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Carlos Vives: “No maldigo mi sangre española”

El músico y compositor colombiano, que actúa en Madrid el Día de la Hispanidad, cree que el español es el idioma más hermoso del mundo y considera que el reguetón no es poesía

Carlos Vives, a mediados de septiembre, en un hotel de Madrid.
Carlos Vives, a mediados de septiembre, en un hotel de Madrid.Samuel Sánchez
Luz Sánchez-Mellado

Charlamos hace unas semanas, aprovechando una visita de Vives a Madrid en la que, entre otras cosas, invitó personalmente al rey Felipe VI al 500º aniversario de su ciudad natal, Santa Marta, en Colombia, que se celebrará en 2025. Quedamos en un hotel de polígono, al que llega en la típica furgoneta de cristales tintados de estrella del rock, acompañado de tres asistentes y de su esposa, Claudia, que lo piropea y le atusa los rizos para la foto. En recepción, una turista colombiana no puede creer lo que ven sus ojos: el mismísimo Carlos Vives hecho carne mortal a miles de kilómetros de su casa. Azoradísima, le pide un selfi y ambos se enzarzan en una cháchara de cortesía en su florido español caribeño. Da gusto escucharlos.

Su último vídeo, con su amigo Juanes, es un homenaje a las mujeres. ¿Cómo es de feminista?

Me considero feminista, y creo que no es justo generalizar al hablar de machismo. No niego que hemos sido una sociedad machista, donde el hombre se ha creído más de lo que es, pero a veces me preocupa que haya un movimiento feminista que odia a los hombres. Ahí es donde la cosa no empieza a funcionar. Yo fui criado bajo la severidad del bolero, la mujer es lo máximo de la creación. No se toca ni con el pétalo de una rosa. En casa mandaba mi madre, y en mi casa manda mi esposa.

Bueno, igual las mujeres quieren mandar en la esfera pública.

El mundo estaría mejor si hubiera más mujeres líderes. Los problemas de países como el mío es que no cuidamos nada, y quien más sabe de cuidado y de valores es la mujer. No solo en lo doméstico, en todo: el planeta, la familia, los otros. Cuando se pierde el cuidado, y se pierden los valores, todo empieza a ir mal.

¿Y esa vena altruista?

Soy consciente de mi privilegio. Mi papá era médico otorrino y oftalmólogo y, cuando alguien no podía pagar la consulta, o las gafas, no cobraba. La mía es una sociedad muy desigual y heredé ese cariño. Me siento comprometido a trabajar por la gente. Estamos divididos en bandos y para mí la gente es una sola, sin apodos ni clasificaciones. No me interesa de dónde es, cuánto tiene, con quién se acuesta, a quién vota, en qué cree. ¿Cómo te llamas? ¿Luz? Te amo, Luz. Eres como yo, hijos de Dios, y te respeto.

¿Es creyente?

Sí, vengo de una familia católica y mi educación cristiana me ayudó mucho en mi vida. Cuando mis papás se separaron, y no me cuidaron, alguien tuvo que cuidarme. Llámalo como quieras, Dios es una fuerza que nos une. Hay gente divina, y no hablo de belleza, sino de luz, amor, bondad. Esas personas son divinas y yo quiero ser divino. Ser bueno es mi máxima aspiración.

Dice Juanes que cuesta lo suyo poner a bailar a un gringo. ¿Opina lo mismo?

Ja, ja, ja. En todas partes cuecen habas. He conocido a gringos muy rumberos y a otros para los que tiene más oído un ojo que ellos. De todas formas, en la propia Colombia hay varias culturas y mientras los bogotanos son duros de bailar, a los costeños, desde que nacemos, nos enseñan a sacudirnos el agua bailando.

¿Es musical el español?

A mí me parece el idioma más hermoso. Cuando oigo que el inglés, o el portugués, son más musicales, hasta me da rabia.

¿Es antes la letra o la música?

Cuando tengo una melodía, ella me está soplando la letra [tararea]. Si la escucho, me la dice. Y cuando uno la tiene: ¡eureka!, es como descifrar una fórmula.

¿Alguna vez no la ha oído?

Hace unos años, cambió la industria, llegó Internet, las redes sociales, cerró mi compañía, me divorcié de mi segunda mujer, cambió todo, me quedé sin trabajo y me puse a producir para otros artistas. Pero un día apareció un nuevo mánager, apareció mi mujer, Claudia, en mi vida, me encerré a escribir para mí, y volví a nacer. Eso fue hace diez años.

