Alice Diop: “En el cine francés a la mujer negra se la muestra de manera simplista. ¿Dónde están en pantalla las universitarias negras?”
La directora francesa, el fenómeno cinematográfico de la temporada en su país, cuenta en ‘Saint Omer’, su primera película de ficción, el juicio a una inmigrante africana que dejó morir a su bebé en una playa
Alice Diop (Aulnay-sous-Bois, 44 años) promociona en Madrid su primer largo de ficción, Saint Omer (que llegó el viernes a los cines en España), que le ha dado muchas alegrías y alguna pequeña decepción. Esas emociones surgen de una propuesta seca y contundente, en la que Diop indaga en dos temas que han marcado su carrera como documentalista: el desarraigo de la inmigración y la maternidad. Y lo logra contando el juicio a una madre de origen senegalés que abandonó su hija de 15 meses en una noche de luna llena en la playa de Berck-Sur-Mar. El bebé murió. En aquel tribunal de la ciudad francesa que bautiza el filme, solo había dos mujeres negras: la acusada y Diop, que asistió de oyente. Ni en la vida real ni en pantalla los dos personajes se cruzan, más allá de una furtiva mirada desde el estrado hacia la otra africana presente. Pero Saint Omer no solo habla de muerte, dolor e inmigración, sino también de creencias y ciertas superioridades morales. “Bueno, yo hago cine porque me impulsan algunas obsesiones. Algunas las ves en pantalla, otras no”, cuenta cuatro días antes de su estreno español.
El filme le ha dado muchas alegrías, porque desde que se estrenó en el festival de Venecia, donde ganó el León de Futuro a la mejor ópera prima y el gran premio del jurado, no ha dejado de acaparar comentarios críticos positivos y trofeos en certámenes, para acabar obteniendo hace diez días el César del cine francés a mejor primera película. También alguna decepción, porque parecía un título claro para llegar al quinteto finalista al Oscar a mejor película internacional. “No es mi terreno, yo llevo 15 años haciendo cine desde los márgenes, interesada en ilustrar esos márgenes que habitualmente no salen en el cine francés, la gente de la banlieue, porque yo vengo de ahí. Pero no sé qué haré en el futuro, no me planteo una carrera”. Diop —que comparte apellido aunque no es familia del gran cineasta senegalés Djibril Diop Mambéty y su sobrina, la actriz y directora Mati Diop—, creció en una de las ciudades que conforman el gran París. A esos franceses que no suelen aparecer en la gran pantalla les ha dedicado documentales como La mort de Danton (2011), La permanence (2016) o el impresionante Nosotros (2021), un fresco de la Francia contemporánea. A Diop le cuesta sonreír, muy concentrada en sus respuestas.
Pregunta. Las dos protagonistas de Saint Omer se plantean su propia maternidad y la que han vivido con sus madres. ¿Tanto le preocupa a usted?
Respuesta. Sí, pero no es el único tema. No quiero encerrar a Saint Omer en un discurso concreto. Mis respuestas cambian con cada visionado, incluso las reacciones del público son distintas según los países. El filme escapa a las relaciones binarias.
P. Pero permítame ser binario y reduccionista. El cine francés parece moverse entre lo que ocurre en los grandes pisos de París, de la alta burguesía, llamémoslas películas de parqué crujiente, por el suelo que pisan sus protagonistas, y thrillers y dramas de la banlieue. Usted parece abanderada de una tercera vía.
R. La respuesta es qué tipo de cineasta admiramos desde la sociedad francesa, y qué tipo de cineasta logra hacer películas. Siento que mis obsesiones me llevan a hacer unos filmes siguiendo a creadores que me interesan y que no son los habituales en la cinematografía francesa. Y que efectivamente conforman otra visión de mi país. Con Nosotros intenté llegar a todas las capas de Francia. Mi manera de ser francesa es única, soy yo, y como mujer negra de orígenes senegaleses enriquezco esa visión general. Pero no es mi intención principal.
P. ¿Era Saint Omer el paso orgánico tras Nosotros?
R. Sí, aunque insisto, no afronto grandes cuestiones generales, sino mis obsesiones, temas particulares. Partiendo de cosas pequeñas acabas mostrando la sociedad en la que vives, claro. Ilustras qué es ser francesa en el siglo XXI. Película tras película se completa un discurso, pero el discurso no es el motor. Aunque soy consciente de que mis opiniones transforman la representación de Francia.
P. ¿Cómo acabó una apasionada de la literatura haciendo cine?
R. Hago un cine muy integrado con la literatura. Me apasionan Marguerite Duras y Chantal Akerman tanto en su faceta de cineastas que como escritoras. El texto es para ambas muy importante, y pienso lo mismo. Por eso he coescrito el guion con Marie NDiaye, premio Goncourt con Tres mujeres fuertes. La cuestión formal me preocupa, y mucho, en el cine. El público espera de mí reflexiones políticas, ideológicas, y yo ya sé que surgirán, pero será a través de un cuidado formal.
P. ¿Cuánto coste emocional ha tenido para usted hacer Saint Omer?
R. Ha sido muy duro. Ningún premio puede compensar ese coste emocional. El filme me ha roto, me ha llevado muy lejos, a sitios que ni me planteé. Ha sido un trabajo peligroso. Con el guion hubo una cierta distancia, una frialdad que, en cambio, desapareció en el rodaje. Nos pasó a todo el equipo. Corría además el riesgo de caer en un psicodrama de mujeres enfrentadas a su maternidad. Soy consciente de que acarreo un bagaje, y que lo he soltado en pantalla.
P. ¿Cómo siente que es la representación de las francesas negras en el cine?
R. En el cine francés se cuenta a la mujer negra de manera simplista y binaria. Es una especie de madre coraje, cuidadora de sus hijos. No hay complejidad ni ambivalencia, ni tenemos derecho a la singularidad. Nos falta camino por recorrer. Las mujeres negras también atravesamos travesías emocionales. ¿Dónde están en pantalla las universitarias negras?
P. En una entrevista previa contaba que la película, siendo tan sobria, era más emocional que el juicio. ¿Tan frío fue el proceso judicial?
R. Sí. En cualquier caso, siempre pensé que la película no podía ser emocional, sino construir su propia emoción.
P. En The Guardian hablaba de que aún existe meritocracia en la República francesa. ¿Es usted producto de ella?
R. ¿Cómo? [Pide leer la entrevista, y reflexiona] No, no son mis palabras. Si algo cuenta Nosotros es que no existe la meritocracia. Mis películas están fundamentadas en el fracaso de la meritocracia en nuestra sociedad.
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