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Manuel Martínez: “Ahora canto por y para mi hijo, él querría verme sobre el escenario”

El líder histórico del grupo de rock andaluz Medina Azahara, que presenta disco y gira en homenaje a Triana, trata de sobreponerse al dolor por la muerte hace solo mes y medio de su hijo, el también músico Manuel Mart, a los 44 años

Manuel Martínez, líder del grupo de rock andaluz Medina Azahara. Fotografía de BERNARDO PÉREZ. Vídeo de OLIVIA LOPEZ

El alma de Medina Azahara luce en las fotos de Google un tipín de adolescente y un melenón de rockero heavy sospechosamente rubio y frondoso a sus venerables siete décadas. Hemos quedado en el flamante Hard Rock Hotel de Madrid, qué menos. Llega con sus colegas de grupo, directo de la tele, maquillado para las cámaras con su bien de base anaranjada, su poquito de raya verde subrayándole los ojos azulísimos y la cabellera platino recogida en una coleta floja. Aparenta tres lustros menos de los que tiene. Solo al hablar de su hijo Manuel Ángel, fallecido el pasado 30 de octubre a los 44 años de un cáncer diagnosticado hacía siete, se le vienen encima todos sus trienios. Sus dos hijas pequeñas sonríen a su papi en el salvapantallas de su móvil. La vida sigue. Mientras, se ríe de su sombra.

Pelazo rubio, ojos azules. Más que cordobés parece usted sueco.

Bueno, dicen que Abderramán, el fundador de Medina Azahara, era pelirrojo de ojos azules. Igual soy descendiente. Ahora no, pero en los setenta y los ochenta llevar el pelo largo no era normal y me llamaban maricón a la cara.

Tendría muchas fans fatales.

Puede, pero esas chicas son ahora madres y abuelas. Lo más bonito del grupo es que vienen familias enteras a vernos. Siempre me ha interesado hablar con las mujeres porque he tenido la sensación de que eran tratadas como personas de segunda fila y eso me ha comido mucho por dentro. He tenido cinco hermanas. He sido feminista sin saberlo.

¿Era el único chico en casa?

Qué va. Éramos cinco chicos y cinco chicas. En casa no faltaba de comer, pero mi padre se mataba trabajando y, para ayudar, empecé a trabajar de aprendiz de joyero con 12 años. Ganaba 12 pesetas a la semana.

¿Joyero antes que rockero?

Tal cual. Vivíamos en la estación del tren, porque mi padre era ferroviario, y mi madre siempre tenía la radio puesta. La primera vez que escuché a los Beatles me quedé alucinado. Yo canturreaba y tocaba con un grupillo, pero oír Made in Japan, de Deep Purple me dio la vuelta a la cabeza. Me lo compré, lo escribí como sonaba y lo cantaba entero sin saber inglés. Desde entonces, supe que quería hacer algo así, pero con nuestras raíces andaluzas.

Su disco-homenaje a Triana se llama Llegó el día, ¿Qué día?

El día de hacer un tributo a los compañeros de Triana, de ponernos otra vez en la carretera, de volver a la vida. Es el título de una de las últimas canciones del gran Jesús de la Rosa y parece que tuvo una premonición. Al poco, murió en un accidente de carretera.

¿Se imaginaba a usted mismo así a los 70?

Qué va. Mi padre murió con 52, con los pulmones deshechos de trabajar en las cámaras frigoríficas de los mataderos y de fogonero en los trenes. Yo pensaba que si llegaba a esa edad sería un éxito. Pero aquí estoy, y espero que por mucho. Tengo dos hijas pequeñas y quiero verlas crecer.

¿Por eso creó Necesito respirar, el temazo de Medina Azahara?

Algo tendría que ver, pero tenía más que ver con una necesidad de aliviar el alma. Durante la pandemia, se convirtió con Resistiré, en un himno para muchos.

¿Qué le ahoga ahora?

El maltrato a las mujeres, como te he dicho, las guerras: las de las armas y las guerras íntimas de cada uno. Entiendo que el músico tiene un altavoz grandísimo y que tienes que hablar de cosas que, además de divertir, hagan pensar.

