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Diego Ibáñez, de Carolina Durante: “Se venden las ideas de ultraderecha como algo punk”

El nuevo álbum de la banda está lleno de referencias a la cultura de la celebridad, las redes sociales y aborda con ironía el enfrentamiento urbanitas contra la gente de campo

Diego Ibáñez, cantante del grupo Carolina Durante.
Diego Ibáñez, cantante del grupo Carolina Durante.JUAN BARBOSA
Raquel Peláez

Cuando Diego Ibáñez (Madrid, 25 años) montó Carolina Durante, nunca pensó que podría vivir del rock, un género que según el mismo “ha muerto” pero justo cuando la banda acaba de lanzar su segundo disco, Cuatro chavales, está convencido de que su futuro está en la música a pesar de que haya debutado como actor en la película Cardo. Y aunque se niega en rotundo a hablar de su vida sentimental (salió con Amaia) no le da miedo hablar de sus propios sentimientos: “El problema lo tengo yo. Soy muy atormentado”.

Pregunta. Empezó a estudiar INEF cuando despegó su grupo. Eso que ha dicho que quería ser fisioterapeuta, ¿se lo llegó a plantear en algún momento o era una pose?

Respuesta. ¡Me lo llegué a creer porque de algo tenía que vivir! Sí que llegué a pensar en montar un negocio entrenando a viejecitos y viejecitas en La Moraleja.

P. ¿Por qué en la Moraleja?

R. ¡Porque es donde hay pasta!

P. ¿Quién le inculcó la inquietud por la música?

R. De donde viene realmente es de mi padrastro, que era un flipado de la música que se compraba todos los meses Rockdelux e iba a todos los conciertos. Le encantaban Antonia Font, nos lo ponía en el coche y para mí esa música es mi infancia. Luego con mi hermano y sus amigos, que mayores que yo empecé a ir a ver a Triángulo de Amor Bizarro, Los Planetas…

P. Para lo joven que es tiene gustos muy antiguos…

R. [Risas] Puede ser que sea un poco puretilla, pero cuando empezó el trap en España hubo dos años que solo escuchaba a Pimp Flako, Kinder Malo, el Mini, Cecilio, Yung Beef, Kefta Boys y luego es curioso porque paré en seco. A mí lo que me emociona realmente es el rock.

P. Y cuando le dicen que el rock ha muerto, ¿qué piensa?

R. Que ha muerto [risas] Siempre va a haber bandas, pero está claro que lo que triunfa ahora es la música urbana.

P. No le veo muy estratega comercial…

R. Es que hay gente ahora que monta un grupo y se hace la cuenta de Instagram antes de tener las canciones…

P. Es usted siempre muy crítico con las redes sociales, ¿por qué?

R. Son la peor lacra porque te hacen estar enganchado al teléfono. Todos mis colegas, absolutamente todos, son adictos al móvil. Te hablo de gente que se tira a lo mejor cuatro o cinco horas todos los días enganchado y no para currar. Si duermes ocho horas, te quedan 16 y cinco estás mirando al móvil, a una pantalla.

P. ¿Y diría que su generación es muy adicta también a sustancias ilegales?

R. No creo que esta generación sea más dependiente de cualquier droga de lo que lo han sido generaciones anteriores, la verdad. ¿Veo cocaína a mi alrededor y en mi mundillo? Pues sí, pero como a lo mejor se ve en el de la televisión, el periodismo, la moda…

P. Siempre ironizáis mucho con el mundo pijo. ¿Entenderíais que alguien pueda consideraros pijos a vosotros?

R. Sí, porque tengo yo tengo cara de pijo [risas]. Yo me veo desde fuera y digo, mira, un pijo. No por la forma de vestir, vaya, si llevo unas Quechua. Hay gente que la miras y piensas: pijo.

P. ¿Políticamente te identificas con lo se entiende por “un pijo”?

R. Yo me considero de izquierdas y creo que el resto de miembros del grupo también. Al menos de momento, ya sabes que cuando va pasando el tiempo dicen que te haces más conservador…

P. ¿Es cierto que entre algunos jóvenes tienen éxito las ideas de ultraderecha porque las consideran “el nuevo punk”?

R. Se están vendiendo ese tipo de ideas como algo punk. Yo creo que a la gente a le toca los cojones la peña moralista. Hay una cosa muy de izquierdas que es eso de: “Oye, lo bueno es esto, y si no piensas esto es que no eres bueno”. Y quizá lo que está pasando es una reacción a eso. También creo que Twitter ha hecho mucho daño y que mucha gente cree que lo que pasa ahí es reflejo de la sociedad, incluido el propio Gobierno, que lo tiene en cuenta para algunas decisiones, y no debería ser así…

P. Una de las canciones del último disco, Urbanitas, parece una burla a Vox, que siempre dicen que la gente de ciudad no entiende los verdaderos problemas de la gente... ¿Es cierto que os da alergia ir al campo?

R. Yo soy cien por cien de ciudad. Esta canción la inspiró una excursión al Tajo que hice durante la carrera en la que acabé reventado. Yo esa gente que dice que cuando se haga mayor se quiere ir al campo… eso no va conmigo. Si tú tienes una mínima ambición cultural en las grandes urbes es donde pasan las movidas.

P. Es muy impopular decir eso ahora mismo…

R. Yo no tengo ningún problema en decirlo. Igual que no tengo ningún problema en decir que quiero una casa en el puto centro de Madrid, porque es que he vivido en el centro toda mi vida y es a lo que estoy acostumbrado.

P. Ha dicho usted que es un romántico empedernido y un cursi. ¿Recuerda la última vez que lo fue?

R. Mi problema es que cuando me meto en algo pienso constantemente que la relación se va erosionando sí o sí y que se acabará y sufro por eso [risas]. Pero la verdad es que hace mucho que no hago una cosa loca por amor ni pierdo la cabeza.

P. ¿Y usa usted las canciones para mandar muchas indirectas?

R. Las uso para divertirme, para emocionarme pero para mandar recaditos no. Ya tuve quince años. Yo las cosas si hay que decirlas, se dicen.

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Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en temas de consumo, cultura de masas y antropología urbana. Subdirectora de S Moda, ha sido redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en cabeceras regionales como Diario de León o La Voz de Galicia.

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