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Muere a los 78 años Richard Driehaus, filántropo estadounidense

El financiero creó el premio de arquitectura tradicional que lleva su nombre y el galardón Rafael Manzano a la nueva arquitectura tradicional

Anatxu Zabalbeascoa
Richard H. Driehaus, en 2017.
Richard H. Driehaus, en 2017.Jared Siskin (Paul Bruinooge/Patrick McMullan )

Descendiente de irlandeses y crecido en un hogar pequeño burgués al sur de Chicago, el financiero Richard Driehaus, que falleció el día 9 en Chicago a los 78 años de un derrame cerebral, decidió siendo un adolescente que no pasaría las penurias de su padre para comprar una casa. “Que un ingeniero de minas trabajador y con varias patentes no se pudiera permitir una casa acorde con su estatus, me iluminó: estaba dedicando su esfuerzo a la industria equivocada: su esfuerzo no decidía su destino”, declaró a El País Semanal. Esa reflexión lo llevó a decidir que haría bueno el sueño americano de depender de la propia voluntad. Estudió finanzas. Y aprendió a concentrar sus inversiones. “No soy partidario de diversificar para dividir el riesgo, que es el abc de la inversión. Me interesa la casa buena en un vecindario pujante, no la casa barata en un barrio que decae. Nunca compro algo muy barato”. Se hizo millonario. Y tras el dinero, llegó la filantropía.

Se decidió a crear el premio que lleva su nombre —el mejor dotado del mundo con 200.000 dólares— a la arquitectura tradicional “porque es irracional ser testigo de cómo se descuida lo que representa los valores de otra época”. Estaba convencido de que se valora el pasado define el futuro. El amor a la arquitectura antigua le llegó también de una certeza: lo que cuesta de construir es lo que permanece. Lo nuevo solo deslumbra.

Así, aunque fue un gran defensor del cambio, “Las especies que sobreviven son las más adaptables al cambio”, puso su dinero en que algunas cosas no cambiaran. En 2005 el decorador que trabajaba en su casa lo llevó a comprar un busto de Lincoln a la mansión de Samuel M. Nickerson, que se estaba desmantelando. Era un vestigio Gilded –Age, la época “chapada en oro”, de finales del siglo XIX. Y Driehaus compró la casa, “muy barata, porque era un edificio protegido y nadie lo quería”. Lo reparó y hoy es el museo de artes decorativas de la ciudad.

En 2010 descubrió el patrimonio español. Sucedió cuando el arquitecto gaditano Rafael Manzano se hizo con el premio Driehaus y le mostró Andalucía. Para 2012 ya había creado el premio Rafael Manzano a la nueva arquitectura tradicional. La reconstrucción de Lorca, tras el terremoto, a manos de Juan de Dios de la Hoz, lo recibió. Y en 2015 Driehaus se convirtió en el primer estadounidense académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El magnate devolvió la generosidad en 2016 con la creación de los premios a las Artes de la construcción. Sabía que para salvar la arquitectura tradicional era fundamental preservar los oficios.

Detrás del Premio Driehaus, del Rafael Manzano o de los de las Artes de la Construcción se esconde la cruzada por conservar la arquitectura no solo como arte, también como “legado de valores”. El financiero de Chicago aprendió trabajando que convertirse en filántropo sería su manera de entender cómo funciona el mundo. Lo resumió para este periódico: “No me gusta el poder. Sé que te puede destrozar”.

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