Vicente Garrido: “El interés por el crimen está asociado a nuestro ADN evolutivo”
El experto en Psicología y Criminología justifica la fascinación por el género ‘true crime’, que seduce a más mujeres que hombres, en el instinto de supervivencia
Vicente Garrido, doctor en Psicología y Criminología de la Universidad de Valencia, es un experto en perfilar criminales. Colaborador habitual de la Policía, desentraña la mente de los protagonistas de la colección de EL PAÍS Rostros del mal. El profesor justifica la fascinación por su ámbito y el género true crime en el instinto de supervivencia de la especie.
Pregunta. ¿Cómo definiría el mal?
Respuesta. En la actualidad se asocia con un tipo de violencia extrema y gratuita, no persigue los deseos que serían características de la mayoría de gente, como el dinero o un mayor estatus. El mal se entiende que es la satisfacción de una necesidad por dominar, maltratar y exterminar a los otros sin que realmente exista una razón que la gente pueda comprender. Por ejemplo, si repasamos la lista de asesinos en serie, son un icono del mal porque se trata de una violencia que tiene como fin en sí mismo la tortura o muerte del otro. Mientras que tradicionalmente la religión trataba al ser humano que cometía crímenes como un hombre que sucumbía al pecado, con la modernidad se crean las categorías de personas malvadas y empiezan a diferenciarse a las personas no por sus actos malvados, ya que todos somos pecadores, sino en función de si son malvadas o no lo son.
P. Si comparamos criminales históricos y actuales, ¿encontramos un perfil común?
R. Hay elementos comunes en un sentido muy general. Nos encontramos con un fuerte componente narcisista, porque supone una confianza extraordinaria en uno mismo, aunado a un sentimiento de superioridad sobre los demás y, por consiguiente, con el convencimiento de que uno tiene derecho a usar los medios que precise para conseguir sus fines. Por otra parte, en la mayoría de los grandes personajes malvados encontramos que tienen una gran capacidad para suscitar la afinidad y colaboración de otras personas. Hay, empero, muchas diferencias, hay personas emblemáticas por su capacidad de seducir y otras más apocadas, pero es un rasgo bastante general el que sean hábiles manipuladores. Una tercera característica podría ser una falta notable de empatía. Es gente endurecida, muchos de ellos son psicópatas en un sentido clínico y esto implica la capacidad de cosificar al otro y no tener resonancia emocional en sus cerebros del daño que causan, lo que dificulta el control de su capacidad de cometer atrocidades.
P. La palabra psicópata se usa popularmente para denominar aun criminal. ¿Los grandes criminales son siempre psicópatas?
R. La psicopatía es un espectro, un conjunto de rasgos de la personalidad y de conductas que admite graduaciones. Habría que hacer un estudio en profundidad de los individuos para saber si cumplen todos los puntos. Por ejemplo, no definiría a Atila como psicópata porque entran las variables contextuales, la cultura de la época y los usos y costumbres, las cuales están definiendo un modo de actuación que no difiere de muchos otros guerreros de esa época tan dura. Tampoco definiría como psicópata a Borgia, por más que aparezcan en él rasgos como el narcisismo y la capacidad de manipulación. Es una persona que, sin duda, tiene vinculaciones humanas que los psicópatas no tienen. Hay rasgos de la psicopatía que sí que estarían en la inmensa mayoría de ellos, pero no significa que en todos los casos estemos frente a un psicópata en el sentido estricto. En un sentido popular podemos utilizar la expresión, también empleamos la expresión locura para significar gente que comete actos incomprensibles. ¡Cuántas veces hemos oído que una persona entra en tal sitio y mata a mucha gente! Luego, cuando los forenses lo examinan, resulta que no estaba loca, lo que estaba era muy cabreada.
P. Cuando decimos psicópata o loco expresamos una falta de comprensión de cómo se puede llegar a cometer ese acto, pero ¿coincide en que todos podríamos llegar a matar?
R. Cualquiera sería capaz de matar en defensa propia o de las personas a las que ama. Eso sería una violencia que jurídicamente sería calificada de legítima. Aquí la pregunta es si todos podríamos llegar a cometer un homicidio ilegítimo. La mayoría de nosotros no podríamos porque tenemos normas morales y otros intereses que queremos preservar. Hemos recibido una educación donde hemos aprendido el autocontrol, hay unos principios éticos y también religiosos y esto mantiene al ser humano dentro de lo que es el espacio de la sociedad civil.
P. Y sin embargo disfrutamos con el crimen. Todo el género true crime despierta no sé si interés o morbo. ¿Por qué ese disfrute?
R. ¿Por qué crees que a la gente le gusta la montaña rusa?
P. ¿Por la adrenalina?
R. La gente siente miedo, por eso grita, pero es un miedo sometido a control porque sabe que está a salvo. Es una sensación placentera porque te permites el lujo de sentir euforia mientras que sabes que el resultado no va a ser negativo. Esto es justamente lo que pasa cuando consumes productos culturales vinculados con los crímenes. Utilizas tu empatía y te identificas con el personaje con lo cual las emociones del personaje pasan a través de ti. Por otra parte, no podemos olvidar que el interés por el crimen está asociado a nuestro ADN evolutivo. El ser humano está diseñado para que se interese por todo aquello que amenaza su supervivencia. El true crime o la ficción criminal nos coloca en situaciones donde nuestra supervivencia está amenazada. Provoca el interés del ser humano por observar y aprender de esas situaciones. Por eso en mi libro True crime, la fascinación del mal estoy en contra de calificar de morbosos a los millones de personas que se interesan por el crimen. ¿Por qué las mujeres son el público favorito?
P. ¿Estamos expuestas a más peligros?
R. Y además acarrean la vida. Estoy hablando en un sentido muy sencillo, pero la evolución, como mujer, te marca diciéndote: “De ti depende que tu cría sobreviva, presta atención”. El 90% del alumnado que tengo en Criminología son mujeres y ocurre en todo el mundo. ¿Las mujeres son más morbosas? Son más sensibles frente a la amenaza del crimen y por una buena razón: son las más expuestas. No son las víctimas preferentes del homicidio, salvo en crímenes sexuales u otros de naturaleza asociada con su tráfico y control, porque los hombres en general matan a los hombres, pero qué duda cabe que en ellas la sensibilidad está enfatizada. Pero se puede aplicar a todo el género de la humanidad. ¿Por qué nos han interesado las historias de los monstruos, vampiros y los hombres lobo? No son sino la personificación del mayor mal que podemos esperar, la del ser o entidad que, sin que nosotros lo podamos prever, puede acabar con nosotros.
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