Esther F. Carrodeguas: “He demostrado que se puede ser actriz siendo gorda”
La intérprete, dramaturga y directora teatral estrena un monólogo sobre el estigma que padecen las mujeres con sobrepeso
El título de la función lo dice todo: Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada. Esther F. Carrodeguas ha volcado en este monólogo sus vivencias y humillaciones como persona gorda desde niña. Escrita e interpretada por ella misma y dirigida por Xavier Castiñeira, es un monólogo de apabullante sinceridad, en el que aborda la relación con su cuerpo, marcada por la gordofobia de una sociedad que busca una suerte de cuerpos perfectos que no existen. Carrodeguas (Rianxo, Coruña, 44 años), una de las fundadoras de la compañía teatral ButacaZero, autora, actriz y directora, estrena este jueves esta pieza en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, ciudad en la que acaba de representar también su obra Iribarne, protagonizada por el político Manuel Fraga Iribarne, producida por el Centro Dramático Nacional.
Pregunta. ¿Lo que cuenta en escena es autobiográfico?
Respuesta. Sí, prácticamente. Hay algunas cosas que quizá están exageradas por la imaginación o el recuerdo, esos fantasmas del pasado.
P. ¿Lo siente como una venganza contra todas las vejaciones sufridas?
R. No, porque si lo fuera sería una venganza contra mí misma, porque yo me miro en el espejo y me sigo viendo gorda. Nos han inculcado tanto una visión de la belleza y de lo que se puede hacer o no según nuestros cuerpos que es difícil liberarse. Mi biografía es la venganza, porque he demostrado que se puede ser actriz siendo gorda. Yo de pequeña quería ser bailarina y las profesoras me miraban como diciendo: ‘Tú puedes venir a clase, pero nunca serás bailarina’. También cuando estudié periodismo, yo siempre pensé en radio o periódico, nunca se me pasó por la imaginación la televisión. Son cosas inconscientes.
P. ¿Fue una necesidad, entonces?
R. Escribo para soltar cosas que me pesan dentro y hubo un momento en el que sentí la necesidad de vomitar esto. Este texto es un poemario poético. El impacto en el público durante una lectura dramatizada que hice hace tiempo fue enorme. Mucha gente se sintió representada y eso me ayudó a comprobar que no estamos solos, que es una abrasión social.
P. ¿Es la gordofobia una abrasión social?
R. Es algo que está muy presente en la sociedad porque muchas personas, que ni siquiera están gordas, están obsesionadas por si comen o no.
P. ¿Cómo viviste en familia el hecho de ser una niña gorda?
R. Era mi característica. Mi hermano era el delgado y yo la gorda.
P. ¿Y en el colegio?
R. Es un sufrimiento generalizado, al que tú te acostumbras. Nunca ganas ninguna carrera, nadie te escoge como compañera. He sido la niña pequeña que siempre era pastora y nunca Virgen María en las funciones del colegio. Cuando eres un poco mayor sabes que no le vas a gustar a nadie. Hay como una afectación diaria, completa. Mi adolescencia estuvo marcada por esa sensación de que no soy apta para el deporte, no soy apta para ser atractiva. Lo he compensado con otras cosas, como estudiar más que los demás. Una de las cosas buenas es que yo me he sentido muy liberada frente a las agresiones sexuales y de las agresiones machistas. Ha sido una liberación a lo largo de mi vida, porque sabía que no irían a por mí. He sentido decepción y tristeza, pero no miedo.
P. El texto, aunque duro, tiene humor. ¿Es imprescindible?
R. El humor es lo que me salva. Es más fácil hacer que la gente empatice. La comedia es el recurso para tocar al espectador y reírse juntos de las mismas cosas. Tengo que decir que soy una persona que tengo traumas, pero todos convivimos con esto de manera natural y a diario.
P. ¿A cuántas dietas se ha apuntado a lo largo de tu vida?
R. Uf, miles. Han sido una constante desde pequeña. La de comer solo piña, la dieta de desintoxicación… infinitas.
P. ¿Ha sufrido en la profesión?
R. Los trabajos que he hecho en televisión siempre han estado condicionados por mi físico. He sido secuestradora de bebés, de funcionaria de prisiones…. En teatro no he tenido ningún impedimento porque mi carrera va en otra dirección. Claro que condiciona el físico, solo hay que pensar en todas aquellas actrices protagonistas de series de televisión o de películas que tienen un cuerpo hipernormativo. Parece que está empezando a cambiar, pero es muy lento.
P. ¿Existe el cuerpo perfecto?
R. Todos los cuerpos son bellos. El cuerpo perfecto es el que está sano y te permite vivir.
P. El texto habla de educación emocional. ¿Cómo se trabaja?
R. Hay que regular todas las imágenes que se cuelan a través de los medios de comunicación y la publicidad. No puede ser que todas las imágenes que anuncian colonias sean mujeres que miden 1,70 y pesan 50 kilos. Es muy perverso y falso. No puedes estar siempre maquilada y peinada y con brillos en la cara. Por mucha educación emocional que recibas de tu familia o en el colegio, el problema es ese sistema de supuesta perfección que habría que prohibir por ley.
P. Su última obra en cartel ha sido Iribarne, sobre el político Manuel Fraga Iribarne, en el que recorre la historia desde los últimos años del franquismo pasando por la Transición hasta hoy. ¿Por qué sacar a Fraga de su tumba ahora?
R. Está siendo un momento bastante adecuado. Llegamos a Madrid con la fallida investidura de Núñez Feijóo y vamos a acabar con la previsible investidura de Pedro Sánchez. Por el camino, la palabra amnistía, que está en el centro de la obra Iribarne, porque ya hubo una amnistía bastante potente en España. Las manifestaciones en Ferraz claman por un Franco que está muy presente en la obra. Es un momento perfecto para mirar al pasado y ver de dónde vienen estos lodos. La obra no es un biopic de Fraga, sino un recorrido por la Transición a través de un personaje que la vivió en primera persona. Hay que recordar que el partido de Fraga, antes Alianza Popular y ahora Partido Popular, no firmó la Constitución y ahora son los más constitucionalistas. Revisitar lo que pasó y cuál es la herida es muy importante.
P. ¿Qué opina de la amnistía?
R. Es un tema complejo, pero creo que hay que tirar para adelante. Siempre he pensado que preguntar al pueblo no es malo, todo lo contrario. Un problema básico es pensar que la Constitución es inamovible. Si se puede generar un referéndum dentro de la Constitución, ya que no hay forma de cambiarla, es bueno. Aferrarse a una Constitución de hace 40 años, redactada en un contexto de posdictadura, es una estupidez. No preguntarle al pueblo es creer que somos estúpidos. Soy partidaria de los referéndums, no solo en Cataluña. Hay cosas muy importantes sobre las que el pueblo podría opinar.
P. Por último, ¿qué sentido le da el teatro a su vida?
R. El teatro me ha cambiado completamente la vida. El teatro me ha llevado a aceptar mi cuerpo, superar mis traumas corporales, hacer nudismo en playas. Vivir el teatro fue transformador para la liberación del cuerpo. Adquirí presencia como autora y actriz. El teatro debería estar en todas las escuelas, al lado de las matemáticas. Eso sí que cambiaría el mundo.
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