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El disco que surgió de la pandemia y puso a cantar al pianista de jazz Albert Sanz con el ‘crooner’ Javier Botella

El dúo valenciano presenta en concierto ‘It never was you’ con temas de Cole Porter, George Gershwin y Kurt Weill

Ferran Bono
El pianista Albert Sanz y el 'crooner' Javier Botella en el hotel Westin de Valencia.
El pianista Albert Sanz y el 'crooner' Javier Botella en el hotel Westin de Valencia.Mònica Torres

Albert Sanz, de 43 años, nació en el seno de una familia muy musical. Su madre, Mamen García, es cantante, actriz y compositora, y su padre, Josep Sanz, director de orquesta e intérprete. En ese ambiente creció el pianista valenciano, quien con solo 20 años publicó un disco, Desde d’aquí, junto al bajista catalán David Mengual, considerado el mejor álbum de jazz en España en 1998 por la crítica especializada. Luego ha grabado muchos otros, como el destacado O que será con el batería Al Foster (Miles Davis) y el contrabajista Javier Colina (Bebo Valdés), y ha desarrollado una intensa trayectoria como compositor y músico siempre asociado al piano. Ahora, este profesor de la sede valenciana del Berklee College también se ha puesto a cantar (sin dejar de tocar el piano). Ya hizo sus pinitos siendo apenas un adolescente, cuando acompañaba a su madre en los cruceros por mares del norte y el Caribe en los que ella actuaba como componente de la popular banda valenciana Patxinguer Z.

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Y se ha puesto a cantar por una propuesta de Javier Botella. Este cantante de jazz valenciano, de 54 años, también se aficionó a la música de niño, escuchando las canciones de Frank Sinatra que ponía su padre, pero su periplo vital es muy diferente al de Sanz. De joven fue road manager de Miguel Bosé por mediación de su amigo Toni Cantó, pero su incipiente carrera en el mundo de la música se truncó cuando regresó a Valencia para encargarse del negocio familiar (una joyería). Luego montó una exitosa empresa de catering y cuando entraba en la crisis de los 40 vendió sus negocios y sus propiedades y se lanzó a cantar. Su experiencia empresarial le sirvió para reclutar en Madrid y hacer viable una banda de jazz que tocaba en clubes, hoteles, festivales. “Trabajaba de empresario, pero tenía muy claro que tenía que formarme antes de subir a un escenario y no lo he dejado de hacer, con clases de técnica, de canto...”, explica Botella. Dos discos y numerosos conciertos avalan su giro profesional.

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Ahora, la pandemia y el disco It never was you, que incluye canciones clásicas del jazz y del musical de George Gershwin, Cole Porter y Kurt Weill, han unido el destino de ambos. La cantante de jazz Celia Mur, fallecida hace dos años, llevó a Botella a un concierto en el que vio cantar al pianista. “Pensé: tiene timbre y una forma de cantar que me encaja”, explica en un hotel de Valencia el crooner, así clasificado por su voz aterciopelada y susurrante. “Yo lo vi actuar en el festival de jazz del Cabanyal [barrio marinero de Valencia], donde vivo ahora, y pensé que iba muy en serio, y eso que ya sabes lo que piensan los músicos de los cantantes”, comenta a su lado Sanz en tono jocoso.

¿Y qué piensan? “Siempre se han gastado bromas sobre la desconfianza de los músicos de jazz con los cantantes. Está esa de un director musical que, después de un concierto, le dice al cantante: ‘¿Qué te parece si para mañana hacemos un siete por cuatro en la segunda pieza, y luego modulamos a mi bemol en el cuarto compás y volvemos a balada...?’. ‘¡Hombre, eso es muy difícil para mí!’, responde. ‘¡Pero si lo hiciste anoche perfecto!’, le replica”, cuenta Sanz.

Melodía original de Broadway

Botella se ríe. Se nota la complicidad. Han estado trabajando durante toda la pandemia para grabar el disco que presentarán este martes en el teatro Olympia de Valencia. Eligieron un repertorio con grandes canciones, la mayoría conocidas, como Summertime (Gershwin) o Every time we say goodbye (Porter, en la que también canta Mamen García), para homenajear la época dorada de Broadway, en la búsqueda de la melodía original del teatro musical de EE UU y de un estilo característico que han sido una notable influencia para el jazz. “Hemos conseguido que este disco vea la luz gracias a la pasión que sienten cientos de personas por la música. Lanzamos una campaña de crowdfunding y realizamos la promoción principalmente a través de las redes sociales”, explica Botella.

Ambos coinciden en destacar la gran cantidad de músicos de jazz que hay en España. “Y de mucha calidad. Así como hace 15 años, por ejemplo, si querías llamar a un bajista o contrabajista, algo fundamental, había tres o cuatro, pues igual ahora hay 20, y con actitudes muy buenas y mucho conocimiento. El nivel ha subido y quiero pensar que hay más aficionados. Al haber tantas escuelas, hay interés en la gente joven. Ahora, un chaval a los 15 puede decidir en un conservatorio que solo quiere tocar jazz, que es muy atractivo en el plano educativo”, señala Sanz.

Sí sigue habiendo carencias en el jazz español de voces masculinas. “Hay muy pocas”, confirma Botella, que acepta la etiqueta de crooner si funciona entre el público. “Yo tiendo a huir de las etiquetas y la de crooner es muy norteamericana y muy vinculada a la pose. A Javier no lo veo así y en el disco su voz es la del musical”, apunta el pianista.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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