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La representante de Israel en la Bienal de Venecia se niega a inaugurar su pabellón por la guerra

La artista Ruth Patir cierra por sorpresa las puertas del recinto y condiciona la apertura de su exposición en la gran cita mundial del arte contemporáneo a “un alto el fuego y la liberación de rehenes”

Soldados italianos resguardan el pabellón de Israel en la Bienal de Venecia, este martes.
Soldados italianos resguardan el pabellón de Israel en la Bienal de Venecia, este martes.Colleen Barry (AP)
Álex Vicente

La guerra en Oriente Próximo logró turbar la inauguración de la Bienal de Venecia. Por sorpresa, el pabellón de Israel en la gran cita mundial del arte contemporáneo, cuya 60ª edición empieza esta semana en la ciudad italiana, se mantuvo cerrado pese a que, a su alrededor, el resto de muestras organizadas para la ocasión fueran abriendo sus puertas. La decisión de suspender la inauguración del pabellón, prevista para este martes, pertenece a sus responsables, la artista Ruth Patir y las dos comisarias del proyecto, quienes no avisaron al Gobierno israelí, que ha aportado la mitad del presupuesto, según adelantó The New York Times. “La artista y los comisarios del pabellón inaugurarán la exposición cuando se alcance un acuerdo para el alto el fuego y la liberación de rehenes”, podía leerse en un cartel colgado en la puerta, custodiada por tres militares italianos.

Las llamadas al boicot de Israel se habían multiplicado desde comienzos de año, pero la Bienal de Venecia confirmó el derecho de su delegación artística a participar en la cita y los preparativos siguieron su curso. Nada indicaba que la muestra no fuera a abrir sus puertas este martes. De hecho, desde el exterior del edificio racionalista, obra del arquitecto israelí Zeev Rechter, discípulo de Le Corbusier y partidario del pilotis como su maestro, se podía ver la exposición montada y terminada. “La muestra está lista y el pabellón espera a ser inaugurado. El arte puede esperar, pero las personas que viven en el infierno, no”, señalaron las comisarias del pabellón, Mira Lapidot y Tamar Margalit, en un comunicado. “Han pasado seis meses desde el brutal ataque a Israel y el comienzo de la horrible guerra que asola Gaza. No hay final a la vista, solo la promesa de más dolor, pérdida y devastación”.

Por su parte, la artista afirmó en el mismo comunicado que se sintió incapaz de presentar un proyecto que aborda “la vulnerabilidad de la vida” en un tiempo que demuestra “un desprecio insondable por ella”. “Nos hemos convertido en noticia, en lugar de que lo sea el arte. Y, si me ofrecen un escenario tan destacable, quiero que sirva para algo”, expresó Patir, poco después, a través de su cuenta en Instagram. “Me opongo firmemente al boicot cultural, pero siento que no hay respuestas correctas y solo puedo hacer lo que puedo con el espacio que tengo, por lo que prefiero alzar la voz junto a quienes apoyo cuando gritan: alto el fuego ahora y traed de vuelta a la gente de su cautiverio. No podemos soportarlo más”. Patir no ha respondido a las peticiones de entrevista de este diario, mientras que la organización de la Bienal de Venecia se ha limitado a remitir el comunicado del pabellón israelí.

La artista Ruth Patir, representante de Israel en la Bienal de Venecia, en su estudio en Tel Aviv.
La artista Ruth Patir, representante de Israel en la Bienal de Venecia, en su estudio en Tel Aviv.PEDRO WAZZAN

El proyecto de Patir para la Bienal de Venecia, (M)otherland, reflexiona sobre la presión sobre las mujeres para que se conviertan en madres, a raíz de la experiencia de la artista, a quien diagnosticaron una mutación genética que aumentaba su riesgo de padecer cáncer de mama y ovario. Nacida en 1984 en Nueva York y residente en Tel Aviv, Patir suele trabajar con simulaciones 3D e inteligencia artificial. Entre las obras que iba a presentar en Venecia, se encontraba Keening, un vídeo de animación donde antiguas estatuas de diosas de la fertilidad, fracturadas por el paso del tiempo, desfilan en airadas manifestaciones en la vía pública.

