Joan Manuel Serrat, premio Princesa de Asturias de las Artes 2024: “Es un buen colofón”
El cantante catalán, que se retiró de los escenarios en 2022, se suma a otros músicos que han logrado este galardón, como Paco de Lucía, Carmen Linares o Bob Dylan
Joan Manuel Serrat (Barcelona, 80 años) ha sido galardonado este miércoles con el premio Princesa de Asturias de las Artes 2024. No puede haber un músico español que se merezca tanto este premio, uno de los más importantes de la cultura a nivel europeo, como el autor de Mediterráneo. Pocos son los cantantes españoles de música popular que han conseguido este galardón, que suma 44 ediciones: su andadura comenzó en 1981. Paco de Lucía se lo llevó en 2004 y Carmen Linares, más recientemente, en 2022, premio que la cantaora compartió con la bailaora María Pagés. Bob Dylan lo había conseguido en 2007.
Un Serrat muy satisfecho ha comparecido ante los medios esta tarde en la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE) en Barcelona. Ha bromeado a su manera socarrona diciendo que la llamada del premio le ha cogido de improviso y que inicialmente “tenía otros planes más familiares” para hoy, aparte de renovarse el carnet de conducir. A continuación, se ha manifestado muy contento y agradecido al jurado, y ha recalcado su “extraordinaria satisfacción, alegría, gratitud, emoción y sorpresa”. Ha dicho también que el premio es “realmente un buen colofón” a su carrera, aunque ha matizado: “La vida es un camino absolutamente dinámico y no estoy en disposición de decir qué va a ser de mi vida en un año o dos”. No ha sido muy claro sobre si contempla alguna forma de continuidad artística pública. “Para hacer canciones es importante el estímulo”, ha añadido, y ha reflexionado que “tal y como están montados hoy el escenario y la industria, ni son muy estimulantes ni los entiendo”. Ha apuntado que va “haciendo alguna canción”, pero “sin compromiso”. Ha dicho que pone la radio (“no oigo muchas cosas”) y que lo de colgar canciones en internet le suena “más al Cluedo que a la cosa artística”.
Al preguntársele si se se siente bien acompañado en un premio que han recibido Bob Dylan y Leonard Cohen (este fue príncipe de Asturias de las Letras), ha respondido que de ellos y “de muchos otros”, pues es un galardón “sumamente prestigioso en todas sus disciplinas, en letras, en artes y en ciencias”. ¿Piensa dedicarle el premio a alguien? “No se me ha ocurrido, todo para mí”, ha contestado con una gran sonrisa. Y ha continuado: “Siempre que recibo alguna distinción, la agradezco, señalando que me siento parte de un oficio y acompañado por gente, soy parte de una cadena. Todos nacemos con la necesidad y el deseo de aprender, y eso no se produce solo al inicio, sino continuamente”. Ha reflexionado que cantar no es para él solo algo para ganarse la vida sino una forma de expresarse.
Del hecho de que el premio destaca que haya cantado en catalán y castellano, ha señalado que ambas lenguas “conviven en mí con toda naturalidad”. Sobre cuál es la causa que ha abanderado de la que se siente más orgulloso, ha apuntado que no se siente abanderado de ninguna causa, sino “cómplice o acompañante” de aquellas en las que ha estado implicado. “No tengo una lista, no sé qué decir. Me siento bastante contento de mi vida, procuro distinguir los momentos claros de los turbios, pero hecho eso, lo tomo todo junto y me siento bastante a gusto de lo que he sido y de lo que he hecho”. Y ha agregado para restar trascendencia: “Espero seguir disfrutando por un tiempo”. Serrat ha disentido de que el premio ratifique la canción como poesía. “Canción y poesía no son lo mismo, son dos maneras diferentes de expresarse y yo reivindico las dos. Pero hay canciones muy poéticas y otras que dejan mucho que desear. Conozco a grandes poetas que no han sido capaces de hacer una canción. Yo no me he desimplicado nunca de la canción, y de transmitir pensamiento poético a través de ella”.
Serrat ha estado de acuerdo en que ha sido en cierta manera un adelantado en cuestiones de medio ambiente. “Lo que me preocupa es la vida, el mundo, la tierra el agua, la relación del ser humano con el espacio que ocupamos y el trato que le damos. Esta debería ser la gran preocupación para todos los ciudadanos”. Ha recordado que tuvo “la suerte de estudiar Biología en la universidad y tener profesores como Ramón Margalef”, y ha considerado que todos tenemos que ser activistas para afrontar un futuro más que dudoso. Le preocupan también, ha dicho, “la manipulación de las palabras y la pérdida de fe de la ciudadanía en la política y en el sistema democrático”.
