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¿Qué es Isla? El misterio en la sierra de Madrid que pretende hacer sostenible el arte

La galerista Lucía Mendoza y la comisaria Blanca de la Torre revisan el concepto de exposición y galería en una finca de 11 hectáreas donde los artistas crean en consonancia con la naturaleza

La pieza 'Infinite Butterfly' de Toshiro Yamaguchi para Isla.
La pieza 'Infinite Butterfly' de Toshiro Yamaguchi para Isla.CORTESÍA DE ISLA
Ana Marcos

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A las 10 de la mañana del sábado 30 de septiembre nos montamos en un autobús destino a Isla. No teníamos muchos datos, pero sí mucha curiosidad. Nos habían contado que un grupo de artistas convocados por la galerista Lucía Mendoza y la comisaria Blanca de la Torre habían dispuesto sus obras en más de 11 hectáreas a las afueras de Madrid, en Robledo de Chavela. Nos dijeron que Isla es el acrónimo de Ideario de Sostenibilidad y Laboratorio de Arte. Y nos aseguraron que lo que nos íbamos a encontrar pretendía cambiar la manera en la que se entiende el arte contemporáneo.

La relación entre el arte y la naturaleza es tan antigua como la humanidad. En este caso, no solo se trata de una iniciativa en la que los creadores se inspiran en el campo o usan materiales que encuentran en este entorno, sino que están convocados a pensar sus obras desde la sostenibilidad.

‌‌Isla no es una enmienda a la totalidad de esta disciplina, pero de alguna manera sí es una bofetada de realidad similar a la que podemos sentir cuando una nueva generación confronta la idea del trabajo que tenemos, hace huelga para llamar la atención ante la emergencia climática o es capaz de medir la huella de carbono de cada una de sus acciones.

La pieza 'Hongos' de Lucía Loren.
La pieza 'Hongos' de Lucía Loren.CORTESÍA DE ISLA

En Isla solo entran materiales sin alto impacto para la naturaleza. Las obras no desentonan. Y los artistas están avisados: aquí no funcionan los tiempos del mercado del arte, ni en la organización de una muestra ni en el calendario de exposición.

‌Al entrar en la finca, empieza El comienzo, el nombre de la primera iniciativa de Isla, que no se puede llamar exposición o tal vez lo sea. O en un tiempo adquiera otro nombre, una nueva etiqueta que incorporar al arte. Traviesas, de Agustín Ibarrola, unas vigas de tren intervenidas, recuerdan al Bosque de Oma, esa sensación de trasladarte a un lugar encantado en el que los árboles pueden ser de colores. Al llegar a la gran explanada central, los Hongos de mimbre de Lucía Loren parecen plantados a la espera de que caiga la lluvia en su interior como recolectores de agua. Las sandías con las que Juan Zamora ha construido Aflorar las piedras ya hacen su función. No solo parecen flores, además son bebedores para los animales que pasan por Isla: las vacas de un vecino con permiso para que pasten, los jabalíes, los corzos y las aves.

La pieza 'Aflorar las piedras' de Juan Zamora.
La pieza 'Aflorar las piedras' de Juan Zamora.CORTESÍA DE ISLA

‌Al mirar a la copa de una encina centenaria, la luz se cuela entre las hojas. Si vuelves a observar, pero esta vez con la pantalla del móvil como filtro, lo que aparece es una cámara termográfica que da cuenta de la vida de este árbol durante las 24 horas del día. Es la manera en la que Bárbara Fluxá da importancia a la encina por encima de la mirada de las personas.

‌No será la única vez que saquemos el teléfono. Después de ver la instalación que Lecuona y Hernández han traído desde Tenerife y de camino a las piezas de Elena Lavellés y Mercedes Lara, el móvil empieza a sonar. Es la pieza musical de los artistas Menhir, 13 Moons and a Blackhole, que solo se oye en dos zonas concretas de Isla. Lo mejor es dejarse llevar. Es decir, bajarse la aplicación, activar la ubicación y olvidarse del móvil. Mientras se contempla el abrazo que los hilos de Lara le dan a los árboles o se cuentan los anillos del corazón de los robles en From the Core to the Future, que Lavellés ha metido en siete cajitas que cuelgan de sus ramas, empieza a sonar la composición. Y por un ratito no desafina con los mugidos de las vacas o los cantos de los pájaros de la finca.

La cámara termográfica de Bárbara Fluxá.
La cámara termográfica de Bárbara Fluxá.CORTESÍA ISLA

‌Algunas de estas piezas seguirán. Otras se las llevarán. Y otras, tal vez, sean la comida de los animales o las fagocite la naturaleza en un baile con el viento y la lluvia. Los tiempos los marcará el medioambiente. Lucía Velasco y Blanca de la Torre estarán vigilantes porque su pretensión es “escuchar al territorio”. Esto no es una galería de arte ni las salas de un museo. Esto es el campo y hay que respetar sus tiempos. Por eso no hay previsto un programa de exposiciones. Isla se está construyendo.

Están abiertas a visitas, pero por ahora bajo petición a través de una web que definen como alter ego del espacio físico. Donde, con el paso de las semanas, encontraremos más claves para concretar una definición para Isla. “Lo importante ahora es existir y comenzar. Pensar cómo consumimos arte y cultura”, enfatiza De la Torre. Los visitantes, a pesar de ser periodistas, nos fuimos sin respuestas. O puede que sin las respuestas a las que estamos acostumbrados.

La instalación de Lecuona y Hernández.
La instalación de Lecuona y Hernández.CORTESÍA DE ISLA

No hay horarios, no hay calendario, no hay eventos preparados para el mes tradicional del arte, febrero, cuando se celebra Arco. Entonces, volvemos a preguntar: ¿qué es Isla? “Estamos inventando un modelo”. “Pretendemos reconstruir unas ruinas para crear un espacio para residencias futuras para artistas”. “La idea es una Bauhaus. Un espacio polivalente”. “Un lugar experimental”. “Queremos entender el territorio, escucharlo desde las artes visuales”. “Cambiar los modos de trabajar con la naturaleza”. “Empezar a pensar nuestros ritmos y entender los límites biofísicos del planeta”.

‌Estas son algunas de las respuestas que finalmente conseguimos. Y que cada uno saque sus conclusiones de lo que es Isla y cómo puede cambiar el arte contemporáneo.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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