Los frescos de Goya en Madrid están en riesgo por el mal estado del tejado de la iglesia que los alberga
La Academia de Bellas Artes de San Fernando insta a Patrimonio a que repare con urgencia la cubierta de la ermita de San Antonio de la Florida para garantizar la seguridad de las personas y la integridad de las pinturas
Los frescos que Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos, 1828) pintó en la ermita madrileña de San Antonio de la Florida, en su cúpula, bóvedas, pechinas y ábside, en solo cuatro meses a finales de 1798, representan una de las maravillas culturales que pueden disfrutarse gratis en la capital y un magnífico ejemplo que sintetiza el prodigioso arte del pintor de Los fusilamientos del 3 de mayo. La sobria iglesia neoclásica, situada a unos metros del río Manzanares, alberga la versión libre que el genio plasmó de un milagro atribuido a San Antonio de Padua. Restauradas las pinturas por última vez en 2005, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf), que vela por la buena conservación artística del conjunto, ha enviado una carta a Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, entidad dueña del inmueble, en la que advierte de la necesidad de “arreglar la cubierta del templo para evitar posibles filtraciones”, ha declarado a EL PAÍS por teléfono el presidente de la Academia, Tomás Marco. La misiva, del 7 de junio, se ha mandado con copia al Ayuntamiento de Madrid, ya que la ermita está catalogada como museo municipal. El Consistorio se hizo cargo de su gestión cultural en 1987, tras un convenio con Patrimonio.
El motivo de la carta de la Academia está en un suceso ocurrido el domingo 29 de mayo, en horario de apertura al público, cuando una pieza del tejado se deslizó y amenazaba con caer al vacío y dañar a algún visitante, ha sabido EL PAÍS de fuentes de la institución. En el pleno que la Academia celebró el 6 de junio se puso en conocimiento de los asistentes el incidente, gracias a un informe técnico de una conservadora de la ermita, lo que motivó “gran preocupación” entre los académicos, según uno de los asistentes. Un técnico de la empresa encargada de la reparación retiró la pieza, pero por ser domingo no pudo sustituirla por otra hasta el día siguiente, con el evidente peligro de que pudieran dañarse las pinturas en unas horas en que hubo riesgo de tormentas.
“Las pinturas están en perfecto estado”, matiza Marco, que dirige la Academia desde diciembre de 2020. “A corto plazo no peligran, pero hay que cuidarlas, además hay aprobado desde hace tiempo un plan de restauración de las cubiertas, por lo que instamos a ambas instituciones a que actúen lo antes posible”. En la carta se señala expresamente “la gravedad de la situación”, por lo que se solicita “la urgente reparación” para “evitar los riesgos para la seguridad de las personas y la integridad de las pinturas”.
Patrimonio Nacional ha confirmado a este periódico que existe ese plan de reparación. “Vamos a cumplir nuestra parte del convenio”. Sin embargo, las obras “comenzarán en 2023″, aunque estas fuentes no han precisado en qué mes. “El coste será de 913.000 euros, durará unos 10 meses y se financiará con los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”. Patrimonio añade que en esa actuación se instalará un andamio por fuera, aunque en principio no está previsto que haya que cerrar la ermita a las visitas. “Se hará una renovación de la cubierta, incluyendo aislamiento térmico, restauración de cerramientos de la fachada, renovación de carpinterías de exteriores, y en el interior se instalará iluminación led en la zona de la capilla y se mejorará la calefacción”.
Por su parte, fuentes municipales han señalado sobre este asunto que “las obras de las cubiertas las tiene que realizar, por competencia, Patrimonio Nacional, ya que no es un asunto de mantenimiento, que en ese caso sí sería competencia del Ayuntamiento”.
Los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida los ejecutó Goya cuando contaba 52 años, en un momento de plenitud creadora, aunque hacía seis años que había quedado sordo por una enfermedad. Probablemente, el encargo partió de su amigo Gaspar Melchor de Jovellanos, entonces ministro del rey Carlos IV.
El edificio había sido levantado entre 1792 y 1798 según el diseño del arquitecto y pintor italiano Felipe Fontana, por encargo del mismo monarca. La pequeña iglesia, de planta de cruz griega, representa en su cúpula, con una barandilla fingida en la que se apoya una multitud de personajes, el milagro de San Antonio. En este episodio, el franciscano se hallaba en Padua cuando supo que a su padre le acusaban de un asesinato en Lisboa. Hasta allí se trasladó milagrosamente y pidió ver al difunto para que declarase si su padre era o no el culpable. Goya pintó como escena central, la que veían los fieles al acceder por la entonces entrada principal, el momento en que el santo, elevado sobre una roca, interroga al fallecido, que está desnudo, con las manos juntas y sujeto por un hombre.
A su alrededor, el gentío asiste, en su mayoría, maravillado a la escena, que Goya ambientó en su época, no en el siglo XIII. De ahí que incluyera majas, niños, mendigos, campesinos, un posible autorretrato y algunos personajes enigmáticos y siniestros, un precedente de las pinturas negras. Todos abocetados y con pinceladas que proporcionan sensación de relieve.
Este popular templo fue declarado en 1905 Monumento Nacional y acoge desde 1919 los restos mortales de Goya, trasladados desde Burdeos. Como es sabido, en la tumba de granito que hay en el interior está enterrado el artista junto a su consuegro, Martín Miguel de Goicoechea, ya que ambos fueron inhumados en 1828 en Francia. Además, a Goya le faltaba la cabeza cuando se trajeron los restos. Siempre se ha sospechado que se la cortaron para realizar con ella estudios frenológicos, una doctrina en boga en el siglo XIX que sostenía que determinadas facultades psíquicas se localizaban en zonas precisas del cerebro.
En 1928 se levantó una iglesia gemela a solo unos metros, precisamente para preservar los frescos de Goya ante el gran fervor que el templo generaba entre los madrileños, ya que San Antonio era el patrono de las jóvenes solteras. El conjunto fue restaurado en 1940, después de que durante la Guerra Civil un obús causara un agujero en la cubierta; luego, en 1955, 1977… En 1987, cuando Patrimonio lo cedió al Ayuntamiento, “el conjunto mural presentaba de nuevo graves daños”, informa el folleto que se reparte a la entrada. Desde entonces se acometieron sucesivas campañas de rehabilitación del templo y restauración de los frescos, hasta la de 2005.
Precisamente, un panel en el interior detalla cómo fue esa última intervención, en la que se rellenaron grietas, se limpió la suciedad de las pinturas y se fijó el color en algunas zonas que lo habían perdido. Hasta hoy. El jueves 16 de junio se repetía en el interior la habitual escena de turistas españoles y foráneos en la ermita mirando boquiabiertos la cúpula y los tres espejos que ayudan a contemplarla. A su lado, un guía explicaba la historia de los frescos a un grupo de personas mayores mientras los demás visitantes ponían el oído a sus palabras para intentar comprender cómo Goya logró lo que él llamaba “la magia del ambiente” en la que hay quien considera como la Capilla Sixtina española.
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