Cuatro puertas atribuidas a Gaudí, a la venta en Wallapop por 2.500 euros cada una
La fundación que gestiona La Pedrera, en Barcelona, cuestiona que sean auténticas, algo de lo que no duda uno de los mayores especialistas en muebles del arquitecto
Cuatro puertas de madera cuyo propietario afirma que proceden de La Pedrera (el edificio construido entre 1906 y 1910 por Antoni Gaudí) están a la venta desde mitad de enero en Wallapop, la plataforma española de compraventa de objetos de segunda mano. El vendedor, identificado solo como Francisco y ubicado en La Seu d’Urgell (Lleida), pide por cada una de ellas 2.500 euros, por lo que el valor de las cuatro piezas ascendería 10.000 euros. Desde finales de la semana pasada ya no aparecen en este portal, aunque el vendedor asegura que no las ha vendido. La venta de estos elementos atribuidos a Gaudí coincide con una de las mayores exposiciones que se le han dedicado al arquitecto desde hace décadas: Gaudí. Fuego y cenizas que puede verse en el MNAC hasta el 6 de marzo. La Pedrera, nombre popular de la Casa Milà, es uno de los siete edificios de Gaudí reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
El vendedor subió a su perfil de Wallapop más de una treintena de imágenes de las cuatro puertas por las dos caras, en las que se las ve enteras y con los detalles más destacados. Tras eliminarlas de su página, las fotografías se pueden seguir viendo en el blog ‘Salvem la Rotonda’ que dio a conocer la venta. Las puertas están pintadas de color ocre y presentan, en general, un mal estado de conservación. Tres de las cuatro puertas mantienen el marco original de yeso, decorado con formas ondulantes de inspiración vegetal y los clavos que fijarían a la pared, por lo que indicarían que fueron retiradas durante una reforma.
Tres son, también, puertas macizas, decoradas con cuarterones tallados con cartelas de diferentes formas. En dos de ellas se conservan los pomos ergonómicos, como los que creó Gaudí, y en una puede verse una placa con el número 12. La cuarta puerta no es maciza, sino que su parte superior es de cristal traslúcido blanco, aunque se ve que es moderno. Esta puerta también conserva un pomo metálico, aparentemente de latón.
El vendedor, en la somera descripción de cada una de las puertas, escribe el siguiente mensaje: “Puerta antigua procedente del edificio La Pedrera de Gaudí” proporciona las medidas de cada una: 222 por 104 centímetros; 216 por 93; 216 por 94 y la de cristal: 223 por 91,5 y 6 centímetros de ancho.
Desde la Fundación Catalunya La Pedrera, que gestiona el edificio de Gaudí desde 2013, quitan importancia a esta venta, sobre todo por no estar acreditada la procedencia de las puertas. Para ellos no hay forma de demostrar que son originales y se podría tratar de “réplicas”, como pasa con muchos de los elementos relacionados con Gaudí. “Desde que estamos al frente del edificio no se ha cambiado ninguno de los elementos originales de la Casa Milà”, explican.
Sin embargo, para Luis Gueilburt, uno de los mayores expertos en muebles de Gaudí, no hay duda de que se trata de puertas del edificio. “Las piezas son auténticas. Son puertas construidas en tiempo de Gaudí, por las molduras y por cómo están realizadas. Nadie se va a poner ahora a tallar una puerta que le costaría hacerla unos 5.000 euros y luego pintarlas para que parezcan viejas y luego venderlas en Wallapop por 2.500 euros, perdería dinero. De los muebles se han hecho copias, pero de las puertas nunca”, asegura tajante.
Gaudí construyó el edificio de La Pedrera para Roser Segimon y su segundo marido, Pere Milà. Ellos ocuparon el piso del principal. Los 16 pisos restantes se alquilaron. Gaudí quería que todas las puertas fueran de roble. Y así realizó la del piso muestra, situado en el 2ª-de Paseo de Gràcia, pero fue la única que hizo porque Roser Segimon se negó a que fueran tan caras y acabaron siendo de pino (las de su enorme piso, no).
Cuando en 1946 Segimon vendió el edificio a la inmobiliaria Provenza (aunque siguió viviendo en usufructo en su piso hasta su muerte en 1964, a los 93 años) se reformaron algunos de los 16 pisos para sacarles mayor rentabilidad económica; unas obras de las que quedan rastros en los archivos administrativos de la ciudad.
Y cuando en diciembre 1986 Caixa Catalunya compró el edificio a la inmobiliaria también llevó a cabo reformas, tirando paredes y levantando otras y cambiando puertas, conforme los pisos se quedaban vacíos de inquilinos. Como en el primero segunda de la escalera de Paseo de Gràcia, conocido como “piso Gache”, por ser su primer inquilino, Alberto I. Gache, cónsul de Argentina y luego vivienda del notario Ramon Roca-Sastre y su mujer Montserrat Muncunill. La pareja respetó el piso durante los 50 años que vivieron ellos, pero tras fallecer ella en 1993 se reformó, tirando paredes y cambiando puertas de un lugar a otro, como puede verse al comparar los planos originales del piso y su estado actual, momento en el que se crearon las únicas líneas rectas de todo el edificio.
Gueilburt insiste en que estas puertas “estuvieron colocadas y pertenecieron a uno de los pisos que tenía La Pedrera, todos con un gran número de puertas. Se arrancaron y podían haber acabado en un contenedor como pasó con muchas otras”.
Se refiere al conjunto de una treintena de puertas que se conservan en el MNAC, que recogió en 1954 Joan Ainaud de Lasarte, director de los Museos de Arte de Barcelona, de un contenedor con escombros junto a la Casa Batlló tras ser comprado por Seguros Iberia. O las que depositó en 2019 la cátedra Gaudí en el Museo del Diseño de La Pedrera que salvaron los Amics de Gaudí de la reforma del piso principal de La Pedrera: cuatro puertas y un par de marcos, además de fragmentos del parqué formado por piezas triangulares.
Gueilburt reclama, una vez más, que, ante hechos como este, es necesario que se cree una Fundación Gaudí, como las que velan por la obra de Dali, Miró y Tàpies, “para proteger, cuidar, asesorar y controlar todo el patrimonio del arquitecto y las actuaciones que se hagan en él”.
Babelia
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