Pese a que su contenido no sea explícitamente político, Patir ha dicho inspirarse en el actual clima en su país, donde ha participado en las protestas para exigir un acuerdo sobre los rehenes y forzar la dimisión del primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu. Patir no es un nombre de primera fila en el arte contemporáneo, pero ha expuesto en la Bienal de Gwangju y la Manifesta de Zúrich. Sus obras forman parte de las colecciones del Centro Pompidou de París o el Museo de Arte de Tel Aviv.

Una imagen del vídeo 'Keening' (2024), animación a partir de esculturas antiguas que Patir iba a presentar en Venecia.
Una imagen del vídeo 'Keening' (2024), animación a partir de esculturas antiguas que Patir iba a presentar en Venecia.R. P. / BRAVERMAN GALLERY, TEL AVIV

El conflicto bélico ha perturbado otros acontecimientos culturales en los últimos meses, desde la ceremonia de los Oscar y los Grammy o la reciente inauguración de la Bienal del Museo Whitney de Nueva York hasta el festival de Eurovisión, en el que el activismo propalestino opina que no debería estar Israel. La Bienal de Venecia no ha sido una excepción, tras meses de tensiones derivadas de su participación. En febrero, el grupo Art Not Genocide Alliance difundió una carta abierta en la que exigía la exclusión del pabellón israelí del “diorama de naciones-Estado de los Giardini”, sede principal de la Bienal. La secundaron 23.000 firmantes, entre los que estaban la fotógrafa Nan Goldin o los representantes de Finlandia, Chile y Nigeria en esta edición.

El colectivo recordaba que, enfrentada a otras crisis políticas, la cita veneciana no dudó en tomar medidas. Por ejemplo, apartó a Sudáfrica hasta que se abolió el apartheid en 1993. De la misma manera, en la edición de 2022, la Bienal hizo declaraciones de apoyo a Ucrania contra “la inaceptable agresión militar de Rusia” y rechazó “cualquier forma de colaboración con quienes han llevado a cabo o apoyado un acto de agresión tan grave”.

El cartel en el pabellón de Israel en Venecia en el que se explica por qué se mantiene cerrado.
El cartel en el pabellón de Israel en Venecia en el que se explica por qué se mantiene cerrado. Luca Bruno (AP)

En esta ocasión, la Bienal ha adoptado otro tono. “Todos los países reconocidos por la República Italiana pueden solicitar de forma autónoma participar oficialmente”, señaló la institución en febrero para responder a las llamadas al boicot. “En consecuencia, la Bienal no podrá tener en cuenta ninguna petición de excluir la participación de Israel o Irán en la próxima exposición”. En febrero, el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, también se opuso a las llamadas al boicot, que tildó de “inaceptable y vergonzoso”. “Israel no solo tiene el derecho de expresar su arte, sino también el deber de dar un testimonio a su pueblo en un momento como este, en el que ha sido duramente golpeado por terroristas despiadados”, expresó. “La Bienal de Arte de Venecia será siempre un espacio de libertad, encuentro y diálogo y no un espacio de censura e intolerancia. La cultura es un puente entre las personas y las naciones, no un muro divisorio”.

Palestina no cuenta con un pabellón en Venecia, al no ser un Estado reconocido por Italia, pero varios artistas palestinos sí forman parte de su exposición principal, Extranjeros en cualquier lugar, que tiene como responsable al brasileño Adriano Pedrosa, primer comisario del sur global que asume este rol. El pabellón español en Venecia se inaugurará este miércoles, con la artista Sandra Gamarra, nacida en Perú y residente en Madrid, como primera latinoamericana que representa a España en la gran cita del arte contemporáneo.

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Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.
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