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Feria del Aficionado en San Agustín de Guadalix (Madrid)
Crónica
Texto informativo con interpretación

La emoción y grandeza de la fiesta auténtica

Ángel Sánchez corta una oreja en un interesantísimo desafío ganadero Dolores Aguirre-José Escolar

Tercio de varas al quinto toro de la tarde.
Tercio de varas al quinto toro de la tarde.3puyazos

¡Qué tarde de toros! De toros, claro, de los de verdad, de los de casta brava, que piden el carné, exigiendo hasta el final. De toros... y de toreros. De oro y de plata; de a pie y de a caballo. Toreros todos machos y heroicos; no todos triunfantes, pero sí de enorme dignidad.

Y fíjense ustedes que tal acontecimiento no tuvo lugar en una gran plaza, sino en una de pueblo, concretamente en la de San Agustín de Guadalix, localidad del norte de Madrid. Tampoco había rastro de las llamadas figuras del toreo en el cartel. Ni se cortaron muchas orejas. Sólo una, para ser exactos. Pero, ¿y qué importa eso? No hizo falta; lo que sí hubo, y a granel, fue emoción. La emoción de la fiesta de toros auténtica.

Todo, gracias a una modesta asociación de aficionados llamada Tres Puyazos. Unos locos maravillosos que, cansados de la fiesta del monopuyazo, el monoencaste y el toro borrego, organizan -poniendo dinero de su propio bolsillo-, desde el año pasado, una feria siguiendo el modelo francés de plazas como Ceret. Su objetivo: defender la variedad de encastes, la integridad del toro y el tercio de varas.

Y, visto lo visto este sábado en la plaza de Guadalix, lo han conseguido. En el segundo festejo del ciclo (por la mañana tuvo lugar una novillada desafío entre las divisas de Barcial y Paloma Sánchez Rico), lograron reunir a varios miles de aficionados -alrededor de dos tercios del aforo- venidos de todas partes de España y Francia.

Románticos seguidores de una tauromaquia en vías de extinción que disfrutaron de una tarde repleta de emoción en la que se lidiaron tres toros de Dolores Aguirre y otros tres de José Escolar. Astados todos ellos con un trapío muy superior al exigible en plazas de esta categoría y que, en general, ofrecieron un interesantísimo espectáculo en todos los tercios.

Sólo falló el manso y descastado tercero, de Dolores Aguirre, frente al que se estrelló Ángel Sánchez. Pudo desquitarse, sin embargo, ante el sexto, con el hierro de José Escolar, que tardeó mucho en el caballo y empujó con bravuconería. No le importó al joven madrileño su presumible falta de oficio; con despaciosidad y largura, sacó al toro hacia los medios, doblándose por bajo.

La faena, aunque irregular, tuvo momentos de gran lucimiento, especialmente por el pitón izquierdo, cuando Sánchez le dejó muy muerta y adelantada la muleta y tiró con temple de la embestida, tan noble como exigente. Se tiró a matar derecho como una vela, cobrando una estocada trasera y obteniendo un trofeo de incuestionable mérito.

Y para mérito, torería y valor el tercio de banderillas que protagonizó en ese mismo sexto Juan Carlos Rey, que resultó cogido sin consecuencias en un primer par de gran exposición. Dejándose ver, se asomó al balcón y clavó en toda la cara antes de ser prendido por el bicho. No le importó el revolcón y volvió a la cara del toro para dejar otro par sensacional.

Mucha emoción y verdad hubo también en la mayoría de tercios de varas. Especialmente lucidos fueron los ejecutados por Adrián Navarrete (1º), Juan Antonio Agudo (4º) y Juan Francisco Peña, que puso la plaza en pie tras el combate que libró frente a Bilbatero, un manso encastadísimo y poderoso de Dolores Aguirre lidiado en quinto lugar. En todo lo alto dejó la puya, pese a las tremebundas acometidas del animal.

Y si no que se lo digan a Damián Castaño, que sudó tinta, después, con la muleta. El salmantino puso todo de su parte, pero no estuvo a la altura de semejante torrente de embestidas. Eso sí, a ver quién era el guapo capaz de hacerlo... Valeroso y entregado, lo toreó como buenamente pudo, casi siempre por derechazos y dejó un feo bajonazo tras sufrir un golpe al entrar a matar.

Tampoco aprovechó Damián al encastado y exigente segundo de Escolar, que reponía y transmitía de lo lindo. Sus tandas, aceleradas y cortas, supieron a poco. Faltó corazón para dar el paso y tirar la moneda.

Joselillo, otro matador curtido en mil batallas, comenzó bien la faena al primero, de Dolores, pero también se vio desbordado ante la encastada calidad del cuarto, un Escolar de superlativo pitón derecho. Cuando se dio cuenta de lo que requería esa embestida franca y profunda, ya era demasiado tarde.

Sí, sólo se cortó una oreja, pero la intensidad con la que se vivieron los tres tercios de la lidia de cada uno de los seis toros que salieron por la puerta de chiqueros, valieron por mil. “Mira, es que hasta se me ha puesto la carne de gallina”, decía un aficionado tras uno de los emotivos tercios de varas. ¿Lo ven?, otra fiesta es posible. Otra fiesta no; la fiesta.

Dolores Aguirre, José Escolar / Joselillo, Castaño, Sánchez

Tres toros de Dolores Aguirre (1º, 3º y 5º), correctamente presentados, aunque sospechosos de pitones, y de juego desigual; y tres de José Escolar (2º, 4º y 6º), bien presentados, serios, y muy encastados. Todos tomaron un mínimo de tres puyazos, aunque pelearon de forma dispar. 1º, cumplidor en cuatro varas, encastado y a menos; 2º, cumplidor en varas, aunque tardo, muy encastado y exigente; 3º, manso, descastado; 4º, cumplidor en varas, encastado y con un gran pitón derecho; 5º, manso con mucha casta y poder; 6º, bravucón, encastado, noble y exigente.

Joselillo: pinchazo y bajonazo (saludos); estocada trasera -aviso- (vuelta tras petición).

Damián Castaño: pinchazo y estocada delantera y atravesada (palmas); feo bajonazo en el brazuelo (vuelta tras petición).

Ángel Sánchez: estocada muy atravesada y tres descabellos (silencio); estocada trasera (oreja).

Plaza de toros de San Agustín de Guadalix (Madrid). 2ª de la Feria del aficionado, organizada por la Peña Tres Puyazos. Alrededor de dos tercios de entrada.

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