Un aire familiar inunda el Festival de Jerez en su última semana de espectáculos
El bailaor gaditano Alberto Sellés estrenó en la cita su obra ‘Anairein’, un generoso ejercicio de baile
Ya es algo que se puede dar en algún que otro evento flamenco, sea doméstico o internacional, pero en pocos lugares se crea un ambiente tan familiar como en el Festival de Jerez. A ello contribuye, sin duda, su denominada “dimensión humana”, con los escenarios a poca distancia entre ellos, pero, sobre todo, a la fidelidad que este festival, a lo largo de sus 27 ediciones, ha sabido generar entre sus seguidores: casi un 70% del millar de participantes en sus cursos de formación repite después de visitas anteriores, y lo mismo se podría afirmar de los programadores, periodistas o aficionados llegados de cualquier confín del orbe, que se sienten así en familia al ir y venir de un espacio a otro o encontrándose en los espectáculos.
Ese aire de familiaridad alcanza de forma especial a los artistas, que habitualmente afirman que regresan al evento como a su propia casa, quizás porque empezaron en la cita como cursillistas o porque a ella trajeron sus primeras obras en espacios alternativos y en horarios difíciles. Es ejemplo de ello el bailaor Alberto Sellés, que, apenas comenzada su carrera profesional, en 2014, presentó aquí su obra Campanas del olvido. Inspirada en la herencia de su abuelo, el cantaor Aurelio Sellés, le sirvió para alzarse con el premio al Artista Revelación de aquella edición. Casi un decenio después, con una importante trayectoria desarrollada tanto en el Ballet Flamenco de Andalucía como en la compañía de Estévez y Paños, el artista gaditano regresó con un estreno absoluto, no al Villamarta, pero sí a los Museos de La Atalaya, un espacio que para próximas ediciones reclama unas condiciones escénicas a la altura del evento.
El estreno de Sellés resultó un pulcro ejercicio de danza y de baile —también de música y de cante— presentado, además, con encomiable equilibrio entre todas las disciplinas: que el baile fuera la principal no impidió el disfrute del las otras, ni tampoco de la intervención sorpresa (no estaba en el programa) de Diego Villegas a la armónica. La solvencia dancística del bailaor gaditano lo capacita para transitar por los cuatro tiempos de su propuesta sin apenas descanso. Su baile de brazos rezuma elegancia y, con una colocación excelsa, transita de un extremo a otro del escenario, luciendo unos pies exactos, carretilla incluida. No deja de ser curioso que, además, iniciara su actuación intercalando su baile y su propio cante, algo habitual en él. Concluyó de igual forma, ya en diálogo con el cantaor Pepe de Pura, que había regalado una actuación tan completa como brillante.
Un muy distinto ejemplo de familiaridad fue el que se vivió en la mañana del martes en la presentación del disco Nuestra mejor manera de decírtelo, una grabación realizada como forma de homenaje del mundo flamenco a la persona de José María Velázquez-Gaztelu, poeta y experto comunicador, que ha dedicado cincuenta años de su vida al género, una ingente labor que ha abarcado radio, televisión y medios escritos. Una extensa muestra su trabajo quedó recogido en el libro De la noche a la mañana. Medio siglo en la voz de los flamencos (Athenaica ediciones, 2021). Ahora, un grupo de artistas flamencos ha querido agradecer el amor puesto en la tarea con lo mejor que tiene, su propio arte, ya sea cante, toque o baile. Reunidos por el cantaor, guitarrista y escritor granadino Antonio Campos, la grabación ha contado con la participación de Víctor Monge ‘Serranito’, Pedro Peña, Pepe Habichuela, Miguel Poveda, Gerardo Núñez, Vicente Soto ‘Sordera’, La Macanita, Jesús Torres, Isabel Bayón y David Lagos, entre otros.
Alberto Sellés. 'Anairein'
Baile: Alberto Sellés. Guitarra y dirección musical: Francis Gómez. Percusión: Lito Mánez. Artista invitado al cante: Pepe de Pura. Colaboración especial: Diego Villegas. Coreografía y dirección artística: Alberto Sellés. Dramaturgia y dirección escénica: Juan José Morales ‘Tate’. Museos de La Atalaya, martes 7 de marzo. 20:30 horas.
Babelia
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