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Carlos Sobera: “Me gusta ser alcahuete”

El actor y presentador de ‘First Dates’ y ‘Supervivientes’ confiesa su afición a los libros y a los ‘souvenirs’. Este verano ha debutado en el Festival de Mérida con una comedia de Plauto

El actor y presentador de televisión Carlos Sobera posa rodeado de libros en Madrid, el pasado 13 de julio.
El actor y presentador de televisión Carlos Sobera posa rodeado de libros en Madrid, el pasado 13 de julio.Andrea Comas
Jesús Ruiz Mantilla

Carlos Sobera (Barakaldo, 62 años) ha hecho feliz a mucha gente. Por First Dates, el programa televisivo de citas de Cuatro, han pasado ya más de 15.000 personas, de las que han salido siete matrimonios y ocho bebés. El amor a la hora de cenar engancha y este presentador todoterreno que también es actor ―se ha estrenado este verano en el Festival de Teatro Clásico de Mérida con Miles Gloriosus, de Plauto―, además de antiguo profesor de la Universidad del País Vasco, lo lleva con un cuajo y una retranca que lo hacen incombustible. Como eternas son sus aficiones a la lectura y a coleccionar souvenirs. Lleva a gala ser el gran alcahuete español y su fascinación por Lorca, consciente de que todo su ser catódico viene de clásicos como La Celestina o Bodas de sangre.

Pregunta. Así que usted, donde se encuentra mejor fuera de sitio es entre libros.

Respuesta. Sí, yo abrí una librería, pero fue un mal negocio. Tuve que dejarlo. También me siento a gusto en las tiendas de souvenirs.

P. ¿Cómo?

R. Sí, en lo más típico de cada país. Voy a Sevilla y me fijo en el toro y la bailaora de flamenco.

P. ¿Adicto al tópico?

R. Un friki del tópico. Las tiendas de souvenirs, si están bien diseñadas, te cuentan lo más importante de cada sitio.

P. ¿Así que hay que fiarse de los tópicos?

R. Siempre. ¿Vamos a filosofar sobre esto?

La prioridad del ser humano, antes incluso que la comida, es el amor. Lo dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga

P. No sé… Puede. ¿No representa una realidad como salida de madre?

R. Es una llamada a la exageración. Tú no puedes ir a París y no traerte una Torre Eiffel. Por favor… ¿Qué te quieres traer si no?

P. Y de Barakaldo, ¿qué nos llevaríamos?

R. Pues ya no existen, pero yo me decidiría por los altos hornos de Vizcaya. Hubiera sido un llavero magnífico.

P. ¿Arqueología industrial?

R. Muy representativo de una época del país, sustento de millones de personas. Ha cambiado mucho aquello. Un día me desperté y vi un reportaje en Interviú titulado: “Los tres pueblos más feos de España”. Uno era Barakaldo. No me he recuperado aun.

P. En España, viendo localidades así, se puede pensar que existe una comisión oficial secreta para hacer que lugares feos sean más horribles. ¿Quién la dirigirá?

R. Tuvimos un alcalde en los años cuarenta que decidió que todas las calles debían torcerse. Y diseñó algo como The Long and Winding Road, la canción de los Beatles. Así como hay gente centrada en la belleza, existen otros dedicados a los horrores. Creo que esa comisión debe existir seguro y lo peor es que creen que lo que perpetran lo hacen con buena intención.

P. ¿Tiene contados los souvenirs?

R. No, soy incapaz de contar los lápices, las bolitas de cristal y las pelotas de béisbol que tengo. Y lo peor es que no me gusta el béisbol. Incluso cuando voy al Guggenheim de Bilbao, entro y me llevo algo.

P. ¿Para sentirse extranjero de sí mismo?

R. Para no sentirme tan lerdo. Cada vez que entro a una exposición, me sorprendo con lo que veo y lo que aprendo. Es un museo extraordinario.

[Por ‘First Dates’] Pasa gente normal y paranormal. Pero todos son muy auténticos. No hay actor tan bueno capaz de hacer lo de los participantes en el programa

P. ¿Cómo se llamaba su librería?

R. Le va a sorprender…

P. ¿Barakaldo?

R. No. ¡Huatulco! La teníamos en Alcobendas [norte de Madrid]. Soy un gran amante de las culturas precolombinas, especialmente de las mexicanas. De ahí el nombre. De todas formas, creo que el día que la abrí decidí cerrarla. Tres años duré. Fuera de las navidades, vender un libro es una hazaña.

P. ¿Lee desde pequeñito?

R. Desde los cinco años. Pero mi gran cambio se produce a los 14, cuando a mi hermana mayor le regalaron una antología de Federico García Lorca, con sus obras de teatro. Una tarde me puse a leerlo y no lo pude dejar. De ahí vino mi afición por el teatro, aunque los curas ya habían hecho lo suyo al darme un papel de burro en una función.

P. Siguiendo con la literatura trasladada al prime time televisivo, ¿es usted el gran alcahuete español?

R. ¡Cómo me gusta esa expresión! Pocos idiomas tienen la belleza del nuestro. Me gusta ser alcahuete. Sí, sí. Vamos por 1.500 programas.

P. ¿Con la trama del amor antes de cenar?

R. La prioridad del ser humano, antes incluso que la comida, es el amor. Lo dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga.

P. First Dates es también una sociología.

R. Pasa gente normal y paranormal. Pero todos son muy auténticos. No hay actor tan bueno capaz de hacer lo de los participantes en el programa.

Soy incapaz de contar los lápices, las bolitas de cristal y las pelotas de béisbol que tengo. Y lo peor es que no me gusta el béisbol. Incluso cuando voy al Guggenheim de Bilbao, entro y me llevo algo

P. ¿Por qué seremos tan exhibicionistas?

R. No tengo tan claro que sea exhibición. Creo que más bien tiene que ver con la necesidad de relacionarnos. A mí me gusta lo que hago, pero creo que me gusta más contar lo que hago. Si no, no tendría sentido. Cuando vienen aquí hacen un acto de generosidad compartiendo experiencias.

P. ¿Se come bien en el restaurante de First Dates?

R. Se come bien, hay poca variedad pero está muy rico. Yo lo cato todo: el vino, la comida. Si no me gusta, no se sirve.

P. Es que además de alcahuete, usted es maitre.

R. Otra palabra bonita. Y más su función. Hacer agradable y facilitar la vida a los demás. Ser educado y cortés, que te cuiden y te muestren cariño. Lejos de poner en aprietos a nadie, lo que tratamos es de que los participantes disfruten.

P. ¿Para provocar la química? ¿Se ve venir?

R. Sí, se ve, se ve. La química existe, eso es verdad. Hay gente que conecta al segundo y otros que nada. Cuando se produce esa atracción mágica ves la chispa.

P. ¿Será porque a usted le ha pasado?

R. A mí me ha pasado y la he visto aquí. De repente, se les ilumina la cara, los ojillos les hacen pim pim y las pupilas se les dilatan. Y todo fluye. No hacen falta preguntas idiotas del tipo: qué estudias. Se produce un torrente. Aquí ya hemos propiciado siete bodas y nos han nacido ocho hijos.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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