¿Cuántas vidas ha tenido?

Tres, por lo menos. Empecé a los 18 años en la televisión. A los 30, triunfé en las telenovelas y la música. Todas las épocas enseñan, también las embarradas que hice en mi vida, mis cagadas.

¿Ha tenido muchas?

Uf, muchas. Un poeta cubano decía que el hombre, lo que tiene de florido, le viene de lo que tiene sepultado. Muchas veces, esas cosas terribles nos hacen florecer.

¿Está hablando de sexo, drogas, reguetón?

No. Estoy hablando, por ejemplo, de que un matrimonio fracase, de que uno trate de ser buen padre y la cosa se complique. Fue muy difícil para mí [se emociona].

Los hombres también lloran.

Más que las mujeres. Son más fuertes, por eso son más sabias. Siempre ha habido una mujer que me ha salvado la vida.

Sus letras son muy románticas, frente a otras más explícitas.

Uno viene de esa escuela romántica que te decía y me extraño de ciertos lenguajes. Hay cosas del reguetón de sexo explícito que me espantan. Pero, en esta época, y en todas, se privilegia la contracultura.

El reguetón no es marginal, es omnipresente.

Porque se promueve para el manejo de masas. Interesa que la gente no se instruya, no lea. Cuando a la juventud se le dice que eso es la nueva poesía es porque antes no ha leído poesía. No me gusta, porque está hecho para que esa generación no piense, no se cuestione las cosas y no se rebele, para poder tener esclavos. Esa vulgaridad exacerbada, esa hipersexualización, son la manera de tenerlos controlados.

¿Tiene hijos adolescentes?

Tengo dos mayores y dos de 12 y 15 años. A los hijos les enseñas a leer y escuchar buena música de todas partes. Uno tiene que hacer que sus hijos se cultiven y sean exigentes en la calidad de las cosas, la poesía, la cultura y la música, para que tengan criterio

Igual un día los pilla perreando.

No, no, no. Claro que bailan, pero no perrean. No sé si sabes las cosas que pasan en ciertos círculos con muchas de estas músicas, que es ir más allá en todo. En esa vulgaridad no van a caer mis hijos. No toda esa música es mala. Hay artistas que no han caído en eso. En el fondo, el poder de esa música es que es ancestral, su origen está en las cumbias, en los vallenatos, lo que pasa es que ahora la hacemos con computadoras, y nos ponemos beisboleras y creemos que lo acabamos de inventar. Pero eso es muy antiguo y, no, no todo el mundo lo hace mal.

Va a actuar en pleno corazón de Madrid el Día de la Hispanidad. Algunos no lo celebran. ¿Los entiende?

No maldigo mi sangre española 500 años después. Vives es un apellido de Sitges; Restrepo, de Asturias. Hay que entender la historia y saber medirla en su momento. No todas las cosas que pasaron fueron terribles, y es muy triste querer tapar las cosas maravillosas que pasaron con las cosas terribles. Nos ha faltado sentirnos orgullosos de lo que somos. Nuestra tragedia es no haber valorado nuestra cultura indígena, africana y española. No puedo renegar de mí, ni de mi historia. No hay nada más valioso que el mestizaje.

VIDA DE VIVES

Carlos Vives (Santa Marta, Colombia, 63 años), músico y actor, es considerado como el rey del vallenato y de la cumbia por sus propios compatriotas. El autor de himnos universales como La gota fría o La bicicleta, junto a Shakira, ganador de dos premios Grammy globales y 15 latinos, estrena nueva canción, Las mujeres, junto a su paisano y amigo Juanes, y el 12 de octubre actúa en un recital gratuito en la plaza de Cibeles de Madrid para celebrar el día de la Hispanidad. En su penúltima visita a España, invitó personalmente al rey Felipe VI a acudir a los actos del 500º aniversario de la fundación de su ciudad natal, Santa Marta. "Si no puede ir él, sería precioso que fuera su hija Leonor. Felipe fue al 450º aniversario de Cartagena de Indias, como Príncipe de Asturias, y sería una forma preciosa de cerrar ese círculo". De momento, no tiene respuesta oficial, aunque sí oficiosa. En dos años sabremos en qué quedó la historia.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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