El gran negocio de la falsificación de arte medieval español invade museos y galerías
Decenas de copias de pinturas románicas y góticas creadas a comienzos del siglo XX en talleres de Madrid y Barcelona siguen exhibiéndose en centros públicos o colecciones privadas y vendiéndose en subastas
En 2016 saltaron las alarmas en el Museo de Arte de Girona cuando una casa de subastas de Madrid puso a la venta tres obras del siglo XVI atribuidas al pintor Pere Mates idénticas a las que ellos habían comprado en 2010. Tras comprobar que habían sido engañados, compraron las auténticas y las expusieron todas juntas para explicar el caso y el oscuro mundo de las falsificaciones en el mundo del arte. Y es que las estafas y los fraudes artísticos están al orden del día y son muchos los museos y coleccionistas privados que han caído en este engaño y llevan años acumulando pinturas falsas. Sobre las falsificaciones relacionadas con el arte medieval y las razones que llevaron a su comercialización durante el primer tercio del siglo XX, muchos de los cuales siguen vendiéndose en casas de subastas, versó el discurso de ingreso a la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi que pronunció el miércoles el historiador del arte Alberto Velasco, uno de los mayores expertos en España en pintura medieval, sobre todo gótica.
Velasco no solo habló de las falsificaciones de arte medieval en Cataluña, objeto de su discurso. También dio a conocer la existencia de un pintor madrileño al que bautizó como “el falsario de Maderuelo” tras localizar media docena de pinturas que imitan las importantes piezas románicas descubiertas en 1907 en la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), que fueron arrancadas en 1947 y trasladadas al Museo del Prado, donde se conservan actualmente. Según Velasco, este falsario realizó al menos seis obras que colocó en diferentes colecciones, copiando el estilo y la composición del artista anónimo medieval. Una de ellas es un Pecado original que estuvo en manos del anticuario Raimundo Ruiz, uno de los más destacados en España en las primeras décadas del siglo XX, con conexiones con Estados Unidos, donde vendió muchas piezas; muchas falsas, como Velasco ha comprobado en los catálogos de venta.
Otra es una Virgen en majestad que pertenece a la colección Leva de Madrid desde 1966, en la que el falsario imitó los rasgos de las figuras de Maderuelo y reprodujo restos del arrancamiento, por lo que no es extraño que en 2005 se publicara como auténtica. En octubre de 2021 la casa Alabarte de Madrid subastó por 30.000 euros un tercer fragmento falso como románico del XII, proveniente de una colección madrileña, en el que se reproducen los estilemas (rasgos característicos) del artista medieval sobre un soporte procedente de un arrancamiento, “por lo que el autor de estas falsificaciones fue alguien que conocía esta técnica o estaba vinculado con restauradores experimentados”, explica Velasco, que atribuye también al mismo falsificador un pergamino iluminado que adquirió el gran especialista en pintura medieval de la península Ibérica August L. Mayer (fallecido en el campo de concentración de Auschwitz), que lo consideró una gran obra del siglo XII.
La quinta obra falsa copiada al Maestro de Maderuelo es un plafón de una Virgen que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de Barcelona desde que, en 1952, José Weissberger, anticuario establecido en Madrid, la donó al centro. Y la sexta, cuatro plafones que permanecen en las reservas del MNAC tras la donación que hizo en 1932 Lluís Plandiura y que la Junta de Museos de Barcelona catalogó como “cuatro pinturas románicas falsificadas”. El coleccionista las había comprado a Francisco de Arpe Caballero, de Madrid, por 6.000 pesetas. Fue engañado.
Velasco explica cómo muchos coleccionistas de esos momentos fueron víctimas de la actividad de anticuarios con pocos escrúpulos que reproducían e inventaban piezas y promovían restauraciones abusivas en obras que habían perdido su policromía para devolver a la obra el esplendor perdido y aumentar su precio. Y ahí dos de los mayores artífices fueron los barceloneses Sebastián y Carles Junyer Vidal, hermanos muy conocidos en el mundo cultural de su época, vinculados con la famosa taberna Els Quatre Gats, con amigos como Picasso, que viajó con Sebastián a París en 1904 y lo pintó en varias ocasiones.