Del tridente sexo, drogas, rock and roll, ¿necesita las tres púas?

Solo dos. Bueno, en realidad, solo una. El sexo.

¿A los 70?

Y a los 80. Todas las cosas tienen su proceso, y pienso que alguna vez se tiene que acabar ese delirio mental, pero creo que, mientras estás vivo, siempre tienes ganas de sexo y de rock and roll.

¿Y las drogas?

Nunca me han interesado. Cuando me preguntan por qué no bebo digo que ya se bebió mi padre todo por mí. Es así de claro. He visto la realidad de una persona cuando se embriaga. Y a amigos maltratarse con ellas. He visto a gente quedarse colgada con el ácido. No me interesa. Me ha dado miedo quedarme colgado.

Me da apuro preguntarle esto, pero ¿cómo es enterrar a un hijo?

Espera, espera... [Se quiebra] Cuando entierras a tu padre es muy fuerte, cuando entierras a tu madre, más todavía, pero enterrar a un hijo... Nunca habrá nada igual. Además, él no era una persona normal. Era el mejor músico que he visto en mi vida, y como persona, un ángel. No te puedes imaginar cómo ha vivido su enfermedad, se ha tirado siete años conviviendo con ella y dándonos lecciones a los demás.

Un camino largo y tortuoso también para la familia, imagino.

Cuando supo que le quedaban pocos días se encerró en un hospital con su mujer, se fue despidiendo de todos nosotros, de sus amigos. Deja un trabajo concienzudamente preparado para que saliera cuando él ya no estuviera. Acaba de salir el segundo single de su disco [vuelve a quebrarse].

¿Cómo sacará fuerza para subir al escenario con ese dolor?

Porque sé que a él le gustaría. Cada vez que subo lo pienso, cada vez que canto pienso en él. Ahora canto por y para él, porque él querría verme fuerte. Si es verdad que hay un cielo y el alma está por ahí, sé que él disfruta con eso.

El duelo ha inspirado a los artistas. ¿Puede salir algo bello del suyo?

Ya ha salido. He compuesto ya varias canciones para él, pero seguramente nunca verán la luz. Es una cosa muy íntima y no quiero que piensen que trato de sacar provecho. Es un momento realmente duro. Hay canciones que me cuesta muchísimo cantar porque las he cantado con él. Tengo que mirar al frente para seguir.

¿Incluso cantando a Triana?

También hay alguna de ellos que cuesta: Llegó el día, Fina es la lluvia, una que habla de que él se tiene que marchar. Esas canciones, incluso en los ensayos, me cuesta la vida cantarlas porque los sentimientos suben y me nublan.

O sea que la gira va a ser dura.

No va a ser fácil, pero él me dará la fuerza, seguro.

Quiero disculparme por haberle hecho pasar este mal rato.

Al revés. Me siento aliviado.

Al final no me ha confesado el secreto de su pelo y su tipo a los 70.

Bueno, hay que cuidárselo. No dejar que se enrede ni se ensucie. Y, sobre todo, usar buen champú. Ahora, el tipín es pura genética, ahí no te puedo dar ningún truco [ríe].

MEDINA POR TRIANA

Manuel Martínez (Córdoba, 70 años) es el único miembro fundador del grupo de rock andaluz Medina Azahara que permanece en la formación desde su creación, a finales de los años setenta. "Mis compañeros asumen que tengo que dar la cara y, por no llevarse ellos la bofetada, me sacan a mí primero", bromea él mismo sobre su longevidad artística. Martínez, joyero antes que rockero, lleva 40 años como líder y cantante de la banda que firmó temas tan conocidos como Necesito respirar y que, tras la pandemia, vuelve a la carretera con Llegó el día, un disco y una gira en homenaje a Triana, el legendario grupo sevillano que languideció y desapareció con la muerte de su cantante, Jesús de la Rosa. Ahora, es Martínez quien, con el disco y la gira, rinde tributo a De la Rosa y a Manuel Ángel Mart, su propio hijo, fallecido de cáncer hace solo mes y medio.



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Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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