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Sara Karloff reconoce que a su padre "no le gustaba en exceso el cine de terror"

Maribel Marín Yarza

A Boris Karloff nunca le atrajo en exceso el cine fantástico y de terror, pero tampoco le importó que le encasillaran en el género. Gracias a él pudo trabajar como actor y cobrar bien por ello. Sara Karloff, hija del actor británico que inmortalizó al Frankenstein más genuíno de la gran pantalla, desveló ayer en San Sebastián esta paradoja. Fue en la Semana de Cine Fantástico y de Terror, donde presentó un ciclo dedicado a los clásicos de la Universal.

Pocos conocen a Boris Karloff por su verdadero nombre, William Henry Pratt, tampoco son demasiados quienes saben que antes de intepretar a Frankenstein había protagonizado un largo recorrido como actor. "Mi padre hablaba poco de sí mismo y menos aún de su trabajo", señaló Karloff, "pero siempre manifestó su gratitud con la Universal. Su trabajo en el estudio le cambió tanto su vida personal como profesional. Pocos saben que El doctor Frankenstein fue su película número 81". Antes, durante años, se dedicó a viajar con distintas compañías ambulantes y trabajó con regularidad en el cine mudo. Pero pasó casi desapercibido hasta que interpretó el papel de verdugo en Código Penal, de Howard Hawks en 1931. Ese mismo año, conoció el sabor de la fama. La Universal le concedió el papel protagonista de la mítica película de James Whale, una producción planeada en principio para Bela Lugosi, como continuación de Drácula. Pero dicho actor rechazó el papel, temía que el espectador no le reconociera tras el maquillaje. El estudio situó así a Karloff en ese primer plano del reparto, lo que lo consagró como un maestro del género del terror. Protagonizó la Momia, de Karl Freund; Satanás, de Edgar G. Ulmer; La sombra de Frankenstein, de Rowland V. Lee, entre otros muchos clásicos. Trabajó en siete ocasiones junto a Bela Lugosi, lo que hizo correr todo tipo de rumores sobre la rivalidad entre los dos actores. Sara Karloff rechazó ayer todos ellos. "Ambos se profesaban un mutuo respeto profesional. La prensa intentó cocer entre los dos una enemistad que nunca existió. Es cierto que no hacían una vida social juntos, pero un británico y un húngaro tenían poco en común en ese sentido".

Los dos conocieron el éxito en la misma época y vivieron también la decadencia de la Universal. ¿Cómo vivió su padre aquellos años? "Fue muy afortunado", respondió Karloff. "Para entonces tenía ya una extensa y sólida carrera". Regresó al teatro y apostó por el mundo de la radio y la televisión. El hecho de haber trabajado en el género incluso le benefició. "A mi padre le preguntaban con cierta frecuencia si le molestaba ser un actor encasillado en el género. Y él siempre contestaba con un rotundo 'no'. Precisamente por eso pudo trabajar hasta el final y dejar así su sello en la industria del entretenimiento. No sólo le permitió trabajar en lo que le gustaba, sino que además le pagaban muy bien por ello", reconoció Karloff.

La hija del actor presentó ayer en San Sebastián el ciclo que la Semana dedica a la época clásica del Terror de la Universal. La cita estaba prevista para la víspera pero tuvo que ser cancelada por motivos ajenos a la organización. La climatología alteró el funcionamiento de los aeropuertos y retrasó su llegada. Pero la espera tuvo su recompensa. La heredera del monstruo cinematográfico, retrató a su padre, sin prisas, contestando con paciencia a la prensa. Incluso cuando le preguntaron si su padre se parecía en persona a los monstruos a los que dio vida en la pantalla. "Era la antítesis de los papeles que representó. Era un hombre gentil, cariñoso y modestó que trabajó mucho por mejorar las condiciones de trabajo de los actores poco conocidos".

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