Una patria llamada Serrat
Desde que se dio a conocer en 1965 con canciones en catalán, el músico, que ha anunciado su retirada, ha sido una referencia para varias generaciones de artistas a ambos lados del Atlántico
Decía Manuel Vázquez Montalbán en 1976 en su canónico y temprano ensayo sobre Joan Manuel Serrat que el potencial de público del músico de Poble Sec era “inmenso”. Con su gran ojo clínico de escritor y periodista, Montalbán supo ya apreciar que Serrat estaba “por encima del resto de cantautores debido a su capacidad de identificación con la gente”, y que sabía conectar “con los sentimientos más íntimos del hombre de la calle”. Casi medio siglo después de aquellas palabras, cuando el cantautor catalán, de 77 años, ha anunciado que se despide de los escenarios para siempre, ese público inmenso se ha convertido en una patria. En todo un lugar intergeneracional que une a oyentes de todas las edades y representa una magnífica conquista para la música española.
“Serrat ha sido una gran influencia y lo sigue siendo”, reflexiona Luis García Gil, autor de los libros de análisis de la obra del músico. Serrat en la encrucijada y Serrat y los poetas (ambos editados por Efe Eme). “Es el gran referente entre los cantautores y sobre todo es una influencia que va más allá de la canción de autor. Serrat ha influido en la música pop, en los indies, en el ámbito del flamenco, incluso en rockeros, en músicos que están en sus antípodas. Quizá porque nunca fue un cantautor al uso sino un gran letrista y melodista”. En palabras de Juan Puchades, director de la revista Cuadernos Efe Eme: “Desde muy joven alcanzó unas cotas como letrista inimaginables, inéditas: no es fácil encontrar referentes que manejen el lenguaje culto y el popular como él lo hace, es casi imposible, ¡y en dos idiomas! Para eso hace falta haber leído lo que Serrat ha leído y analizado y, por supuesto, tener la cabeza y la sensibilidad únicas que tiene. Súmale su brutal capacidad melódica y estamos ante un compositor excepcional. Si alguien quiere escribir canciones en nuestro idioma, sin duda debería estudiar toda la obra de Serrat”.
La asignatura Serrat ha sido una constante desde que se dio a conocer en 1965 con sus primeras composiciones y renovó con un aire fresco lo que se vino a llamar la nova cançó, aquella plataforma de pioneros que reivindicaron el uso del catalán en la música española. Asentado como referente de aquel movimiento, sorprendió y se pasó a cantar en castellano con el disco dedicado a Antonio Machado en 1969. De esta forma también triunfó más allá del Ebro, tanto que acaparó portadas de revistas, protagonizó películas e hizo las Américas. Con la publicación de Mediterráneo en 1971 y el posterior álbum con poemas de Miguel Hernández, Serrat se convirtió en un compositor en castellano de primer nivel, marcó el paso a ambos lados del Atlántico e innovó no solo en una lírica de carga poética sino manejando un estilo propio. “Hay que destacar su enorme labor como cantor de poetas a los que puso música de una manera nada convencional ni recitativa. Fue más lejos que Paco Ibáñez. Hizo de Machado o Hernández letristas pop, con todo lo que ello tuvo de impacto para la gente joven del momento”, señala García Gil.
Las ondas expansivas de ese impacto llegan hasta hoy. A Serrat se le han rendido muchos homenajes. Es el músico español vivo con más discos de tributo. Tiene dos volúmenes de álbumes en los que artistas de otras generaciones cantan sus temas. Incluso en su Antología desordenada se recogen duetos con Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Miguel Poveda, Silvia Pérez Cruz, Dulce Pontes, Estopa, Carmen Linares, Alejandro Sanz o Dani Martín. El último homenaje fue Hijos del Mediterráneo, un álbum de tributo generacional que repasaba Mediterráneo de arriba abajo con músicos del panorama indie. “Es un conocedor nato de lo que es una canción”, asegura Amaro Ferreiro, quien coordinó Hijos del Mediterráneo. “No todo el mundo sabe. Las reglas de la canción son bastante abstractas y desconocidas y él las conoce muy bien. Sabe llevar sus canciones hasta las últimas consecuencias”. Xoel López, que participó en ese disco y decidió pasarse a cantar y componer de inglés a español, asegura que “machacó mucho” las canciones de Serrat para “aprender a construir una buena canción en español”. En palabras de Anni B. Sweet, quien participó en el reciente homenaje que el festival Alhambra Monkey Week le dedicó en Sevilla al 50º aniversario de Mediterráneo: “Sus letras te llevan totalmente a la época. Es muy accesible y, luego, terminan por ser muy concretas. Me encanta cómo retrata todo”. Tanto Anni B. Sweet como Xoel López llegaron a él igual que tantos españoles: la música de Serrat era una antorcha que pasaba de padres a hijos. Jairo Zavala, conocido artísticamente como Depedro, lo recuerda bien: “Siempre estuvo ahí en mi vida. Lo tengo relacionado con la cinta eterna que daba mil vueltas en el coche de mis padres”. Y sentencia: “Al que no le guste Serrat no tiene corazón. Es un gigante”.
Un gigante que ha andado toda una vida y ahora ya busca descansar, aunque sus canciones, como un camino de conchas, nos seguirán conduciendo a nosotros mismos.
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