Horas después del anuncio del premio, ya hay gente en Cataluña que ha arrugado la nariz ante el hecho de que Serrat reciba un galardón vinculado a la monarquía española. “Me lo ha dado un jurado del que yo formé parte hace 30 años, sería sorprendente que renunciara a ese premio. Y diré una cosa: que haya gente que arruga la nariz, eso pasa siempre”.
Serrat se retiró de los escenarios en diciembre de 2022 en un Palau Sant Jordi de Barcelona repleto. Previamente, actuó también en Madrid, siempre con los recintos llenos. Aquellos recitales fueron un digno final para un artista único. Apenas recurrió al sentimentalismo (“esta noche dejamos aparte las melancolías y nostalgias porque solo nos queda el futuro”), algo que estaba deseando el público que acudió entonces a despedirlo. Quiso dar la sensación de un recital más dentro de una carrera que completa seis décadas. Podría haberse extendido con discursos lacrimógenos y de autobombo, pero nunca fue ese su estilo. A cambio, dedicó un intermedio entre éxito y éxito a alertar sobre la peligrosidad del calentamiento global e hizo un llamamiento urgente para “salvar el planeta”.
El músico justificó así su decisión de retirarse en una entrevista con EL PAÍS en 2021: “Primero, porque el encierro al que nos llevó esta pandemia que aún dura provocó la imposibilidad de continuar el oficio de cantar en público. Y, también, por la necesidad de recuperar la vida familiar, cumplir con cuestiones íntimas y necesarias. Siguiendo las normas del Eclesiastés: hay un tiempo para cada cosa. Ah, y yo no decidí dejarlo. Han sido los hechos que fueron ocurriendo después de aquella caída de Joaquín Sabina [12 de febrero de 2020] que nos obligó a abandonar una gira. Luego vino la covid… Las dificultades fueron distanciándome”.
Ese lugar común que se utiliza para algunos artistas cuando se asegura que su música “ha marcado a varias generaciones” es absolutamente real con Serrat. En 2006, la edición española de la revista Rolling Stone realizó una encuesta entre 100 profesionales de la industria para elegir las 200 mejores canciones del pop-rock español. La primera fue Mediterráneo. Bandas jóvenes en ese momento, integrantes del efervescente indie español, como Sidonie o La Habitación Roja, colocaron el himno de Serrat en primer lugar.
Chico de la posguerra, del barrio popular de calle del Poeta Cabanyes del Poble-sec, entre Montjuïc y el Paral·lel, Serrat ha ido conformando desde 1967 una discografía basada en el eclecticismo estilístico y en una dedicación humanista en los textos. Ha cantado a poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti o León Felipe, y también se ha convertido en poeta del tiempo en el que ha vivido. En un país muchas veces confrontado, él siempre ha sabido posicionarse donde lo haría la gente sensata. Ha establecido una impronta que se puede resumir en: si tienes dudas sobre algún tema, pregunta a Serrat.
Escribir un listado de algunas de sus canciones provoca acudir al reproductor musical (mejor vinilo, pero también sirve Spotify) para escucharlas con atención y en paz: Tu nombre me sabe a yerba, Penélope, Para la libertad, Aquellas pequeñas cosas, Me’n vaig a peu, Palabras de amor, El meu carrer, Cantares, Hoy puede ser un gran día, Paraules d’amor, Mediterráneo... Esa voz firme, deliberadamente temblorosa cuando la estrofa declina y sobre todo familiar. Serrat ha compuesto la canción con la que nos enamoramos, nos divorciamos, utilizamos para planchar, para hacer el amor, para consolar a nuestros hijos o para despedir a nuestros padres. Todas las situaciones de nuestra vida suenan con una canción de Serrat de fondo.
Desde que se despidió, no ha parado de recibir premios: Premio Nacional de Cultura de la Generalitat de Cataluña, Medalla de Honor de SGAE, honoris causa de la Universidad de Barcelona, hijo adoptivo de Orihuela (la tierra de Miguel Hernández). Y ahora llega el Princesa de Asturias de las Artes, cuyo jurado lo ha justificado así: “En el trabajo de Serrat, de honda raíz mediterránea, se aúna el arte de la poesía y la música al servicio de la tolerancia, los valores compartidos, la riqueza de la diversidad de lenguas y culturas, así como un necesario afán de libertad. Defensor del diálogo frente a la crispación, la obra de Joan Manuel Serrat es un exponente de su irrenunciable vocación de tender puentes entre países y generaciones”.
Cabría preguntarse qué hace desde su adiós El Nano (como le llaman sus amigos Miguel Ríos, Ana Belén o Joaquín Sabina), además de recibir premios: “Dejo el escenario, pero no dejo lo que la vida me ofrezca”.
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