Vuelve la producción de telenovelas a Venezuela después de una era de asfixia económica y censura
Venevisión, la principal televisora del país, ha anunciado para mayo el inicio del rodaje de un dramedy después de seis años de inactividad
La telenovela más vista en la televisión abierta en Venezuela este abril, según la consultora de audiencias BB Media, ha sido la producción turca estrenada hace más de una década ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, un dato que se monta sobre el furor latinoamericano por las series turcas. Cuenta la historia de una huérfana en la ciudad de Esmirna que sueña con una mejor vida con su gran amor, Mustafá, un pescador que trabaja duro para construir una casa para ambos. La emiten por la noche en Venevisión, el canal que actualmente tiene al aire un solo dramático venezolano producido hace 14 años, que comparte el horario de la tarde con dos teleseries mexicanas de más reciente factura.
El anuncio que ha hecho la principal televisora privada de Venezuela del regreso de la producción de telenovelas al país abre una oportunidad después de años programación envejecida, el impacto de la crisis económica y el cerco gubernamental a los medios. A finales de mayo comenzará a rodarse en los estudios de Venevisión, en Caracas, un dramedy que reunirá a un elenco destacado de figuras de ayer y hoy, de dentro del país y de fuera, de la otra Venezuela que se ha levantado con la enorme migración.
Los ejecutivos tras el proyecto se han reservando los detalles como parte de su estrategia de lanzamiento, pero su creador, el venezolano Daniel Ferrer Cubillán, CEO de Hispanomedios, una agencia de talentos y productora, promete que “revolverá el gentilicio”. “Hay empresarios y marcas que están creyendo en el proyecto, en la necesidad imperiosa de reconectar con el venezolano y las cosas que son muy suyas: como el Miss Venezuela, que ya se hizo nuevamente en el Poliedro el año pasado, el beisbol y las telenovelas. Esto es un logro de todos”, dice por teléfono el empresario de 35 años. A los 19 estaba escribiendo y produciendo Pura pinta, la última telenovela juvenil que transmitió Radio Caracas Televisión, el que fue el primer canal de televisión de Venezuela y que cesó sus transmisiones en 2007, después de más de 50 años de historia, cuando Hugo Chávez ordenó no renovar su concesión tras años de forcejeo por una línea editorial crítica a su Gobierno.
El productor firmó un acuerdo con Venevisión para que toda la producción sea venezolana y se haga con los nuevos estándares de calidad que exigen las plataformas digitales, el principal boleto de viaje de los contenidos en la actualidad. “Es una historia maravillosa, pintoresca, venezolana en la que va a revolverse el gentilicio”, dice Ferrer Cubillán, acompañado en el desarrollo de la historia de Daniel Alfonso Rojas, Violeta Fonseca e Indira Páez, quien es la asesora dramática del proyecto, y fue escritora de telenovelas en Venezuela y hasta 2021 alta ejecutiva en Sony Pictures Television.
“Después de Para verte mejor (la última telenovela hecha por el canal en 2017) este nuevo proyecto nos entusiasma mucho y puede marcar el comienzo de un ciclo de producciones de ficción estable, que haga renacer la industria de la telenovela venezolana, que tanto éxito tuvo durante más de cinco décadas”, agrega en un comunicado Manuel Fraiz-Grijalba, vicepresidente ejecutivo de Venevisión.
La alianza entre ambas empresas tiene antecedentes con los shows What’s Up Alicia, un programa de entrevistas a personalidades conducido por la ex Miss Universo venezolana Alicia Machado y el talk show de mujeres Divisinisimas, con artistas de la región. Pero la nueva teleserie, advierte Ferrer Cubillán, está diseñada a la medida del humor venezolano. “Los dramáticos son parte de nuestro gentilicio, de nuestra marca país, y me llena de orgullo poder traerlos de regreso”, dice. “Esta teleserie busca conectar con lo bueno, lo bonito y lo de verdad. No es para complacer a nadie ni para hablar de política”.