Velasco cuenta que los Junyer se especializaron en un tipo de obras falsas de gran éxito basado en el uso de soportes antiguos, la perfecta imitación de determinados pintores y el dominio en el efecto del desgaste por el tiempo. “No fueron nada creativos para evitar ser pillados”, asegura. De su taller clandestino y de la red de pintores que trabajaban para ellos, como Josep Togores, Joan Ossó e, incluso, José Ruiz (padre de Picasso), salieron más de medio centenar de pinturas falsas. Como un retablo entero atribuido al Maestro de Cubells que compró en 1957 James Rorimer, director del Metropolitan de Nueva York. El fraude se descubrió cuando la obra llegó a Estados Unidos y se vio que era un repinte total. Nunca se ha expuesto. En el Museo de Arte de Barcelona (génesis del MNAC) ingresó, después de que lo comprara el Ministerio de Cultura, un Santo Obispo atribuido a Lluís Borrassà, pero que luego se vio que era obra de los Junyer y tampoco se ha expuesto. Y en el Museo de las Peregrinaciones y de Santiago de Compostela hay un frontal de San Martín procedente de Palau de Rialb auténtico, pero que, tras haber perdido la policromía, salió del taller de los hermanos repintado y brillante, como nuevo.
Los Junyer también eran propietarios de dos fragmentos conocidos de un compartimento de retablo con San Andrés negándose a adorar al ídolo que fueron unidos en una sola tabla a la que se añadió una crestería dorada y que acabaron en manos del empresario barcelonés afincado en Madrid José Luis Várez Fisa, que en 2012 los depositó con otras 11 tablas en el Prado.
“Es difícil trazar una línea entre una restauración abusiva y la falsificación. La frontera está en la idea del engaño, cuando la persona que promueve el trabajo tiene una voluntad fraudulenta con fines comerciales”, prosigue Velasco, consciente de que los criterios de restauración de hace unos años no eran los mismos que los actuales.
Muchas de las obras de los Junyer están en manos de coleccionistas privados y lejos de la mirada de expertos. En 2021 Velasco pudo ver y analizar una de estas piezas tras salir a la venta en la galería Olga de Sandoval de Barcelona. “Me llamaron para que viera un San Miguel que la historiografía siempre había considerado una obra aragonesa de inicios del siglo XVI, pero al pasarle la luz ultravioleta comprobé que estaba totalmente repintado pese a que el soporte y su estructura eran los canónicos de una obra medieval. Tras someterlo a radiografías, que pagó la galerista, pudo verse que debajo de la pintura actual se conservaba la original”. Por eso, el especialista mantiene que “la intervención era innecesaria y se hizo con el objetivo de obtener un mayor lucro. El resultado es un pastiche magnífico entre una obra de comienzos del siglo XVI y la intervención de unos anticuarios falsarios que la convirtieron en una tabla gótica de gran calidad que todo coleccionista aspiraba a poseer”.
Y es que las piezas falsas que los Junyer crearon son tan buenas que incluso cuando se descubre el engaño acaban alcanzando buenos remates en subastas. Es lo que ocurrió con un Calvario que se vendía en junio de 2020 en Balclis de Barcelona atribuido a Borrassà y que, pese a descubrirse que era moderno, alcanzó los 12.000 euros, que pagó un coleccionista privado.
Velasco acabó su discurso explicando que “las buenas falsificaciones hacen que los historiadores del arte deban estar siempre alerta y no bajar la guardia”. Y explicó un caso que él mismo vivió tras pedir un museo comprar una cruz procesional que se subastaba en marzo de 2016 en Alcalá Subastas de Madrid; una pieza excepcional realizada en el siglo XVI en Cervera. La Generalitat, aconsejada por Velasco, ejerció el derecho de tanteo y se hizo con la cruz. Pero 15 días después se publicó un artículo sobre obras de orfebrería de apariencia antigua producidas en el siglo XX en el que aparecía esta falsa pieza y la operación se deshizo. El experto pudo resarcirse cuando en junio de 2021 la cruz volvió a salir a la venta en París. En un hilo de Twitter denunció la situación y consiguió que la falsa obra se retirara de la venta.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.