‘El disidente’: un apasionante ‘thriller’ documental

Aunque El disidente tiene todos los vicios del documental de algoritmo que inunda las plataformas (los omnipresentes planos de drones, los recursos visuales de salvapantallas y la música incidental), su relato es tan brutal que trasciende esos cansinos lugares comunes visuales. La película, dirigida por Bryan Fogel —ganador del Oscar al mejor documental en 2017 por Ícaro, otro thriller geopolítico con el dopaje deportivo de fondo—, nos enfrenta a la maraña de un suceso aterrador: el asesinato del periodista y disidente saudí Jamal Khashoggi en el consulado de su país en Estambul el 2 de octubre de 2018. El filme fluye con buen ritmo y, aunque peque de estrategias narrativas y de montaje redundantes, se agradece que no esté estirado como un chicle para acabar convertido en una de tantas series de investigación periodística.

Lo cierto es que ante este inquietante thriller documental casi no queda más remedio que caer en el cliché de que la realidad supera la ficción. Incluso la redobla al reservarle una corta, pero nada circunstancial, presencia al mismísimo Jeff Bezos, que como se sabe tiene su papel estelar en la guerra cibernética emprendida por otro de los hombres más ricos del planeta, el príncipe heredero de Arabia Saudí Mohamed Bin Salmán, más conocido como MBS.

Columnista de The Washington Post, propiedad del dueño de Amazon, la vida de Jamal Khashoggi se disecciona desde sus raíces, cuando era un periodista cercano al régimen de Riad, hasta ese fatal 2 de octubre en el que unos agentes saudíes próximos a MBS lo mataron y descuartizaron en suelo turco. El documental cuenta con voces y material periodístico de primera, pero quizá lo más interesante de todo es cuando se adentra a explorar el oscuro terreno de las guerras digitales. La llamada “estrategia de las moscas”, en la que al parecer Arabia Saudí es una potencia mundial, consiste en poner en marcha a ejércitos de troles que, pertrechados con hasta 20 móviles por cabeza, cumplen la misión de abrirse paso en las batallas del hashtag y la difamación. Es decir, soldados encargados de difundir sin descanso la propaganda demoniaca de las fake news. Khashoggi fue, antes de víctima mortal a manos de agentes de su país, un exiliado objetivo de todo tipo de intoxicaciones y manipulaciones diseñadas para menoscabar su figura pública por su enfrentamiento al régimen y, sobre todo, al príncipe heredero. En ningún caso su asesinato debe leerse como una chapuza hecha a la luz internacional sino como un inequívoco aviso a navegantes y, por eso mismo, la verdad que persigue este documental resulta apasionante.