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El actor Stephen Fry acusa a la inteligencia artificial de ‘robarle’ su voz

El intérprete sostiene que su lectura de los audiolibros de Harry Potter fue copiada y aprovechada para hacerle narrar un documental histórico que él nunca autorizó

El País
Stephen Fry
Stephen Fry, en Londres, el pasado 10 de septiembre.ANDY RAIN (EFE)

Miles de lectores por el mundo habrán escuchado fascinados la voz de Stephen Fry: fue el encargado de llevar al audiolibro en inglés los siete volúmenes de la saga de Harry Potter. Pero, entre tantos seguidores, el intérprete generó también un interés mucho menos deseado: el de la inteligencia artificial. El pasado jueves, en su intervención en el festival CogX, en Londres, Fry compartió un fragmento de un documental histórico narrado por él mismo. Y aclaró que nunca había pronunciado ninguna de las palabras que se oyeron. “Fue una máquina”, dijo, como recogió la web Deadline. Sostuvo que la tecnología más comentada del presente aprovechó sus lecturas de Harry Potter para memorizar su timbro vocal y reproducirlo, idéntico, al servicio de otro proyecto. Uno que él, sin embargo, nunca había autorizado.

“Me impactó. Usaron mis lecturas de los siete volúmenes y a partir de esa base crearon una inteligencia artificial de mi voz que hizo esa nueva narración”, agregó el actor desde el escenario. “Lo que escuchasteis no fue el resultado de una mezcla, sino una voz artificial flexible, donde las palabras son moduladas para adaptarse al significado de cada frase”, apuntó Fry, conocido por películas como V de Vendetta o Wilde, así como por su faceta como cómico y presentador. Y abrió la enésima ventana hacia el futuro distópico que muchos auguran por el auge de esta tecnología: donde ya no hagan falta dobladores y la voz de cada cual —o, pronto, su imagen— pueda terminar copiada y empleada sin su consentimiento. Y donde discernir entre realidad e invención, entre derechos individuales y robo resulte cada vez más complicado.

El actor no aclaró, eso sí, si su contrato para la lectura de Harry Potter, o para su distribución en plataformas de audiolibros, incluía alguna cláusula respecto al uso de su voz. Sí explicó que contactó con sus agentes a ambos lados del Atlántico y descubrió que ni siquiera sabían que algo así “fuera posible”. “Podrían hacerme leer desde una invitación a asaltar el Parlamento hasta porno duro, todo sin mi conocimiento ni permiso”, avisó el actor. Y, según contó, les señaló a sus agentes que esto tan solo es el comienzo: “No habéis visto nada aún. Es un audio. No se tardará mucho hasta que los vídeos falsos resulten igual de convincentes”.

Hace tiempo que la inteligencia artificial genera debates en la sociedad. Sus defensores subrayan sus enormes posibilidades para ayudar a la sociedad, agilizar muchas de las labores humanas y permitir incluso que los trabajadores se dediquen a tareas más creativas o estimulantes. Sus detractores, en cambio, destacan los enormes riesgos de pérdidas de empleos, sustituidos por máquinas, de violación de la privacidad e, incluso, de suplantación de identidad o tecnologías tan listas como para modificar la orden que recibieron o actuar, al menos parcialmente, según sus propias decisiones. Una de las razones de la huelga de actores y guionistas contra los grandes estudios y plataformas de Hollywood tiene que ver, precisamente, con el temor de los artistas hacia un uso excesivo de esta tecnología por parte de las compañías.

La reciente difusión y viralización de vídeos de Alberto Núñez Feijóo, Lionel Messi o Belén Esteban hablando un perfecto inglés, con su propio tono de voz, gracias a una aplicación, mostró estos días un ejemplo del poderío y los peligros que encierra la inteligencia artificial. Fry, el pasado jueves, ofreció otro. Para el siguiente, a este ritmo, no debe de quedar mucho.

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