Ed Sheeran adelanta en un concierto secreto ante 200 fieles su disco más triste
El cantautor británico relata su abrupto final de la inocencia en ‘Subtract’, un álbum sobre la muerte y la congoja
Algunos, de pura incredulidad, estaban tentados a frotarse los ojos. El hombre que lidera las clasificaciones de ingresos por música en vivo y que lleva una década entre los cinco artistas más escuchados en las plataformas de streaming asomó este sábado por el centro de Madrid ante un exiguo puñado de suertudos. Ed Sheeran es un muchacho acostumbrado a reventar estadios, a razón de sus buenos 50.000 espectadores por noche, así que su público se ha habituado a escrutarle como una figura minúscula y seguir sus interpretaciones a través de las pantallas gigantes. Pero los apenas 200 seguidores que se dieron cita este sábado en un concierto secreto —junto a varias decenas de profesionales del sector, relegados a las últimas filas— le tuvieron a muy pocos palmos de distancia: en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, un espacio de porte noble pero nada multitudinario.
Quienes nieguen la existencia de la crisis de los treinta, que no son pocos, deberán revisar sus opiniones después de escuchar el quinto elepé de Sheeran, para el que han de esperar hasta el 5 de mayo. Subtract, que así se titula el nuevo trabajo (aunque se estiliza con el símbolo de la resta, ‘–’, igual que en 2011 debutó con la suma, llegados a 2014 prosiguió con la multiplicación y en 2017 le dio por dividir), orilla de manera drástica esa imagen del muchacho cándido, afable y sonriente que derrite a las masas con sus contagiosas canciones de amor. “Estabais acostumbrados conmigo al pop, el baile y el canturreo, pero esta vez toca un disco de canciones para escuchar”, avisó el autor de The A Team o de Thinking Out Loud, que hasta por dos ocasiones insistió en sentirse “muy, muy orgulloso” del resultado.
El miniconcierto del Círculo (11 canciones, 55 minutos), con un público respetuoso y entregadísimo escogido por sorteo entre los compradores anticipados de Subtract, sirvió para corroborar la oscuridad, belleza y hondura de un álbum del que por ahora solo ha trascendido una canción, Eyes Closed. A los privilegiados de la sala, el pelirrojo más célebre del siglo XXI les hizo partícipes de otros siete cortes aún inéditos: Boat, Salt Water, Life Goes On, End of Youth, Sycamore, No Strings y The Hills of Aberfeldy. Salvo esta última, de clara inspiración en el folclore tradicional, todas se estructuran a partir de un patrón bastante similar: ritmos medios, estrofas contenidas, estribillos en la franja aguda de la tesitura (a veces, como en End of Youth, bordeando el falsete) y temática apesadumbrada. “No, no es mi disco más alegre”, resumió con sorna un hombre al que la vida le mostraba una sonrisa de oreja a oreja hasta que en 2022 se le tambalearon todos los cimientos.
Su padre ya se lo había avisado a Ed el mismo día que contraía matrimonio con Cherry Seaborn. “Hijo mío”, le dijo, “no te habrás casado de verdad hasta que no pases por pérdidas y enfermedades en la familia. Esa será la prueba”. Sheeran, aquel chavalito que a los 16 años dejó su escuela en Suffolk para marcharse a probar fortuna con la guitarra por las calles de Londres, enfiló en 2021 el trigésimo cumpleaños con el mejor de los regalos, el nacimiento de Lyra, su primogénita. Pero la trayectoria vital se le emborronó de manera muy seria a lo largo de todo 2022, sobre todo a raíz de la súbita muerte de su mejor amigo, Jamal Edwards, por una arritmia derivada del consumo de cocaína. Y este es, precisamente, el episodio desencadenante de la canción Eyes Closed. “Lo habíamos hecho todo juntos por el West London desde los 18 años”, se sinceró el cantante frente a sus fieles madrileños. “Cuando te sucede algo así, no acabas de creértelo hasta que llega el momento del funeral”.
Era solo el comienzo de un año de pesadillas. Un músico virtualmente desconocido, Sami Chokri, consiguió sentarle ante el juez por supuesto plagio de su exitazo Shape of You, una demanda de la que Sheeran acabó saliendo airoso en mayo. Y a Cherry le detectaron un tumor cuando estaba embarazada de seis meses de Jupiter, el segundo hijo de la pareja, y hubo de esperar al parto para comenzar el tratamiento. “Mi mujer va estando ya mucho mejor”, tranquilizó el artista este sábado a sus admiradores.
Ante el cúmulo de calamidades, el cantante británico, que llevaba una década acumulando “un centenar largo” de canciones para un “proyecto de corte acústico”, decidió que todas esas páginas se habían quedado desfasadas y se sumergió en una frenética semana de encierro creativo junto a Aaron Dessner, guitarrista de The National y ángel de la guarda de Taylor Swift en sus dos admiradísimos álbumes de 2020, Folklore y Evermore. El tándem finiquitó en esos siete días casi una treintena de nuevas composiciones, entre ellas las 14 que a partir de mayo conocerá el mundo entero bajo el signo de la resta. “La primerísima de todas fue Boat”, deslizó Sheeran antes de abordar un tema, el inaugural de Subtract, que conjuga el desamparo con la resiliencia. “Todas estas olas no podrán romper mi barca”, repite el estribillo como un mantra de dientes apretados.
Ed Sheeran tiene algo de antihéroe, más aún cuando se le disfruta en la distancia corta y en petit comité, con la única compañía del teclista Ashton Miranda en algunas piezas. Y, bien pensado, quizá una parte de su éxito y encanto provengan de esa completa ausencia de imposturas. Vestido con camiseta caqui, pantalones oscuros y zapatillas de deporte, Ed no es alto ni guapo ni fotogénico, pero se parece muchísimo a ese vecino afable y sonriente que siempre nos ayuda a meter las bolsas de la compra en el ascensor. Podría ejercer de rico y famoso, porque lo es, pero durante las primeras entrevistas a raíz del nuevo elepé ha preferido revelar que lidió con las drogas y la depresión durante su etapa de veinteañero. Y este sábado, en una confesión entre sorprendente y tierna, admitió: “Ahora mismo estoy bastante nervioso. Hace mes y medio estuve de gira por Oceanía, tocando ante decenas de miles de personas cada noche, pero no distinguías el rostro de nadie. Hoy, en cambio, veo la cara de todo el mundo y percibo sus reacciones…”.
A partir del 5 de mayo, cuando su “riguroso proceso de catarsis” se haga público, podrá leer cientos de miles de ellas en las redes sociales.
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