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Muere A. S. Byatt, la autora de ‘Posesión’ y ‘El libro de los niños’

Ganadora del premio Booker en 1990, su literatura era compleja e intelectual, pero logró cautivar a críticos y público a lo largo de cinco décadas de intensa producción

Rafa de Miguel
A. S. Byatt
La autora inglesa A. S. Byatt.

Antonia Susan Duffy, la escritora que firmó sus novelas como A. S. Byatt y las dotó de una carga intelectual que alejó durante años al gran público de su obra —hasta el éxito internacional de Posesión, en 1990— ha fallecido a los 87 años, según ha informado este viernes su editorial Chatto & Windus.

Durante la primera mitad de su carrera literaria, que se extendió a lo largo de cinco décadas, sus libros eran trabajos minoritarios, carentes de lo que ella misma llamó la “codicia o gula narrativa”, la ansiedad del lector por avanzar en la trama. El éxito llegó cuando, inspirada por aquel fenómeno de ventas que fue El nombre de la rosa del italiano Umberto Eco, A. S. Byatt se atrevió a jugar con la metaficción y la trama detectivesca en Posesión, la novela que le lanzó al estrellato. La historia paralela de dos romances, la de dos poetas de la era victoriana inventados por la autora, que llegó a escribir largas cartas y poemas atribuidos a sus personajes, y dos académicos del tiempo presente que investigan y rastrean esa relación, obtuvo el reconocimiento y la admiración unánimes de los críticos. En 1990, A. S. Byatt obtuvo el Booker Prize, el premio británico de las letras más prestigioso, por aquel libro.

Vendría otro aún mejor para muchos de sus seguidores, en 2009: The Children´s Book (El libro de los niños), que bajo la excusa de las complejas relaciones internas de dos familias, la de un escritor para niños y la de un ceramista, entre finales del XIX y el final de la Primera Guerra Mundial, explora los cambios en las costumbres sociales y todas las ideas políticas —socialistas, anarquistas, marxistas, sufragistas...― de una era profundamente convulsa en Europa. Es también autora del texto Ángeles e insectos que se adaptó al cine en 1995 con Kristin Scott Thomas y Patsy Kensit en los roles principales. La de Posesión, con Gwyneth Paltrow al frente, llegó en 2002. Y la de Tres mil años esperándote, con Tilda Swinton e Idris Elba, lo hizo en 2022.

Su nombre de nacimiento, en 1936, fue el de Antonia Drabble. Creció entre Sheffield y York, en Inglaterra, y estudió en las universidades de Cambridge, Oxford y Bryn Mawr College, en Filadelfia (EE UU). En 1959 se casó con Ian Byatt, un prestigioso economista del que tomaría el apellido para su nombre artístico, con el que tuvo dos hijos. Diez años después se divorciaría, para volver a casarse con Peter Duffy y tener dos hijas más.

Hasta 1983, en que las ventas de sus libros comenzaron a despegar y obtuvo mayor independencia económica, dio clases de literatura en el University College of London. A. S. Byatt fue además de escritora una gran crítica literaria capaz de alumbrar y avivar cualquier debate con sus opiniones firmes y controvertidas. Del escritor Martin Amis, el enfant terrible de la literatura británica de finales del siglo XX y principios del XXI con el que compartía editorial, llegó a decir que era un “pavo real macho”, después de que solicitara un adelanto que difícilmente iba a lograr con sus ventas futuras. “No veo por qué he de subvencionar su codicia, simplemente porque tenga que pagar un divorcio y quiera arreglarse la mitad de sus dientes”, llegó a decir del escritor. Sobre el gran éxito editorial de las últimas décadas, la saga del niño mago Harry Potter escrita por la autora J. K. Rowling, dijo que era una obra poco original y menos ambiciosa.

En 1972 su hijo Charles, de 11 años, falleció atropellado por un conductor borracho. Paralizada por la tristeza, como ella misma contó, se dijo: “Puedo hacer dos cosas. Suicidarme, o interesarme por absolutamente todo lo que me rodea”. Detrás de esa ambición intelectual universal está el impulso de las cuatro novelas que componen El cuarteto de Federica, que comenzó con La Virgen en el Jardín, y acompaña a lo largo de cientos de páginas a una mujer educada en Cambridge que se abre paso a codazos en un mundo dominado por hombres, durante las décadas de 1950 y 1960. Cada una de las ideas políticas o intelectuales que surgieron durante ese periodo histórico aparece reflejada en la saga, hasta el punto de que algunos críticos señalaron que el exceso de información servía para ocultar una falta de imaginación. A. S. Byatt replicó que su obra era una respuesta al solipsismo —yo, yo, yo y solo yo— que, según ella, reflejaban otras autoras de su época. Ella prefería que sus personajes exploraran el mundo del arte, la filosofía o la política.

Lo que nunca llevó bien A. S. Byatt fue la constante comparación que la prensa británica hacía entre ella y su hermana, Margaret Drabble, que obtuvo éxito como escritora, durante su época, de un modo más rápido y amplio que Antonia. Llegaron a describirlas, a ellas y a su tormentosa relación, como la Olivia de Havilland y la Joan Fontaine del mundo de la literatura, en recuerdo a la larga rivalidad de las dos célebres hermanas actrices.

A. S. Byatt, que recibió los títulos de Comendadora de la Orden del Imperio Británico (CBE, en sus siglas en inglés) y Dama de la Orden del Imperio Británico (DBE), así como Caballera de la Orden de las Artes y las Letras de Francia más 10 doctorados honoris causa de sendas universidades, repartía su tiempo entre su casa de Putney (Inglaterra) y la villa de Las Cevenas, en el sur de Francia. Un documental de la BBC registró su estancia veraniega en la villa, donde se dedicaba constantemente a escribir y a leer. Su marido tenía prohibido acercarse por allí. En varias ocasiones, A. S. Byatt reconoció que le gustaban más los libros que las personas.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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