taylor Swift en este momento. Ya sabes, es otra generación de personas que aman lo que ella hace. No pasa nada. A mí no me interesa especialmente lo que hace ella, pero está claro que le va muy bien”.

Al guitarrista le diagnosticaron un linfoma en 2011 que le tuvo convaleciente por un tiempo. Hoy dice tenerlo controlado: “Gracias por preguntar. Sí, voy regularmente a los chequeos, me hago las pruebas de sangre y todo eso. Y me dicen que todo va bien”. Hace hincapié en el libro que “lo mejor” que ha hecho en su vida fue casarse con Maria Sjöholm, cantante sueca del grupo Drain STH. Lo hizo en 2005 después de tres matrimonios fracasados. Iommi tiene de una anterior relación una hija, Toni-Marie Iommi, de 30 años, con una carrera musical como cantante.

La caja de Black Sabbath 'Anno Domini 1989–1995' con la reedición y material inédito de cuatro discos de aquellos años, que se publica el 31 de mayo.
La caja de Black Sabbath 'Anno Domini 1989–1995' con la reedición y material inédito de cuatro discos de aquellos años, que se publica el 31 de mayo.

La música de Black Sabbath fue ninguneada durante mucho tiempo, quizá por su procedencia obrera y su dureza. Hoy, su ciudad se rinde a la banda. “Las cosas han cambiado, afortunadamente. Tenemos nuestro propio puente en Birmingham llamado Black Sabbath, un banco en una plaza con nuestra estatuas, un autobús, que es negro... Cuando íbamos a Estados Unidos, nos preguntaban: ‘¿De dónde sois?’. De Birmingham. ‘Eso está en Londres, ¿no?’. Y les teníamos que explicar... Pusimos a Birmingham en el mapa. Está bien que ahora se reconozca”. Incluso el Birmigham Royal Ballet ha realizado un espectáculo con la música de Black Sabbath. Iommi ha sido el invitado final alguna noche.

Después de los lógicos altibajos, asegura que su relación hoy con Ozzy Osbourne es “muy buena”. Se llaman todas las semanas y se juntan de vez en cuando. No hay, sin embargo, nada planeado respecto a una reunión sobre el escenario. La última fue en agosto de 2022 en la ceremonia de los Juegos de la Commonwealth, que se celebraron en Birmingham: Iommi y Ozzy se juntaron con otros dos músicos para tocar los clásicos de Black Sabbath Iron Man y Paranoid. “Nunca puedes decir que Black Sabbath no volverá a un escenario. Lo que si puedes decir es que Black Sabbath nunca hará ya una gran gira, pero sí podríamos organizar un concierto especial en algún momento. La primera vez que se fue Ozzy fue en los setenta, y ya se decía que la banda se había acabado. Pero luego Ozzy volvió, y se volvió a ir. Lo mismo con Dio. Y seguimos. Ha sido así toda la vida, y siempre hemos continuado. Así que nunca puedes decir que esto se ha acabado”.

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Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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