Temporada de asfixia
Venezuela despuntó en la industria audiovisual con las telenovelas que se hicieron entre los años ochenta y noventa. Había un activo próspero: el poder del melodrama que bien sabía cocinar la guionista cubana Delia Fiallo. En esos años, centenares de episodios de dramas se convirtieron en la principal exportación no petrolera del país. Dentro este género, la telenovela cultural también marcó hitos históricos, desde los títulos del dramaturgo José Ignacio Cabrujas y la legendaria Por estas calles, escrita por Ibsen Martínez, hasta Cosita Rica, de Leonardo Padrón. Esta última, transmitida con éxito en Venevisión entre 2003 y 2004, escenificó una de las primeras batallas entre el chavismo y los medios.
“Después de una telenovela como Cosita Rica, en la que había un paralelismo con la realidad del país con un personaje antagonista claramente parecido al presidente Chavez, viene la Ley Resorte (Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión que controla el contenido en medios) con la que algunos empiezan a autocensurarse. Luego, con el cierre de RCTV en 2007, los canales que quedan vivos entran en un modo de supervivencia”, recuerda Carolina Acosta-Alzuru, especialista en telenovelas y series y profesora de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos.
El impacto de la censura en la producción de telenovelas fue más evidente en los noticieros, programas de opinión y humor y se mantiene hasta ahora. Pero la noticia de la producción de este nuevo dramático después de más de un lustro de sequía ha sido celebrada en el medio, especialmente entre artistas y técnicos que ven una posibilidad de reinsertarse laboralmente en el empequeñecido medio televisivo. Para Acosta-Alzuru también es una buena noticia, aunque se pregunta si ya desaparecieron los factores que llevaron a asfixiar a toda una industria.
“La telenovela La vida entera, hecha para Venevisión después del cierre de RCTV, la escribió Leonardo Padrón bajo condiciones distintas. El departamento legal revisaba los libretos y se suprimían frases como ‘Ay, Dios, todo está carísimo’ lo que es muy duro para alguien que escribe cosas realistas”, explica la investigadora. “Todo ese enrarecimiento del ambiente creativo hace que deje de competir en el exterior. A la par, el país entero comenzó a sufrir una enorme crisis económica”.
Ese mismo escritor venezolano, que hoy es autor exclusivo de Netflix donde debutó con la popular serie Pálpito, denunció la censura durante los últimos años que vivió en Venezuela, cuando escribía libretos que el canal finalmente no producía y fue blanco de Nicolás Maduro. Hace una década ya, en sus primeros años como presidente, lo acusó directamente de estimular la violencia con sus historias y prometió crear un centro estatal de producción de telenovelas para exportar que nunca puso en marcha.
Los medios han vivido también los recortes de una economía que se redujo a un tercio en apenas una década con un fuerte impacto en la capacidad de consumo del venezolano, que a su vez dio al traste con la industria publicitaria de la que vive la televisión. Después del punto de quiebre del cierre de RCTV bajo el Gobierno de Chávez, cuya señal pasó a manos del Estado, Maduro ha aumentado el expediente de presiones a los medios con una veintena de canales internacionales de noticias sacados del aire y más de 200 emisoras radiales cerradas.
A nivel global, el sector audiovisual también vive su revolución con la irrupción del streaming en la que la TV abierta está buscando su lugar para convivir con las múltiples pantallas. El anuncio del regreso de la producción de dramáticos en Venezuela en este momento parece ser parte de la frágil y desigual de recuperación de algunos sectores económicos que ha tenido expresión en la reactivación de conciertos internacionales, la apertura de restaurantes y concesionarios de carros de lujo y la construcción de torres empresariales que, en un giro dramático de la trama, han terminado las últimas semanas como emblema de un enrevesado escándalo de corrupción y purga política revelado por el mismo Gobierno.
“La televisión es una de las industrias más duras con el envejecimiento, pero tenemos un know how de esos buenos años que podría ayudar ahora y cada camino comienza con un primer paso. Está claro que una industria televisiva no se construye de la noche a la mañana, pues son bastante años de estar en estado latente”, valora Acosta-Alzuru. “Pero una de las cosas que me pregunto ahora es qué tipo de historias se pueden contar en la TV abierta venezolana de hoy”.
Babelia
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